Vallecas se moja por Palestina en su tradicional Batalla Naval
Los vecinos del barrio se lanzan a las calles para combatir el calor a punta de pistola de agua en una l¨²dica refriega entre ¡°marineros de secano¡± que atesora 42 a?os de historia
Mucho ha llovido ya desde aquel d¨ªa de julio de 1981 en el que varios j¨®venes, de manera involuntaria, iniciaron una tradici¨®n de casi medio siglo. Motivados por el af¨¢n de aplacar el calor durante las celebraciones de las Fiestas del Carmen, en Vallekas ¡®La Karmela¡¯, estos vecinos convirtieron las bocas de riego del Bulevar en su mejor aliado, y posteriormente, en 1982, el ¡°?Vallekas, puerto de mar!¡± en su grito de guerra. Cuarenta y dos a?os despu¨¦s, el barrio cuenta con un Paseo Mar¨ªtimo en la Calle de Payaso Fof¨®, un centro de salud inaugurado bajo el t¨ªtulo de ¡°Hospital del Mar¡±, una parroquia, la de San Carlos Borromeo, bautizada como ¡°Katedral del Mar¡± e incluso una Cofrad¨ªa Marinera, establecida en el a?o 2000 y encargada de organizar esta ¡°l¨²dica, reivindicativa y ut¨®pica¡± refriega entre ¡°marineros de secano¡±.
El concepto de utop¨ªa est¨¢ ¨ªntimamente ligado a la propia historia de Vallecas. As¨ª lo afirma rotundo Pedro Mart¨ªnez, vallecano ¡°de toda la vida¡± y miembro de la Cofrad¨ªa Marinera desde un a?o despu¨¦s de su fundaci¨®n. Mart¨ªnez, de mediana edad y gesto amable, se prepara ya para recorrer las angostas calles del barrio adornando fachadas y engalanando cornisas con motivos marineros. Colabora en la tarea junto a sus compa?eros cofrades, vecinos tambi¨¦n de este barrio ¡°construido por gente que vino a buscarse la vida, y que se instal¨® en las llamadas casas bajas.¡± Es el eufemismo, nos cuenta, que acu?aron los propios vecinos para dignificar a las chabolas. Explica que de esas chabolas se les pretendi¨® expulsar mediante los planes de urbanismo de los a?os setenta. Y con cierto regusto a victoria recuerda que ¡°a base de lucha, consiguieron lo que parec¨ªa imposible: ser reubicados en el mismo barrio¡±. La utop¨ªa que aqu¨ª llevan por bandera, sentencia, evoca que ¡°en Vallecas, todo es posible¡±.
En esta edici¨®n de tan ¡°multitudinaria, intergeneracional y multicultural¡± fiesta, como ya hicieran en 2002, los vecinos del combativo barrio de Vallecas se ¡°mojan por Palestina¡±. Una reivindicaci¨®n que ¡°era innegociable, no hab¨ªa otra¡±. Mart¨ªnez manifiesta que haber alzado la voz por cualquier otra causa habr¨ªa supuesto ¡°mirar hacia otro lado y normalizar un genocidio¡±. En sus palabras, los hechos que llevan a?os sucedi¨¦ndose en Palestina son ¡°una barbaridad a la que no se le da soluci¨®n¡±.
Horas antes del inicio de la Batalla Naval ya se aprecia el ambiente de celebraci¨®n y protesta en los alrededores del recinto ferial. Numerosas banderas palestinas en los balcones, y multitud de pistolas de agua empu?adas por mayores y peque?os, atestiguan que una gran jornada est¨¢ a punto de comenzar. Caminando por la Plaza Vieja nos encontramos con Mai Al Bayoumi, refugiada palestina encargada de redactar el preg¨®n en esta edici¨®n de la batalla. Ella no es ajena a la situaci¨®n en la Franja de Gaza. ¡°Conoc¨ª a mi familia a trav¨¦s de un muro¡±, expresa emocionada, mientras explica que ya naci¨® forzada a ser una exiliada, en un campamento de refugiados en el Sina¨ª (Egipto). Para Al Bayoumi, poder formar parte de un evento festivo, popular y tan reivindicativo como es la Batalla Naval, es una oportunidad perfecta de aludir a la gravedad de la situaci¨®n en Palestina. Una ocasi¨®n para recordar que ¡°no nos podemos quedar de brazos cruzados¡±.
El calor aprieta y los vecinos est¨¢n expectantes. Encaramadas al barco pirata que adorna el Bulevar, las compa?eras de Al Bayoumi entonan un emocionante preg¨®n. Cierran con un un¨¢nime y atronador: ¡°?Que viva Palestina libre! y ?que comience la Batalla Naval!¡±. Las gargantas de todo Vallecas replican la sentencia. El rugido retumba en todo el barrio. Tras este clamoroso grito al un¨ªsono, pistoletazo de salida a la fiesta, barre?os y cubos de agua al aire y Vallecas se convierte, un a?o m¨¢s, en un puerto de mar a m¨¢s de 300 kil¨®metros de la costa.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a nuestra newsletter sobre Madrid, que se publica cada martes y viernes.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.