La mayor¨ªa de las empleadas dom¨¦sticas carece de un hogar digno
Un informe de la Complutense analiza las dificultades de este colectivo para lograr una vivienda
Las trabajadoras del hogar son uno de los colectivos que m¨¢s precariedad padece. En ocasiones, encontrar una vivienda es una carrera de obst¨¢culos que les condena a una vulnerabilidad residencial que repercute notablemente en su calidad de vida. Son las conclusiones del ¨²ltimo informe Mujeres inmigrantes en el servicio dom¨¦stico de GISMAT, un grupo de investigaci¨®n de la Universidad Complutense de Madrid, que analiza la relaci¨®n entre vulnerabilidad y vivienda de este colectivo de rostro femenino, en su mayor¨ªa latino, que afronta la dificultad de conseguir una alternativa habitacional digna. ¡°A nivel social sigue existiendo esa mentalidad clasista de la chacha y la criada¡±, se?ala la salvadore?a Carolina El¨ªas, presidenta de la Asociaci¨®n de Mujeres Empleadas de Hogar y Cuidados (SEDOAC).
Marta Dom¨ªnguez, directora del informe, explica que la vulnerabilidad residencial es una realidad que se ha tratado poco. ¡°La gente que limpia en las casas de todos vive situaciones muy complejas. Tener un hogar es muy importante porque da ese sentimiento de pertenencia, de identidad¡±, a?ade. La metodolog¨ªa est¨¢ basada en 21 testimonios de mujeres migrantes trabajadoras del servicio dom¨¦stico procedentes de Am¨¦rica Latina y Caribe, y como complemento, cinco entrevistas en profundidad con informantes clave de organizaciones acad¨¦micas y del tercer sector. El resultado es un estudio piloto que pone el foco en las distintas trayectorias residenciales de las empleadas del hogar, que var¨ªan en funci¨®n del tiempo que llevan en Espa?a o del tipo de r¨¦gimen que tengan: de externa o interna, siendo estas ¨²ltimas las que duermen en el domicilio de la persona que cuidan, algo que este colectivo pide eliminar.
En la Comunidad de Madrid hay registradas unas 120.000 empleadas del hogar, aunque si se suman las que est¨¢n en la sombra se alcanzar¨ªan las 200.000, seg¨²n SEDOAC. ¡°Espa?a es uno de los pocos pa¨ªses de Europa, sino el ¨²nico, que mantiene el r¨¦gimen de interna de manera legal. Adem¨¢s, las trabajadoras del hogar est¨¢n as¨ª expuestas no solo a los abusos de largas jornadas, tambi¨¦n a los abusos sexuales, cuestiones que pasan todav¨ªa, lamentablemente. Ante todo esto hay muy poca protecci¨®n¡±, denuncia Carolina El¨ªas, abanderando el eslogan de su asociaci¨®n: ¡°Trabajo de interna, esclavitud moderna¡±.
En la Comunidad de Madrid hay registradas unas 120.000 empleadas del hogar, aunque si se suman las que est¨¢n en la sombra se alcanzar¨ªan las 200.000, seg¨²n SEDOAC.
Espa?a tiene la mayor tasa de trabajadoras del hogar, junto a Italia, con casi un 50% en r¨¦gimen interno, advierte El¨ªas, que cuenta que despu¨¦s del estado de alarma se han incrementado en Madrid las ofertas de internas porque muchas personas han optado por sacar a sus familiares de las residencias ante el caos que se vivi¨® durante la primera ola del coronavirus. ¡°Las jornadas se hacen interminables, las cuidadoras est¨¢n disponibles de 16 a 24 horas al d¨ªa ante la familia, sobre todo en los casos de personas mayores. No pueden tener vida propia¡±, alerta.
Blanca es colombiana, tiene 50 a?os y atiende a una persona mayor con una enfermedad mental muy severa. Va a cumplir tres a?os residiendo en Madrid, en esa misma casa, como interna. Todo lo que gana lo manda a su pa¨ªs. En su caso, dice que tiene dos trabajos, el de cuidadora y el de dom¨¦stica con las tareas del hogar. En su limitado tiempo libre entre cuidado y cuidado, no puede desconectar. ¡°Nosotras podemos caer enfermas por este desgaste mental, esta situaci¨®n emocional que nos compromete y que es inevitable. Tengo lo que llaman el s¨ªndrome del cuidador quemado¡±, afirma.
La regulaci¨®n de los horarios es as¨ª uno de los principales problemas que afrontan estas mujeres que fueron consideradas como esenciales durante los momentos m¨¢s oscuros de la pandemia, pero que ni siquiera han sido prioritarias en el calendario de vacunaci¨®n, a pesar de convivir con personas dependientes y de riesgo que necesitan atenci¨®n constante. Los casos m¨¢s extremos llegan a que algunas empleadas no pudieron salir durante meses de sus casas por imposici¨®n de las familias al temer que trajeran el coronavirus.
El informe Mujeres inmigrantes en el servicio dom¨¦stico desvela tambi¨¦n que muchas empleadas del hogar viven en pisos compartidos, a veces hasta con sus hijos, atadas a las normas de convivencia que pueden llegar a ser tan estrictas como que a las siete de la tarde los ni?os ya no puedan salir de la habitaci¨®n, comenta Marta Dom¨ªnguez. Sobre las mujeres que son internas, alquilan la habitaci¨®n solamente el fin de semana. ¡°Hay veces que ven m¨¢s a los hijos de los que cuidan que a los propios¡±, contin¨²a Dom¨ªnguez.
Aunque la discriminaci¨®n del colectivo no se termina cuando alcanzan el estadio m¨¢s avanzado: acceder a una vivienda propia. El lugar de origen y el acento les deja fuera de ser seleccionadas como arrendatarias, a pesar de tener una estabilidad laboral y sentimental. ¡°Eso es claro racismo. Se une el tipo de trabajo de la empleada del hogar con salarios precarios, poco sujeta a cr¨¦ditos o a tener los avales suficientes para los due?os. Nuestro sector es el ¨²nico que permite el despido por desistimiento. Cuando el empleado alega p¨¦rdida de confianza en la trabajadora la despiden, y es un despido mucho m¨¢s barato¡±, critica El¨ªas.
Nuestro sector es el ¨²nico que permite el despido por desistimiento. Cuando el empleado alega p¨¦rdida de confianza en la trabajadora la despiden, y es un despido mucho m¨¢s barato.Carolina El¨ªas
Los tres a?os que exige la ley de Extranjer¨ªa tampoco facilitan a este colectivo una pronta regularizaci¨®n. ¡°Y mientras tanto se enfrentan a estos controles de documentaci¨®n. Si no la tienen en regla son llevadas a un CIE o deportadas. Esa es una de las principales causas por la que muchas terminan aceptando trabajos de interna, para exponerse menos en la calle¡±, indica El¨ªas. Todo esto favorece la econom¨ªa sumergida, que a falta de datos oficiales, supone un 40% en el sector, estima SEDOAC. Una cifra que se agudiza con la crisis econ¨®mica que ha llevado a familias al ERTE, con disminuciones de jornada y escuetas pensiones. El caldo de cultivo para que a las empleadas del hogar no se las de de alta en la Seguridad Social o coticen menos horas de las que trabajan, como ocurre en el sector de la hosteler¨ªa.
El objetivo de GISMAT es dar visibilidad a la vulnerabilidad residencial del colectivo, que pide a gritos al Gobierno un cambio en el marco normativo que les permita acceder a todas las prestaciones sociales que disfrutan el resto de trabajadores, como el derecho al paro. La portavoz de SEDOAC es consciente de que esto supondr¨ªa un incremento a la cuota de la Seguridad Social que muchas familias no podr¨ªan asumir. En Europa ya se han dado soluciones y el Estado se hace cargo de una parte de la cuant¨ªa para que las familias paguen el salario que corresponde. ¡°Pero claro, no se quiere tocar el bolsillo de Hacienda¡±, concluye El¨ªas.
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