Bajo comercial con ventana a la calle desde donde se dispensa droga. Abierto 24 horas
Un local ocupado ilegalmente en el coraz¨®n de Lavapi¨¦s atormenta a los vecinos desde hace dos a?os, especialmente tras el desalojo del ¡®narcohotel¡¯ de La Quimera, a solo unas calles

Hace unos d¨ªas, T., un vecino del n¨²mero 11 de la c¨¦ntrica calle de Juanelo de Madrid, se encontr¨® un reguero de gotas de sangre en las escaleras de madera del rellano. No le sorprendi¨®, la noche anterior se hab¨ªan escuchado gritos y golpes en la planta baja. Para la veintena de residentes en este bloque del barrio de Lavapi¨¦s esta se ha convertido en la banda sonora que les acompa?a d¨ªa tras d¨ªa, noche tras noche. Para atestiguarlo, algunos de ellos muestran una decena de v¨ªdeos. Todo ese ruido es rutina para ellos. En el local comercial que hay en el bajo del edificio se instalaron hace dos a?os al menos una veintena de ocupantes ilegales. Seg¨²n los documentos gr¨¢ficos que tambi¨¦n aportan y ha podido comprobar este peri¨®dico, en una de las ventanas laterales han establecido su propia ventanilla dispensadora de droga 24 horas. ¡°El nivel de violencia que soportamos no es normal¡±, asegura T., de 37 a?os.
Podr¨ªa decirse que el bajo comercial de esta calle es uno de los narcopisos que operan en el barrio. Pero es algo m¨¢s que eso, porque no es frecuente tanto descaro, tanta visibilidad, de tal forma que se atienda al cliente desde una ventana a pie de calle. Los vecinos guardan un n¨²mero indeterminado de fotograf¨ªas de compradores apoyados en el alfeizar mientras se procede a la transacci¨®n. El fen¨®meno no es exclusivo de Lavapi¨¦s, pero este m¨¦todo de venta aumenta su visibilidad y la sensaci¨®n de impunidad. La situaci¨®n es tan insostenible que ¡°las dos familias que hab¨ªa con menores se han tenido que marchar¡±, explica M., otra vecina, de 40 a?os, que tambi¨¦n prefiere que no se publique su nombre para evitar problemas. ¡°La antigua presidenta de la comunidad trataba de hablar con ellos y llegar a acuerdos, como hice yo nada m¨¢s instalarme aqu¨ª hace a?o y medio. Pero un d¨ªa, uno de ellos se puso muy violento con ella. En ese momento ella ten¨ªa a su reci¨¦n nacido en casa y decidi¨® que hab¨ªa llegado el momento de irse¡±, resume. T. compr¨® aqu¨ª su piso hace dos a?os. ¡°En ese momento no observ¨¦ este nivel de agresividad¡±, reconoce. En esta comunidad, la mitad son propietarios y la otra mitad, inquilinos.
El pasado abril, una operaci¨®n conjunta de la Polic¨ªa Nacional y la Municipal permiti¨® el desalojo del inmueble y detuvieron a tres de sus ocupantes. Los agentes hab¨ªan obtenido una orden judicial de entrada y registro tras acreditar la venta constante de estupefacientes. Al acceder, intervinieron hasta seis sustancias estupefacientes distintas, coca¨ªna base, benzodiazepinas, hach¨ªs, sildenafilo y marihuana. Ese d¨ªa, los vecinos contaron a una veintena de personas saliendo por la puerta. Este peri¨®dico se ha intentado poner en contacto con algunos de los ocupantes del local, la mayor¨ªa j¨®venes de origen subsahariano, para conocer su versi¨®n y los motivos que les llevaron a instalarse all¨ª. Desde el otro lado de la puerta aseguran que ¡°no existe ning¨²n problema vecinal¡± y que no quieren hablar con nadie.
Los vecinos almacenan en sus m¨®viles pruebas del caos en el que est¨¢ sumida su comunidad. En uno, dos hombres que se pelean a pu?os junto a la ventana por la que venden la droga. En otro, los bomberos acceden al edificio despu¨¦s de que se produjera un peque?o incendio. Otro m¨¢s con los chillidos que retumban en el patio interior. Ya en 2018 los datos policiales indicaban que Lavapi¨¦s encabezaba la lista de barrios en los que m¨¢s narcopisos de desmantelaban. Solo en el primer semestre de 2022 la polic¨ªa desaloj¨® 14. Algo que las asociaciones achacan a la presi¨®n policial en otros puntos de venta habituales, como la Ca?ada Real Galiana, donde varias operaciones en los ¨²ltimos a?os han dejado heridos de gravedad a los narcos instalados en el asentamiento ilegal m¨¢s grande de Europa. ¡°Yo siempre lo digo: m¨¢s trabajo social, m¨¢s mediadores de calle. Esto no es un problema que se solucione desalojando y ya est¨¢. ?Qu¨¦ hacemos? ?Los vamos expulsando hasta que lleguen a Arganzuela [un distrito lim¨ªtrofe]? La polic¨ªa no puede hacer m¨¢s de lo que hace¡±, asegura Manuel Osuna, presidente de la asociaci¨®n de La Corrala y vecino del barrio desde hace d¨¦cadas.
Los residentes en este bloque comparten esa opini¨®n. Las patrullas acuden en cuesti¨®n de minutos cuando ellos llaman. Han sido tantas veces que incluso los propios afectados han aprendido a distinguir cuando es un incidente especialmente grave y cuando se est¨¢n produciendo altercados que ya entran dentro de su normalidad. Hace unos d¨ªas, su calle se llen¨® de luces azules y naranjas, las de los polic¨ªas y sanitarios que fueron a atender a un herido por arma blanca. ¡°No solo nos hemos reunido con la concejal¨ªa de distrito y mandos policiales, tambi¨¦n hemos mandado emails a asociaciones sociales, sin obtener respuesta¡±, recalca M. Las due?as del local pusieron en marcha hace unos meses un procedimiento civil de desalojo de su inmueble, del que todav¨ªa no hay resoluci¨®n.
Las im¨¢genes que almacenan los vecinos y comerciantes cercanos a este narcopiso recuerdan a escenas descritas en los peri¨®dicos de los a?os ochenta y noventa. Una informaci¨®n de 1991 hablaba de residentes ¡°haciendo guardia¡± a las puertas de los puntos de venta para disuadir a los clientes de un narcopiso de Alcal¨¢ de Henares. ¡°Tras una reuni¨®n vecinal mantenida la tarde del domingo, los residentes de ambos portales decidieron acabar con la venta de droga impidiendo que los drogodependientes adquieran la mercanc¨ªa¡±, rezaba la noticia. Otra de 1988 describ¨ªa ¡°colas de j¨®venes¡± esperando a comprar su dosis en una vivienda del distrito de Ciudad Lineal.
Es imposible saber cu¨¢ntas personas viven en el local, que lleva a?os desocupado y pertenece a unas particulares. Los residentes en el bloque aseguran que un d¨ªa vieron llegar a multitud de personas con maletas. Acababan de desalojar uno de los mayores edificios okupados de toda la ciudad, el conocido como narcohotel de La Quimera, solo unas calles m¨¢s abajo. Osuna asegura que ya lo advirti¨®: ¡°Se han disgregado por el resto del barrio, no iban a desaparecer. Este problema requiere una soluci¨®n integral desde el punto de vista social, pol¨ªtico, vecinal y policial¡±. Son muchas las voces de alarma pero pocas las actuaciones integrales. La Fiscal¨ªa Antidroga fijaba su atenci¨®n en este fen¨®meno en su memoria de 2022 y alertaba de la proliferaci¨®n de esta actividad en pisos de Madrid y Barcelona. Seg¨²n el an¨¢lisis de los fiscales, genera un ¡°aut¨¦ntico problema de seguridad p¨²blica y ciudadana¡±.
El bajo comercial de Juanelo tiene salida a la calle por una puerta con persiana que siempre permanece bajada. Los inquilinos dan un par de toques a la persiana y alguien del interior abre el portal, por el que acceden al local ocupado. En media hora, este peri¨®dico observa como salen y entran una decena de personas. ¡°Nos cansamos de arreglar la puerta de la entrada, ahora ya no tiene cristales¡±, se lamenta A., una vecina jubilada, de 69 a?os. Esta residente ense?a a trav¨¦s de las ventanas interiores del bloque el estado en el que se encuentra el patio com¨²n del edificio, lleno de zapatillas alineadas y de todo tipo de trastos, desde mesas y sillas hasta un par de esqu¨ªs. Por si llega la nieve a Madrid.
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