Identidad, precariedad y memoria en la Sala de Arte Joven
10 artistas emergentes exponen su trabajo en la XXXII muestra del Circuito de Artes Pl¨¢sticas organizado por la Comunidad de Madrid
Todo lo s¨®lido se desvanece en el aire; todo lo sagrado ha sido profanado. Han pasado casi dos siglos desde que Marx y Engels auguraron, en el Manifiesto Comunista (1848), el advenimiento de una aut¨¦ntica revoluci¨®n emancipadora que traer¨ªa consigo el final del viejo r¨¦gimen. Una ruptura que propiciar¨ªa una renovaci¨®n del esp¨ªritu humano; un punto y aparte que por fin borrar¨ªa los espejismos de seguridad y de poder en los que el individuo viv¨ªa inmerso.
¡°Pues parece que no. Nuestra generaci¨®n ha sufrido mil crisis que iban a ser grandes cambios de modelo, pero ya estamos m¨¢s que desenga?ados. 175 a?os despu¨¦s del manifiesto, todo lo que era s¨®lido contin¨²a desvaneci¨¦ndose, pero hoy lo vemos con m¨¢s estupor que alegr¨ªa. Ya no nos asombra. Estas arenas movedizas sobre las que nos movemos no son algo excepcional: son la norma¡±, argumenta Joaqu¨ªn Jes¨²s S¨¢nchez, cr¨ªtico de arte y comisario de la exposici¨®n resultante de la XXXII convocatoria del Circuito de Artes Pl¨¢sticas, y que puede verse en la Sala de Arte Joven (Avda. de Am¨¦rica, 13) hasta el pr¨®ximo 6 de febrero.
Tal es el punto de partida de una muestra que acoge la obra de diez artistas emergentes, todos ellos menores de 35 a?os, cuyas piezas, lejos de querer disput¨¢rselo, buscan convivir pl¨¢sticamente en el espacio expositivo, m¨¢s cerca del compa?erismo que de la rivalidad tan propia de los cert¨¢menes institucionales. ¡°El gran reto era, partiendo de las obras seleccionadas por el jurado, y que a priori no guardaban una relaci¨®n, encontrar alg¨²n paraguas discursivo para otorgarle un sentido al conjunto¡±, argumenta el comisario.
Precariedad de materiales y de sentidos
Tres son las l¨ªneas ret¨®ricas que S¨¢nchez identific¨® al estudiar las piezas con detenimiento, y con las que ha logrado, sin forzar sus significados genuinos, darles una cierta ligaz¨®n. ¡°En primer lugar est¨¢ el empleo de materiales industriales o poco glamurosos; una precariedad f¨ªsica que est¨¢ ¨ªntimamente relacionada con la precariedad tan propia de nuestro tiempo¡±, rese?a S¨¢nchez.
As¨ª lo deja ver la Gran serpiente, peque?a serpiente de Christian Lagata (Jerez de la Frontera, 1986), que, pese a la iridiscencia de su piel y a la sensibilidad que emanan sus formas sinuosas, no deja de ser un conjunto de canalones metalizados. Las piezas de ?lvaro Chior (A Coru?a, 1992) y Cristina Spinelli (Madrid, 1993), Carne viva y Overlapping Resonances ~Funus~ respectivamente, funcionan, en el contexto de la exposici¨®n, en una direcci¨®n similar. En la primera, a trav¨¦s del v¨ªdeo y la escultura, Chior reflexiona sobre las condiciones materiales que posibilitan el lenguaje; en la segunda, Spinelli parte de materiales como la cera o el fuego para resaltar el artificio que adquiere lo org¨¢nico cuando el ser humano interviene en ello pretendiendo su perfecci¨®n.
Hacerse cargo del pasado
¡°Un segundo concepto recurrente es el de la memoria conflictiva¡±, cuenta el comisario. Un pasado en el que los j¨®venes se ven, de alguna forma, obligados a intervenir: bien para evitar que desaparezca, bien para intentar resignificarlo.
En Pintura de roca, obra de Jorge Su¨¢rez-Qui?ones Rivas (Le¨®n, 1992), tres proyectores de Super 8 que se activan con el movimiento del paseante muestran una serie de im¨¢genes grabadas en el Valle de la Muerte, en las que una voz interroga a un hablante oriundo de T¨¹mpisa. ¡°Una lengua que ya pr¨¢cticamente no tiene hablantes, de la que nadie ha compuesto una gram¨¢tica y que muy posiblemente desaparezca pronto, al igual que est¨¢ desapareciendo la misma pieza del artista, de la que solo existe una ¨²nica copia: el Super 8 se va desgastando con cada proyecci¨®n¡±, rese?a S¨¢nchez.
La pieza de Candela Sotos (Madrid, 1986), de t¨ªtulo Canal, busca entablar un di¨¢logo con el pasado a trav¨¦s de la planta amaz¨®nica Yrupe?: mediante un rizoma que imita sus ra¨ªces, la artista establece una suerte de conexi¨®n subacu¨¢tica con su t¨ªo abuelo, cineasta cient¨ªfico que, exiliado en Argentina en la posguerra, realiz¨® un cortometraje sobre la misma planta.
Por su parte, Quiela Nuc (Madrid, 1990) y Andrea Beada (A Coru?a, 1988), integrantes del colectivo ¡°nucbeade¡±, buscan resignificar los llamados freakshows en su obra A cinquito, con derecho a tocar. ¡°Su manera de denunciar aquella violencia simb¨®lica es, huyendo de la mostraci¨®n de enanos o de mujeres barbudas que de nuevo incidir¨ªa en la penalizaci¨®n de esos cuerpos que no se ajustan a la norma, centrarse en las condiciones materiales que hac¨ªan posibles aquellas ferias¡±. Nuc y Beada recrean as¨ª, mediante una filmaci¨®n en Super 8, a quienes desempe?aban los oficios necesarios para el funcionamiento de tales espect¨¢culos: sastres, carpinteros, cartelistas...
Una identidad l¨ªquida
¡°Y el cuestionamiento de la identidad como algo s¨®lido y permanente es el tercero de los grandes conceptos que vertebran la muestra¡±, concluye el comisario y cr¨ªtico de arte. Una cuesti¨®n que hilvana Mover memoria, de Javier Vel¨¢zquez Cabrero (Madrid, 1990), quien lleva a cabo una transliteraci¨®n de gestos propios de la danza al lenguaje pl¨¢stico, con las piezas de Raquel G. Ib¨¢?ez (Madrid, 1989), Andrea Gonz¨¢lez (Madrid, 1990) y Lara Brown (Burgos, 1986).
La primera se interroga en How to disappear acerca del desvanecimiento del cuerpo mediante una instalaci¨®n sonora y lum¨ªnica apoyada en una serie de conjuros medievales. En Es imposible No puede ser, pieza audiovisual de Gonz¨¢lez que solo puede verse de noche y con todas las luces de la sala atenuadas, un grupo de vampiros son condenados a vagar eternamente por la Ruta del Bakalao en un momento como el actual, cuando ya no queda rastro alguno del movimiento clubbing. Lara Brown, en Puede que haya maneras de acercarnos, desarrolla, a trav¨¦s del v¨ªdeo, un mecanismo art¨ªstico para solventar la imposibilidad del contacto con las personas a las que quiere durante el confinamiento por coronavirus.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a nuestra newsletter diaria sobre Madrid.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.