En la calle por culpa del Metro de Madrid: 50 vecinos de San Fernando abandonan a la carrera sus casas ante la amenaza de derrumbe

La tarde del martes apura sus ¨²ltimas horas cuando un ruido sacude un edificio en la plaza de la Fuente del Tr¨¦bol de San Fernando de Henares, un municipio de 40.000 habitantes al Este de Madrid. Los 50 residentes salen a la carrera hacia la calle. Hay grietas en las paredes de sus casas que no estaban hace un segundo. Puertas que antes abr¨ªan que ahora est¨¢n violentamente encajadas. Y ninguno de ellos necesita esperar a los bomberos porque todos saben perfectamente lo que est¨¢ pasando: viven en una localidad donde m¨¢s de 100 vecinos han tenido que abandonar sus hogares desde 2021 como consecuencia de las grietas, roturas y desperfectos que empezaron a aparecer en sus viviendas con la llegada de la l¨ªnea 7B de Metro, en 2007. Tras varias horas de tensi¨®n, con varios ancianos esperando en un banco cubiertos con mantas, estas 24 familias unen su nombre a la lista. No pueden volver a sus casas y pasan la noche del martes repartidas entre un hostal, un hotel y casas de familiares. Al d¨ªa siguiente, ya mi¨¦rcoles, la Comunidad les comunica que el edificio es seguro. Pero hay quien no quiere volver. Sienten, dicen, ¡°p¨¢nico¡±. Miedo a que el techo se les caiga sobre la cabeza.

As¨ª lo resume Nines, una de las vecinas afectadas: ¡°Yo no voy a volver. A mi no me dan ganas. Me da igual si me llevan con grilletes, que hagan lo que quieran. Yo no entro a mi casa. Tengo a mi nuera embarazada, y lo que experiment¨¦ en mi casa no lo quiero experimentar m¨¢s. El suelo tembl¨®. Las paredes crujieron. Las copas se mov¨ªan. La puerta de casa se descuadr¨®. Tengo grietas para parar un tren, que me las han sellado con silicona para que no entre agua de la calle. El suelo se me est¨¢ levantando. No. Yo no vuelvo. ?Como si tengo que estar en una tienda de campa?a!¡±.

Todo arranca en 2007, cuando la entonces presidenta regional, Esperanza Aguirre, celebra la inauguraci¨®n de la l¨ªnea 7B, hecha a toda prisa para que se estrene justo antes de las elecciones. Desde el primer d¨ªa, las obras provocan algo parecido a un terremoto en el subsuelo: facilitan que el agua entre en contacto con la sal que entrevera el terreno, disolvi¨¦ndola y causando un corrimiento de tierras que hace que los cimientos de los edificios pierdan pie. 15 a?os despu¨¦s, ya se han derribado 27 viviendas y otras tantas est¨¢n a un paso de seguir el mismo camino, seg¨²n anunci¨® en diciembre la Comunidad, para un total de 54, seg¨²n cifras de la Administraci¨®n regional, que no concuerdan con las de la local (que dice tener constancia de 53). Como consecuencia, m¨¢s de 150 personas de m¨¢s de 100 familias han tenido que dejar sus hogares. Y muchas siguen viviendo entre grietas, ruidos tenebrosos y el miedo permanente a que se les caiga el techo encima.

¡°El desalojo constata que lo que est¨¢ haciendo aqu¨ª la Comunidad de Madrid son parches, puesto que en la parte trasera del edificio se lleva inyectando hormig¨®n desde hace semanas, y no est¨¢ resultando¡±, lamenta el alcalde socialista de la localidad, Javier Corpa, sobre los trabajos de estabilizaci¨®n del terreno que impulsa la administraci¨®n regional desde octubre. ¡°No puedo entender el pasotismo del gobierno regional¡±, a?ade el regidor, que este mi¨¦rcoles visitar¨¢ la zona de nuevo junto al l¨ªder de los socialistas madrile?os, Juan Lobato. ¡°San Fernando est¨¢ harto. ?Ya est¨¢ bien! ?Soluciones definitivas ya!¡±.

Porque el martes se viven en San Fernando escenas de gran tensi¨®n. Los vecinos llegan a su l¨ªmite tras meses y m¨¢s meses de desalojos, demoliciones y malas noticias. As¨ª ocurre todo.

¡°Esto es impresionante. Gente mayor, sin cenar, sin nada, porque solo les han dejado coger lo imprescindible¡±, cuenta en directo Eva, una de las vecinas afectadas por los desalojos, sobre el tenso ambiente que se genera en el municipio durante la tarde-noche del martes, cuando nadie sabe a¨²n qu¨¦ va a pasar. ¡°Ning¨²n bombero quiere firmar y tener la responsabilidad [de que los vecinos vuelvan a sus hogares]¡±, a?ade. ¡°Esto es vergonzoso¡±.

A la puerta del edificio se agolpan bomberos, miembros de protecci¨®n civil y polic¨ªas locales. La zona est¨¢ acordonada durante largos minutos. Abundan los cascos, por el peligro de que se caiga cualquier cosa, y los chalecos reflectantes. Pero lo que cae, inclemente, es el frio. Los vecinos lo aguantan sin saber qu¨¦ va a ser de ellos, ni de sus seres queridos, peque?os y mayores. El veredicto llega cuando se acercan las 22:00, y ya llevan varias horas de tribulaciones, nervios, enfado, desesperaci¨®n y tensos desencuentros con un representante de la Comunidad, el director general de infraestructuras, Miguel N¨²?ez, que se lleva alg¨²n empuj¨®n.

Los que no tengan coche dormir¨¢n en un hostal cercano. Los que s¨ª tengan medio de transporte ir¨¢n a un hotel. As¨ª se distribuyen: 18 son realojados por la Administraci¨®n regional y 32 se van a residencias de sus familiares. Algunos logran permiso para volver a entrar en el edificio al filo de las 23.00, para recoger sus cosas. Es una escena mil veces vista en San Fernando. La estampa que resume la desgracia de un municipio lleno de pancartas contra el Metro, zaherido por las grietas que se ven desde la calle, y roto por dentro. Por un lado de la escalera sale un residente cargando una bolsa. Por otro, uno que lleva una maleta con ruedines, como si se fuera de viaje. Pero no. El problema es que no: igual que cientos de vecinos antes que ellos, los que salen este martes conocen el d¨ªa en el que abandonan sus hogares, pero no la fecha en el que podr¨¢n volver. Si es que pueden: ya se han derribado 27 viviendas, y la Comunidad ha planteado que se derriben otras 27. Por eso nadie se f¨ªa cuando el mi¨¦rcoles llega la noticia de que los 50 desalojados de la plaza de la Fuente del Tr¨¦bol pueden volver a sus casas.

Da igual que la Administraci¨®n auton¨®mica asegure que esa misma ma?ana del martes sus t¨¦cnicos han realizado trabajos de auscultaci¨®n en la plaza Fuente del Tr¨¦bol, y que han comprobado que los edificios est¨¢n estables despu¨¦s de realizar las labores de consolidaci¨®n del terreno, consistentes en inyectar hormig¨®n debajo de la zona. No importa tampoco que la Comunidad recuerde la inversi¨®n de decenas de millones a lo largo de los a?os para intentar arreglar un desaguisado originado por el gobierno de Aguirre, con una obra tan mal rematada como para que la l¨ªnea 7B se haya tenido que cerrar nueve veces desde su inauguraci¨®n (m¨¢s de tres a?os en total) para ser reparada.

Los bomberos prefieren aplicar ¡°el principio de prudencia¡±. Menos de doce horas despu¨¦s, ya en mi¨¦rcoles, los t¨¦cnicos contratados por la Comunidad de Madrid dan el visto bueno al realojo del edificio. Se observan grietas, s¨ª. Puertas encalladas, tambi¨¦n. Es necesario un seguimiento constante, por supuesto, se lee en su informe. Pero invitan a los vecinos a volver a sus casas. Los afectados est¨¢n que trinan. Protestan ante la oficina de atenci¨®n que ha abierto la Comunidad en el barrio. Se encierran. Gritan. Para muchos de los residentes en la plaza de la Fuente del Tr¨¦bol, donde est¨¢ el edificio desalojado el martes, no es una buena noticia que puedan volver a sus hogares, ni est¨¢n dispuestos a dar el paso tan f¨¢cilmente: hacerlo significa dormir pensando en que la casa se les puede caer encima en cualquier momento.

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