La muerte lenta de un centro de salud de Vallecas

El pasado viernes, una mujer entr¨® llorando a la consulta de su m¨¦dico de familia, Daniel Garc¨ªa.

¡ªHe pedido cita despu¨¦s de mucho tiempo porque no puedo seguir guardando m¨¢s este sufrimiento dentro¡ª, le dijo.

Garc¨ªa cuenta al tel¨¦fono que ese momento fue uno de los muchos en los que se da cuenta de que no puede hacer bien su trabajo las dos tardes que cubre en ese centro de salud, esos en los que siente una ¡°enorme impotencia¡± porque no puede estirar m¨¢s el tiempo: ¡°Ten¨ªa siete pacientes esperando fuera, ?qu¨¦ hago? ?Le digo cu¨¦ntamelo en cinco minutos? ?O vamos a tomarnos el tiempo que haga falta y que esperen los dem¨¢s?¡±. Confiesa que ¡°agota¡±, ¡°frustra¡± y ¡°golpea¡±. Se va a casa infinidad de d¨ªas pensando si esa llamada para una atenci¨®n a domicilio a la que no pudo acudir era ¡°muy importante¡±, si a la ma?ana siguiente deber¨ªa irse antes, fuera de su horario laboral, para pasar a ver a esa mujer. En esa zona, explica, ¡°hay muchos segundos sin ascensor y mucha gente inmovilizada, encamada¡±. El distrito al que atiende es Puente de Vallecas, y ese centro, el Vicente Soldevilla. Uno que, aseguran quienes trabajan all¨ª, ¡°muere lentamente¡± por la falta de recursos.

Berta Herranz se traslad¨® en enero desde otro consultorio ¡°que colaps¨® durante la pandemia¡±, en Parla, a este, que tambi¨¦n lo hizo entonces y lo hace ahora. Es la m¨¦dica que trabaja las otras tres tardes de la semana, por una reducci¨®n de jornada. Cuando lleg¨® hab¨ªa ¡°solo¡± una plaza sin cubrir en el turno de tarde. Eran ocho por la ma?ana y siete de dos de la tarde a nueve de la noche: ¡°Pero cuando est¨¢ infradimensionado [hay menos profesionales de los que son necesarios seg¨²n la poblaci¨®n atendida], con que falte uno basta para ir sobrecarg¨¢ndote¡±.

Con los meses, la plantilla se fue quedando en el chasis: bajas por embarazo de riesgo, bajas por ansiedad y renuncias. ¡°Gente que llevaba 15, seis o tres a?os por la tarde y que ya no pod¨ªa m¨¢s¡±, chasquea la lengua Herranz. El verano tens¨® a¨²n m¨¢s la plantilla. En septiembre ya solo eran cuatro por la tarde y hubo alguna baja por la ma?ana. A principios de noviembre, quedaban cinco en el primer turno y dos en el segundo.

Empezaron a colgar cartulinas para avisar a la poblaci¨®n del n¨²mero de m¨¦dicos que hab¨ªa: ¡°Por ello, m¨¢s demora y peor calidad, se priorizan atenciones urgentes. Reclamaciones: Comunidad de Madrid¡±. La Direcci¨®n Asistencial les orden¨® retirarlos ¡°por motivos pol¨ªticos¡±. Hace unos d¨ªas, ya ¨²nicamente iba a quedar uno, y con uno ¡°no se puede citar a pacientes¡±, explica Herranz, con lo cual, el Soldevilla se quedaba sin atenci¨®n m¨¦dica asistencial de tarde: ¡°Est¨¢s en el centro para ver lo que llega urgente, pero es imposible pasar consulta, porque un solo m¨¦dico no puede atender de ninguna manera el cupo de los siete que faltan¡±. Eso implica entre 1.700 y 1.800 por cada facultativo, es decir, de 11.900 a 12.600 pacientes.

Este domingo, la situaci¨®n llev¨® a que la Gerencia Asistencial de Atenci¨®n Primaria les enviara un cartel para colgar en la puerta del centro: ¡°En el momento actual, condicionado por diferentes factores de recursos humanos, este centro de salud no dispone de m¨¦dicos de familia en el turno de tarde¡±. Este mismo lunes, cuenta Herranz, les informaron de que hab¨ªan ¡°contratado a dos m¨¦dicos y a un refuerzo de cuatro horas por la tarde¡±. Solamente fue uno. Aun as¨ª, siguen siendo muy pocos: nueve m¨¢s el refuerzo de 16. ¡°Y cambia cada d¨ªa, es una incertidumbre total¡±, matiza.

?C¨®mo se van a organizar? Por un lado, se han movido algunos cupos de la tarde a la ma?ana, con la consiguiente carga de trabajo a?adida para ese turno. Por otro, la m¨¦dica explica que la decisi¨®n es perder algunos d¨ªas las agendas nominales, es decir, que habr¨¢ dos d¨ªas en semana que funcionen por citas ¡°no demorables¡±, todos ver¨¢n lo m¨¢s urgente, y los otros tres d¨ªas de la semana pasar¨¢n consulta a sus pacientes: ¡°Se prioriza la inmediatez, no conoces a quien atiendes, y as¨ª se pierde una de las cosas m¨¢s b¨¢sicas de la primaria, la longitudinalidad [el seguimiento de los problemas de salud de los pacientes por el mismo profesional]. Esto es la gesti¨®n de la miseria¡±. Eso, a?ade Garc¨ªa, el especialista, produce ¡°m¨¢s y m¨¢s sobrecarga¡± en el resto de la plantilla del centro de salud, ¡°que no son solo los m¨¦dicos¡±.

Rhut Crist¨®bal ¡ª¡±con la h antes de la u, aunque parezca raro¡±¡ª es enfermera del Soldevilla. Ese equipo est¨¢ al completo, siete por la tarde y ocho por la ma?ana: ¡°Pero si no hay m¨¦dicos, hay muchas funciones que no podemos hacer y otras que quieren que asumamos, pero que no podemos porque no es nuestro trabajo¡±. Explica que ella puede hacer la atenci¨®n y los cuidados a un cr¨®nico diab¨¦tico, por ejemplo, ¡°pero no cambiarle la medicaci¨®n si lo necesita¡±. Y si se encuentra con un hipertenso en una crisis, no puede solucionarlo con la medicaci¨®n necesaria si no hay un facultativo. ¡°Sobrevivimos como podemos y no podemos estar medic¨¢ndonos para venir a trabajar, sin poder dormir, jug¨¢ndote la salud de los pacientes, que esto no es una empresa de tapones que cierran mal o bien, son personas¡±. Y esas personas ¡°est¨¢n adem¨¢s cabreadas¡±.

Cuenta la enfermera que, a veces, los enfermos acaban desesperados por las esperas y la falta de atenci¨®n: ¡°Nos insultan, hay que llamar a la polic¨ªa, con un temor que no es normal, y es por zonas, y eso tambi¨¦n se tiene que visibilizar, que la salud no es igual para todos en la Comunidad de Madrid, si vives en el sur est¨¢s fastidiado¡±. El ¨²ltimo informe del observatorio de agresiones a los profesionales de la Organizaci¨®n M¨¦dica Colegial de Espa?a, del pasado marzo, reflej¨® que la pandemia hab¨ªa aumentado las agresiones en forma de insultos y amenazas, ¡°especialmente a m¨¦dicas de atenci¨®n primaria¡±.

Ese enfado, que llega a las consultas, pasa antes por lo que supone la puerta de entrada, literal y metaf¨®rica, al centro de salud: el personal de Administraci¨®n. Sebasti¨¢n Gozalo es uno de esos profesionales en el Soldevilla, donde hay otros ocho de esa categor¨ªa y dos celadores. Cuando coge el tel¨¦fono, el lunes por la tarde, ha dejado a un compa?ero ¡°discutiendo con una paciente¡±.

El ambiente ¡°est¨¢ tenso¡±, asegura, y cree que la poblaci¨®n a veces los ve como ¡°enemigos¡±: ¡°Pero intentamos dar soluci¨®n a algo que no est¨¢ en nuestra mano, intentas dirigir algo que est¨¢ a la deriva, organizar agendas que no se pueden organizar porque no tienen ni un hueco y te llevas malas contestaciones, improperios y agresiones, es insostenible a veces¡±. Su trabajo ya no es la gesti¨®n, ¡°sino hacer de trileros para intentar dar una cita que no sea en 10 o 15 d¨ªas¡±. Lleva 25 a?os trabajando y siete en ese centro de salud: ¡°Y nunca ha estado como hasta ahora, todo el mundo intentando recuperar lo pendiente de la pandemia, el tiempo perdido, pero es imposible con lo que hay¡±.

Por la tarde, este lunes, unas cuantas decenas de esos vecinos se concentraron en la puerta del centro. Para ellos tambi¨¦n es ¡°insostenible¡±, dice Mar¨ªa Jos¨¦ Garc¨ªa, vallecana, enfermera de ese mismo consultorio hasta hace tres a?os, que se jubil¨®, y ahora parte de la asociaci¨®n de vecinos del distrito.

¡°?Por qu¨¦ perdemos una atenci¨®n primaria con la que est¨¢bamos satisfechos? No lo entendemos, hay un poco de sentimiento de rabia y casi tambi¨¦n de impotencia, de que no vale o vale para muy poco que protestes¡±, relata Garc¨ªa mientras termina de hacer unos recados antes de marcharse a la concentraci¨®n. Cuando se despide, tras un rato al tel¨¦fono, apunta una ¨²ltima cosa: ¡°Y miedo, tambi¨¦n hay un poco de miedo, si no hay atenci¨®n primaria y no tenemos un seguro privado, porque hay mucha gente que no se lo puede pagar, ?qu¨¦ va a pasar con nosotros? ?Qui¨¦n nos va a cuidar?¡±.

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