De mi barrio no me sacas: por qu¨¦ muchos en Madrid eligen mudarse a solo unas calles
Para cuidarse mutuamente, por un fuerte arraigo al entorno o porque los amigos est¨¢n en el portal de al lado, el distrito en el que uno habita es el predilecto para mudarse en la capital
Esther Villanueva, odont¨®loga de 26 a?os, ha atravesado por casi todas las fases por las que pasa una joven que llega a estudiar a Madrid. Colegio mayor, compartir casa con amigas y vivir sola. Esta ¨²ltima fase se complica para muchos cada a?o, eso s¨ª, pero ella lo ha logrado. Cuatro mudanzas en seis a?os, siempre dentro del mismo barrio, Arg¨¹elles, en el distrito de Moncloa. Esta fidelidad a unas calles transpira algo m¨¢s que la simple comodidad de hacer una mudanza a pocos metros. Detr¨¢s de esta decisi¨®n hay motivos que tienen que ver directamente con el sentido de pertenencia que tienen muchos de los habitantes de una gran ciudad a una porci¨®n muy espec¨ªfica de esta. La amiga en el portal de al lado, la madre a solo dos calles, o el m¨¦dico de toda la vida que te conoce por nombre y apellido. Los datos muestran que, cuando hay que mudarse, los habitantes de Madrid eligen su propio distrito o un barrio adyacente.
Esta idea de que tu barrio es tu lugar en el mundo se aplica a los nacidos en Madrid y a los que han llegado como adultos. Villanueva, por ejemplo, lleg¨® para estudiar la carrera y ella y sus amigos han hecho de Arg¨¹elles el lugar en el que construir su red de confianza, esa con la que puedes contar cuando necesitas un brazo amigo en una ciudad de 3,2 millones de personas. ¡°Nunca me he planteado irme a otro barrio, todos hemos intentado vivir cerca para vernos mucho¡±, se?ala con convicci¨®n.
Seg¨²n los datos municipales de movilidad residencial dentro de Madrid, la mitad de las mudanzas se hacen dentro del propio distrito y la otra mitad se divide entre los otros 20, con preferencia por los barrios adyacentes. En 2021, hubo 242.063 cambios de domicilio en la capital y en todos los casos se observa que es el propio distrito el predilecto para los traslados. Por ejemplo, de los 20.831 movimientos de hogar que hubo en Carabanchel, 11.002 permanecieron en el distrito, o de las 19.761 mudanzas de Puente de Vallecas, 11.259 se quedaron en esas mismas calles. Muy significativo es el caso de Centro, que se queda con 6.622 de los 15.830 cambios de domicilio, pero deja ver un trasvase de poblaci¨®n al distrito pegado a ¨¦l, Arganzuela, con 1.378 traslados.
Los diferentes estudios y encuestas municipales y auton¨®micas sobre la vivienda en Madrid fueron la materia prima que utilizaron los investigadores de la Universidad Complutense Margarita Bara?ano y Jos¨¦ Santiago en su estudio sobre los arraigos en las ciudades como soportes frente a la vulnerabilidad, y tambi¨¦n Jos¨¦ Ariza de la Cruz y Daniel Sorando en el suyo, titulado Cauces socioespaciales: segregaci¨®n y arraigo en Madrid, ambos publicados en la Revista Espa?ola de Sociolog¨ªa. Los autores dividieron el mapa de los cambios de domicilio en ret¨ªculas, en la que uno era la menor distancia y 10 la mayor, y concluyeron que el 55% de las mudanzas se hacen dentro del primer nivel y el 70% en los dos primeros niveles.
Este ha sido el caso de Jes¨²s Ortega, periodista de 38 a?os, que vende Moratalaz con la convicci¨®n de alguien que transmite parte de su esencia: ¡°El barrio ha sido mi ni?ez y el regreso que siempre so?¨¦. Siempre ha sido mi hogar en diferentes etapas, cuando conviv¨ª con mi pareja y cuando empec¨¦ una nueva vida solo. En mi vida adulta, mis mejores momentos tambi¨¦n los he vivido aqu¨ª¡±. ?l creci¨® en Moratalaz hasta los 20 a?os, despu¨¦s se mud¨® con sus padres a Sainz de Baranda, distrito Retiro, a seis minutos en coche al otro lado de la M-30, una de esas fronteras del coraz¨®n de Madrid. ¡°Tengo suerte de vivir aqu¨ª, porque con los precios del centro, la gente est¨¢ descubriendo los barrios y los alquileres tambi¨¦n est¨¢n subiendo¡±, puntualiza.
Bara?ano identifica en este tipo de argumentos una cuesti¨®n identitaria, de arraigo y de tejido social que un ciudadano crea a lo largo de su vida. ¡°El territorio no es solo un espacio f¨ªsico, sino algo que est¨¢ pre?ado de relaciones sociales con amigos, familiares, los comerciantes, el vecino al que le pides un favor o el m¨¦dico del centro de salud. Son los referentes que te ayudan a hacer tu vida. Si te cambias a un sitio totalmente distinto, todo eso desaparece¡±, sostiene la investigadora de la Complutense. ¡°Lo acabamos de ver con Lamine Yamal ¡ªjugador de la selecci¨®n espa?ola y el F. C. Barcelona¡ª, que celebra sus goles con el n¨²mero que identifica su barrio ¡ªen Matar¨® (Barcelona)¡ª. Hay barrios muy identitarios, gente que te dice que se va a quedar en ellos hasta el final¡±, a?ade.
Los expertos sostienen que en las sociedades de la Europa del Sur la proximidad se ha establecido como un elemento fundamental para compensar la ¡°escasa cobertura del sistema de bienestar¡±. Bara?ano hace especial hincapi¨¦ en lo que se refiere a los cuidados. ¡°El sistema como mucho te cubre que alguien vaya dos horas a ver a tu padre, es inviable que t¨² te hagas cargo de esa tarea si tienes que recorrer dos horas para ir a su casa. Y lo mismo pasa con el cuidado de los nietos¡±, indica.
Este extremo se vio confirmado en un momento reciente como el de la crisis sanitaria de la covid. ¡°En el caso de las movilidades residenciales (cambios de domicilio), la pandemia nos mostr¨® hasta qu¨¦ punto aquellas fueron, en buena medida, fruto de la necesidad de estar cerca y cuidar a los seres queridos, especialmente a las familias. As¨ª lo confirma que el 46% de las personas que cambiaron de residencia durante la pandemia se refiriese a ello como motivo de su decisi¨®n¡±, indican los autores Bara?ano y Santiago.
Pablo Albacete, de 34 a?os y trabajador del sector de la publicidad, es el claro ejemplo de chico de barrio. Naci¨® y se cri¨® en Quintana, en el distrito de Ciudad Lineal, en el este de Madrid. Antes de acabar sus estudios universitarios, encaden¨® varias estancias en el extranjero y en otras ciudades de Espa?a y en 2018 volvi¨® a casa de sus padres. No ten¨ªa duda de que se iba a emancipar en las calles que lo hab¨ªan visto crecer y tuvo la suerte de que un familiar lejano le alquil¨® una casa a un precio amigo.
Sus padres viven a un minuto, su abuela resid¨ªa en su mismo bloque hasta que muri¨®, cada vez que puede baja a tomar el caf¨¦ con su t¨ªa Marta, una de las personas con las que m¨¢s le gusta hablar, y su hermano tambi¨¦n estaba en el barrio hasta que ha tenido que trasladarse a uno cercano cuando se ha convertido en padre y ha necesitado m¨¢s espacio. ¡°Aun as¨ª, est¨¢n a tiro de piedra y, para nosotros, es fundamental poder disfrutar de nuestro sobrino en cualquier momento¡±, puntualiza Albacete. ¡°Me siento superafortunado del tiempo de calidad que paso con mi familia y amigos. Solo veo ventajas a vivir aqu¨ª. Salgo a correr por el parque de siempre, me gusta conocer al del bar o al de la tienda que en muchos casos fue compa?ero de colegio... Este sitio es como un pueblo dentro de la gran ciudad, un sitio obrero y humilde en el que me siento c¨®modo¡±, se?ala.
Otro de los factores que influye en las mudanzas a corta distancia es la edad a la que los hijos se emancipan, que en Espa?a de media supera los 30 a?os. Mar¨ªa Prieto, documentalista de 31 a?os, se acaba de comprar una casa en el mismo distrito en el que se ha criado, Ciudad Lineal, donde tambi¨¦n se la compr¨® su hermano y donde sigue viviendo su madre y tambi¨¦n su novio. ¡°Siempre hab¨ªa imaginado vivir una temporada en el centro, pero cuando he podido emanciparme me he dado cuenta de que no es lo id¨®neo para lo que yo quiero en la vida, es agradable tenerlo cerca pero no vivir ah¨ª. Y si alg¨²n d¨ªa tengo hijos, prefiero la idea de estar en mi barrio¡±, resume.
Aunque no siempre es posible quedarse en donde uno quisiera y por eso hay que crear nuevos hogares para favorecer esos cuidados. ¡°Las tensiones del mercado inmobiliario, los procesos de gentrificaci¨®n o de expulsi¨®n, junto con otros factores, parecen estar incidiendo de manera creciente al dificultar el acceso a la vivienda en el territorio de preferencia y obligar a una movilidad residencial forzada¡±, apunta el an¨¢lisis de los expertos de la Complutense.
Bel¨¦n Rueda, maquilladora de 34 a?os, viv¨ªa con su madre, Mar¨ªa Elvira Carrera, y su marido en una amplia casa de La Estrella, el distrito de Retiro, uno de los m¨¢s caros de la capital. Cuando naci¨® su hijo, Mateo Rodr¨ªguez, hace casi tres a?os, Bel¨¦n y su marido permanecieron sus primeros meses de vida en el domicilio materno. ¡°Fue una ayuda enorme, mi marido no pudo pillar toda la baja, y fue fundamental que estuviera con nosotros al principio¡±, reconoce Rueda.
Pero lleg¨® el momento de emanciparse y, por mucho que rastre¨® por los alrededores de aquella casa, fue imposible encontrar nada que encajara con sus expectativas y se adaptara a su econom¨ªa. El alquiler m¨¢s com¨²n en Retiro es de 1.134 euros por un piso de 80 metros cuadrados, un 18% m¨¢s que en 2016. As¨ª que ampli¨® el horizonte y busc¨® en otros barrios. Encontr¨® un piso que pod¨ªa permitirse en Puerta del ?ngel y su madre no lo dud¨® y tambi¨¦n hizo las maletas y abandon¨® su casa en La Estrella. ¡°Era una casa muy grande para ella, se pagaba mucho de comunidad y mi madre y yo hacemos el d¨ªa a d¨ªa la una con la otra, a m¨ª me da la vida estar juntas y as¨ª yo tambi¨¦n puedo estar pendiente de ella¡±, explica Rueda. Ahora, viven a 120 metros de distancia y se cuidan mutuamente.
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