Los pediatras de la UCI del hospital La Paz grabaron las vejaciones de su jefe: ¡°Nos llev¨® a una situaci¨®n de sumisi¨®n¡±
EL PA?S se re¨²ne con los siete doctores de un equipo de 13 especialistas por el supuesto acoso que recibieron y reconstruye los comentarios despectivos y c¨®mo debilit¨® su autoestima: ¡°Eres como un ordenador vac¨ªo¡±
Todav¨ªa se sorprenden cuando un compa?ero lee en alto una de las humillaciones que tiene anotadas. Las tienen presentes: en un cuaderno, en una tableta, en el m¨®vil o en decenas de folios impresos. Y las han repetido incontables veces en su cabeza ¨Dgritos, vejaciones, amenazas de despido¨D, pero escucharlas en la voz de otro reaviva el miedo y la angustia que sufrieron durante a?os. ¡°Est¨¢bamos alienados, nos hizo peque?os¡±, dice uno. El resto se mira ¨Duna mirada cansada, amarga¨D y asiente. Los siete son m¨¦dicos en la Unidad de Cuidados Intensivos (UCI) pedi¨¢trica del hospital La Paz (Madrid), la mayor¨ªa desde hace m¨¢s de 20 a?os, y los siete llevan dos meses de baja por el supuesto acoso del jefe de servicio, que fue cesado en 2020, pero este septiembre ha recuperado el puesto despu¨¦s de que una sentencia obligara a readmitirlo.
Son las 11 de la ma?ana y el bar, en el centro de Madrid, est¨¢ casi vac¨ªo. Los m¨¦dicos lo prefieren, porque lo que van a contar es largo ¨Ddesde que entr¨® el jefe en julio de 2013 hasta el cese en diciembre de 2020¨D y duele. ¡°Cuando nos dijeron que volv¨ªa [despu¨¦s de casi tres a?os fuera] se me destaparon todas las ollas a presi¨®n que hab¨ªa conseguido cerrar. Y pens¨¦: ¡®Otra vez no, otra vez no, otra vez no¡±, cuenta uno de los profesionales. Todos piden mantener el anonimato, porque el proceso judicial contin¨²a abierto ¨Dhan recurrido la sentencia, donde el juez concluy¨® que no hubo ¡°acoso laboral alguno¡±¨D y para preservar su intimidad.
El relato de los especialistas, m¨¢s de la mitad de una plantilla de 13, es individual y colectivo: ¡°Cada vez ten¨ªa una v¨ªctima distinta y hemos ido todos pasando por ello, cada uno en distintos periodos de su jefatura¡±. Recuerdan que los desprecios no llegaron de golpe, sino en un lento crescendo que los fue minando poco a poco. Todos hab¨ªan aprendido con ¨¦l y de ¨¦l, hab¨ªan sido compa?eros e incluso lo admiraban. ¡°Tiene un car¨¢cter que impresiona, es muy inteligente, seduce¡±, describe uno de los m¨¦dicos. Pero pronto, y uno a uno, empezaron a verse se?alados, intimidados en p¨²blico y en privado. ¡°Se encargaba de aislar a la persona que estaba acosando, cada vez que identificaba o cre¨ªa identificar que hab¨ªa una discrepancia en su criterio, alguien que no opinaba lo mismo que ¨¦l y que lo manifestaba abiertamente¡±, se?ala otro. Los siete comentan que en m¨¢s de una ocasi¨®n su superior se ha referido a ellos como ¡°la secta¡±. De hecho, en la sentencia, la defensa reproduce las palabras del m¨¦dico, que habla de un ¡°mot¨ªn¡± contra ¨¦l, orquestado por los compa?eros del servicio a ra¨ªz de discrepancias laborales.
Todo empezaba, y la experiencia es id¨¦ntica entre los siete, con una reuni¨®n individual en su despacho. Los m¨¦dicos, tranquilos, se sentaban frente al jefe a la espera de descubrir el motivo del encuentro. Entonces, el superior iniciaba un mon¨®logo donde se enfrentaba al facultativo por motivos diversos: trabajaba mal, le hab¨ªa puesto una mala cara en una reuni¨®n, no segu¨ªa sus directrices a rajatabla, se estaba amotinando contra ¨¦l. El tono se elevaba cada vez m¨¢s y las descalificaciones iban en aumento. Ninguno se lo esperaba. ¡°Hasta entonces era una referencia para m¨ª, fue mi maestro. Pero despu¨¦s de esa reuni¨®n mi personalidad cambi¨® radicalmente. Adopt¨¦ una posici¨®n de huida, de sumisi¨®n, de alienaci¨®n, de despersonalizaci¨®n... eres una persona distinta¡±, relata uno de los profesionales m¨¢s veteranos.
Tras el primer encuentro, algunos decidieron grabar los siguientes. ¡°La primera reuni¨®n me impact¨® tanto [fue en 2014] que la escrib¨ª para que nunca se me olvidase¡±, comenta el mismo m¨¦dico, y a?ade que ¡°la estrategia del jefe, algo de lo que presume, es presionar y presionar hasta que consigue ¡®romperte¡¯ y, una vez te has roto, aunque duela, eres capaz de ¡®ver el camino¡±. Todos cuentan que frases como esa ¨D¡°ver el camino¡±, ¡°llevarte por el camino¡± o ¡°volver al camino¡±¨D eran una referencia en su forma de trabajar y organizar el servicio. Los siete profesionales empezaron a apagarse, a esperar con miedo la pr¨®xima reuni¨®n, a llorar despu¨¦s de cada charla y a buscar asistencia psicol¨®gica y psiqui¨¢trica. ¡°Todo el mundo se volvi¨® gris¡±, resumen.
¡°Programaba estas reuniones peri¨®dicas para ver cu¨¢nto pod¨ªa doblar la vara antes de que te rompieras. Se pon¨ªa agresivo, se incorporaba sobre la mesa, se te acercaba. Y si ve¨ªa que la vara no se romp¨ªa, amenazaba con el despido¡±, se?ala uno de los m¨¦dicos. Muchas de las descalificaciones las grabaron despu¨¦s ¨Dy las ha podido escuchar este peri¨®dico¨D y se centran en la val¨ªa de los trabajadores, todos ellos m¨¦dicos superespecializados y acostumbrados a un puesto muy demandante: ¡°Tienes una actitud de funcionario, das la imagen de que este no es tu sitio¡±, se oye en una conversaci¨®n, donde el profesional intenta responder a numerosas acusaciones, pero no puede. En otra, se le escucha: ¡°Primas tus derechos al trabajo, esa es la sensaci¨®n que das¡± o ¡°las personas solo reaccionan cuando est¨¢n contra la pared¡±. O: ¡°Un duelo es que se te muera alguien. Me cuentas como excusa que has tenido un duelo y yo digo, ole tus cojones. Al decirme eso, la cagaste¡± y ¡°ya he organizado la posibilidad de que te vayas. No hablo en broma, no me tiro faroles¡±.
Otras charlas, individuales y en grupo, estaban enfocadas a la maternidad y el car¨¢cter de las doctoras mujeres: ¡°Eres una mujer y muy lista y eso es una combinaci¨®n peligrosa¡±; ¡°Qu¨¦ bien que est¨¦s aqu¨ª, porque con tu mujer no se puede hablar¡±; ¡°?Otro? ?Cu¨¢ntos m¨¢s vas a tener?¡±. En uno de estos encuentros, se oye al jefe decir lo siguiente: ¡°Entiendo que te has parado en un periodo como mujer, por tener hijos, y ese tiempo lo descuento, no lo considero¡±. A tres de ellas, les dijo que no val¨ªan para nada: ¡°Sois como ordenadores vac¨ªos¡±. Otras reuniones no pudieron grabarlas porque les pill¨® de improviso. Aun as¨ª, las anotaron todas.
Una de las m¨¦dicas opina que el jefe del servicio ¡°tiene un problema¡± con las mujeres embarazadas, con la maternidad y con la conciliaci¨®n: ¡°Cuando nos ve¨ªa embarazadas quer¨ªa echarnos de la UCI, pero siempre disfrazado de que era por nuestra salud. No puede ser que por estar embarazada mi jefe me diga que le viene bien a ¨¦l que me vaya de baja. Eso lo decidiremos mi m¨¦dico y yo¡±. Tambi¨¦n dice que penalizaba a las profesionales que volv¨ªan del permiso de maternidad, por ejemplo, con un mayor n¨²mero de guardias que el resto. ¡°Nos llamaba ¡®las madres¡±, dice, y recuerda lo mucho que le cost¨® comunicarle a su superior que se hab¨ªa quedado embarazada por tercera vez. Tambi¨¦n c¨®mo en una ocasi¨®n le pidi¨® a su marido que esperara fuera del despacho por si a mitad de la reuni¨®n romp¨ªa a llorar o necesitaba su ayuda.
Lo que cuentan los m¨¦dicos ahora tambi¨¦n lo contaron en 2020, cuando se abri¨® el protocolo de conflicto interno. Entonces, la Direcci¨®n General de Recursos Humanos entrevist¨® a los afectados, al jefe y a otros empleados y elabor¨® un informe que deriv¨® en el cese del m¨¦dico en diciembre de ese a?o, aunque continu¨® en la unidad como adjunto. El doctor recurri¨® el cese, que ha sido revocado en febrero de este a?o por sentencia judicial, donde se concluye que no hubo acoso laboral, sino ¡°claros incumplimientos de unas ¨®rdenes impartidas por un superior jer¨¢rquico¡±, y que la investigaci¨®n interna se llev¨® a cabo de forma poca rigurosa, por lo que quedaba anulada. Un a?o despu¨¦s, la Consejer¨ªa de Sanidad le abri¨® un expediente disciplinario por una falta grave y fue derivado a otra ¨¢rea del hospital p¨²blico. Esto tambi¨¦n ha sido recurrido por el doctor.
Para entonces, la mayor¨ªa de los m¨¦dicos estaba ¨Do hab¨ªa estado de forma recurrente¨D en tratamiento psiqui¨¢trico y tomaba medicaci¨®n para la depresi¨®n o la ansiedad. ¡°Devastados, rotos, sin parar de llorar. Es doloroso escuchar aberraciones contra ti y contra tus compa?eros y ser incapaz de alzar la voz, de contestarle. Est¨¢bamos completamente anulados¡±, resume una de ellos. La ¨²ltima reuni¨®n que tuvo con el jefe de servicio fue en mayo de 2020, cuando convoc¨® a ¡°las madres¡± ¨Dcuatro de los siete¨D para se?alar su insuficiente desempe?o durante la pandemia de la covid-19. ¡°A los dos d¨ªas busqu¨¦ un psiquiatra, fue una charla desoladora. Nos hizo mucho da?o. Hay fotos de esa ¨¦poca que he borrado porque no me reconozco y no quiero volver a ver la cara que ten¨ªa¡±, cuenta la misma doctora.
Ahora, dicen, solo les queda esperar y aseguran sentirse ¡°indefensos¡± y ¡°abandonados¡± por la direcci¨®n del centro y el Servicio Madrile?o de Salud (Sermas). ¡°Est¨¢ pendiente la resoluci¨®n [del recurso] que se elev¨® al Tribunal Superior de Justicia de Madrid. ?l present¨® una ejecuci¨®n provisional de la sentencia y el juez dict¨® un auto donde dice que provisionalmente y hasta que se resolviera esto, tiene que volver [al servicio]¡±, explica la abogada de los m¨¦dicos. Una vez se enteraron del regreso, los siete sintieron que todos los fantasmas volv¨ªan de nuevo y que no pod¨ªan trabajar en esas condiciones. ¡°Si nos seguimos exponiendo [al trato del jefe] podemos llegar a equivocarnos con un paciente. No podemos trabajar en lo que somos buenos, en nuestros ni?os¡±.
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