La fragilidad del caos en un cuerpo libre y desnudo
Las cartas entre tres mujeres durante el confinamiento construyen un di¨¢logo metaf¨®rico sobre la distancia y el espacio en ¡®El diablo en la playa¡¯
![El Diablo en la playa](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/UTOSRBRQ25APBKUKHKSWGVI6ZU.jpg?auth=c141094cce2e03e11932278d119c294517052effe5b0ff99bb4a4879abfdaa9e&width=414)
![Patricia Segura](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2Ff21ede42-11a9-41cd-a2d4-b067a82eb9c4.jpg?auth=7b22140757ec246fbb9a71c477676c9c9ebcfe089c2213f6cea50d62d0ee23d1&width=100&height=100&smart=true)
Un silencio sepulcral inunda la oscura sala del teatro de La Abad¨ªa. Claudia Faci y Celeste Gonz¨¢lez pisan con fuerza el escenario con sus tacones. ¡°Yo, haciendo de Claudia y Pina. Cualquier cosa con tal de no ser yo¡±, anuncia Celeste, ataviada con un vestido rojo. La correspondencia entre las actrices y la directora Ana Vall¨¦s durante el confinamiento han supuesto la materia prima para la elaboraci¨®n de El diablo en la playa, una obra en la que las protagonistas se desnudan f¨ªsica y emocionalmente. Se trata de la primera parte de La Trilog¨ªa de la Fragilidad, que se ha estrenado en la sala madrile?a.
La funci¨®n, que no tiene un hilo narrativo, transcurre a trav¨¦s de la conversaci¨®n entre Claudia y Celeste, ¨¢ngel y demonio. El ¨ªntimo di¨¢logo sobre la fragilidad y el caos penetra en sus cuerpos, que se mueven instintivamente. Las dos atraviesan diferentes estados de ¨¢nimo. Hay momentos irreverentes, tiernos, pasionales y dolorosos. ¡°Como me gustar¨ªa desaparecer para ser visible¡±, confiesa Celeste a los espectadores.
Fuera de escena, la mujer trans de 59 a?os lamenta el retroceso social: ¡°Hemos ido a peor en cuanto a discursos de odio, a tener que pedir permiso para existir y a que se nos cuestione continuamente. Es muy jodido¡±. La canaria empez¨® a hormonarse hace ocho a?os. Ahora, frente al p¨²blico, se define como una persona ¨¢vida, vibrante e insaciable.
Durante la conversaci¨®n, las artistas coinciden en su anhelo por alcanzar el nirvana. La qu¨ªmica entre ellas sobre el escenario es evidente. Ambas comparten un pasado com¨²n: su formaci¨®n en danza cl¨¢sica durante su juventud. Sin embargo, transmiten energ¨ªas dispares en escena.
Claudia, con el pelo enmara?ado, bail¨® en el ballet de Boston. ¡°Aislamiento y soledad eran el nuevo decorado de su vida¡±, cuenta la narradora, que la compara con una campana de cristal. Un foco la ilumina. La sombra de su delgado cuerpo se proyecta en la pared y crea un efecto visual propio de la ficci¨®n.
Faci cuenta que las cartas entre ellas giraban alrededor de la fantas¨ªa que Vall¨¦s ten¨ªa de ella. Su papel sobre el escenario nace de la figura, imagen y persona que la directora cre¨® en su imaginaci¨®n bajo su nombre. ¡°Yo me reconoc¨ªa y me extra?aba a la vez. Eran fantas¨ªas que yo jam¨¢s hab¨ªa tenido conmigo misma¡±, admite. Las reflexiones en su correspondencia son el reflejo de est¨ªmulos y lenguajes que se plasman en un espect¨¢culo tan sensorial como desconcertante.
Las tres tejieron las escenas que componen la funci¨®n teatral, que tambi¨¦n ahonda en el concepto de la distancia. ¡°Si me acerco demasiado, dejo de ver los detalles. Es dif¨ªcil encontrar la distancia justa¡±, se cuestiona Claudia.
El origen de todas las preguntas es el caos. A sus 62 a?os, la directora se inspir¨® en la teor¨ªa del fil¨®sofo franc¨¦s Gilles Deleuze (1925-1995). ?l defend¨ªa que la filosof¨ªa, la ciencia y el arte tienen en com¨²n la lucha contra el caos. ¡°El arte abre grietas en el paraguas protector de la ciencia y la filosof¨ªa, que protege al hombre del caos, para dejar paso a la luz y lo desconocido¡±, explica la dramaturga.
¡°La mente occidental tiene la obsesi¨®n de tener todo controlado, darle nombre a las cosas y tener los conceptos muy claros¡±, declara Vall¨¦s. Pero, la gallega insiste en que es necesario acabar con el encasillamiento que se construye a partir de esa manera l¨®gica de pensar. Esta idea se manifiesta tanto en las l¨ªneas del guion como en la escenograf¨ªa.
El espacio, decorado tan solo con una alfombra blanca y dos sillones, refleja el alma de los personajes: ¡°El cineasta Roy Andersson habla de que el plano general, el espacio que rodea a una persona, dice m¨¢s de ella que su propio rostro¡±. La playa se presenta como una met¨¢fora del espacio, un lugar entre la tierra y el mar en el que no se dejan huellas y se pierde el sustento del suelo.
Los cuerpos de las protagonistas se levantan de la superficie y saltan libres por el escenario. Las dos bailan y cantan a la velocidad de los cambios de luces y al ritmo de una canci¨®n de rock. Las protagonistas se sientan en la mesa de cristal y contin¨²an su profunda conversaci¨®n. ¡°?Acaso somos m¨¢s que un personaje?¡±, concluye Claudia.
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