Julian Bell, tras los pasos del brigadista Julian Bell en Montecarmelo: ¡°Las batallas simb¨®licas importan¡±
Bell era sobrino de la escritora Virginia Wolf y uno de los combatientes que, se sospecha, est¨¢n enterrados en una fosa que podr¨ªa estar donde el Ayuntamiento de Madrid proyecta un cant¨®n de basuras
Julian Bell ha seguido los pasos de Julian Bell en Madrid. Julian Bell, el que est¨¢ vivo, es un reputado pintor brit¨¢nico de 72 a?os, vive en Sussex (Reino Unido) y naci¨® 15 a?os despu¨¦s de que el otro Julian Bell, su t¨ªo, que a su vez era sobrino de la escritora Virginia Wolf, muriera a los 29 a?os en medio de un bombardeo en la batalla de Brunete (Madrid), en 1937, en plena guerra civil espa?ola. Bell viaj¨® a Madrid en 2011 a reconstruir los ¨²ltimos pasos de su t¨ªo que, en un acto de rebeld¨ªa, se uni¨® a las filas de las Brigadas Internacionales que apoyaron al bando republicano durante la guerra. Pas¨® por la carretera que sale de Villanueva de la Ca?ada donde, calculaba, cay¨® la bomba que mat¨® a su t¨ªo mientras conduc¨ªa una ambulancia.
¡°Luego, me dirig¨ª al cementerio de Fuencarral, fui al muro donde est¨¢n las placas de los brigadistas internacionales y busqu¨¦ la placa brit¨¢nica. Era muy peque?a con respecto a las placas de los voluntarios franceses, polacos... ?Mucho m¨¢s peque?a en comparaci¨®n que el enorme monumento de los voluntarios sovi¨¦ticos!¡±, dice Bell, entre risas, en una entrevista telef¨®nica. La placa, de hecho, ni siquiera es una placa exclusivamente brit¨¢nica, sino que rinde tambi¨¦n homenaje a estadounidenses e irlandeses. ¡°All¨ª present¨¦ mis respetos, ante una marca en un muro. Nada sab¨ªa de la larga historia de la reubicaci¨®n de los cuerpos¡±, confiesa Bell. Mucho menos se imaginaba lo que har¨ªa detonar esa historia.
A principios de 2024, Bell se ha enterado de que el paradero del cuerpo de su t¨ªo y de otros 450 brigadistas internacionales ha sido una de las cartas que se ha jugado una asociaci¨®n vecinal en el barrio madrile?o de Montecarmelo para poner freno al Ayuntamiento por la construcci¨®n de un cant¨®n de basuras.
Lo ha sabido por la prensa, que ha contado, primero como un tema local, la oposici¨®n vecinal de Montecarmelo por la afectaci¨®n que pueda traer esta instalaci¨®n de limpieza. El asunto, sin embargo, salt¨® al plano internacional cuando los vecinos contactaron con la Asociaci¨®n de Amigos de las Brigadas Internacionales (AABI) para saber m¨¢s sobre la posible ubicaci¨®n de una fosa com¨²n donde, se sospecha, est¨¢n los restos de 451 brigadistas internacionales. Entre vecinos aficionados a la historia y afiliados a la AABI rescataron documentos hist¨®ricos y prendieron las alarmas, como cont¨® EL PA?S. Hab¨ªa indicios de que la fosa de los brigadistas pod¨ªa estar en el inmenso solar, o en los alrededores, de donde se proyectaba el cant¨®n del Ayuntamiento. En la fosa, se?ala la AABI, terminaron los brigadistas tras ser exhumados del cementerio de Fuencarral, donde estuvieron enterrados hasta los a?os 40. La plataforma vecinal No al Cant¨®n de Montecarmelo y la AABI enviaron cartas a una veintena de embajadas de los pa¨ªses que tienen nacionales enterrados en esa fosa advirtiendo del proyecto del cant¨®n. Tambi¨¦n tuvieron contacto con medios internacionales, entre ellos The Guardian. All¨ª fue donde Bell supo de la historia de la fosa donde se cree est¨¢ su t¨ªo.
Bell se enter¨®, adem¨¢s, de que la Direcci¨®n General de Memoria Democr¨¢tica preparaba un proyecto de ¡°prospecci¨®n arqueol¨®gica¡± para saber si en esa parcela, que est¨¢ al lado del cementerio de Fuencarral, est¨¢ o no la fosa com¨²n, como adelant¨® EL PA?S. ¡°Me gustar¨ªa escuchar por los medios de comunicaci¨®n que los encontraron¡±, dice Bell. ¡°Si se descubriera que los cuerpos est¨¢n en esa zona, claramente los planes del Ayuntamiento deben cambiar. Hay muchos lugares donde poner esa instalaci¨®n, pero solo uno donde yacen los muertos¡±.
Han pasado 13 a?os desde que Bell estuvo frente al memorial de los brigadistas internacionales en el cementerio de Fuencarral. De esa visita, hizo un par de fotos con su c¨¢mara digital: una al muro en el cementerio donde est¨¢n las placas en memoria a los brigadistas y otra a un campo a las afueras de Villanueva de la Ca?ada. ¡°Dispar¨¦ la foto en lo que cre¨ªa era el lugar aproximado donde cay¨® la bomba que mat¨® a mi t¨ªo¡±, explica Bell, ¡°a lo lejos, se ve¨ªan las monta?as. Todo el paisaje daba una tranquila belleza¡±. En la foto se ve una inmensa explanada de hierba y flores. Reconoce que quiz¨¢ no es lo mismo que vio su t¨ªo antes de morir: ¡°Fue en julio de 1937. Supongo que, para esa estaci¨®n, toda la hierba deb¨ªa estar seca¡±. Bell ha pensado en pintar algo a partir de esas fotograf¨ªas. ¡°Desafortunadamente, nunca lo he hecho¡±, admite.
En casa, cuenta, se hablaba poco de ese hombre que fue a la guerra en Espa?a. ¡°Era muy dif¨ªcil que mi padre [Quentin Bell] hablara de su hermano. Era una especie de trauma¡±, recuerda. ¡°Mi padre y su hermano crecieron juntos. Julian era solo dos a?os mayor, estaban muy unidos. Pasaron mucho tiempo de su infancia y su juventud hablando de pol¨ªtica y de guerra¡±, agrega. Los padres de los hermanos, junto a Virginia Woolf, eran miembros del C¨ªrculo de Bloomsbury, un grupo de intelectuales brit¨¢nicos que hablaban de literatura, arte y sociedad.
Julian Bell, asegura su sobrino, fue una persona muy interesada en la pol¨ªtica: ¡°Quer¨ªa trabajar por causas progresistas que le importaban, quer¨ªa estar implicado en los grupos antifascistas en los a?os 30. La familia trat¨® de convencerlo de que no fuera como soldado con las Brigadas Internacionales¡±. Solo consiguieron que condujera una ambulancia porque pensaban que era m¨¢s seguro.
El artista Julian Bell es el ¨²nico miembro de la familia que ha estado en Espa?a tras las huellas de ese pariente que no volvi¨® de la guerra. ¡°Si te dan un nombre, tiene un significado. Por supuesto que para m¨ª hab¨ªa preguntas, qui¨¦n era esa persona y por qu¨¦ era tan importante¡±, afirma Bell. No descarta regresar a Madrid si, en medio de las catas que prepara el Gobierno, salen a la luz los huesos del otro Bell. ¡°Las batallas simb¨®licas importan¡±.
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