El hor¨®scopo es mentira; opini¨®n impopular
Algunas creencias pseudocient¨ªficas reviven en el hueco que deja la disminuci¨®n de la religiosidad o la derrota de la idea de progreso ante la perspectiva de un futuro abolido
Huele a incienso, claro, y suenan unos tambores rituales de fondo. Hay un se?or que no se sabe si est¨¢ meditando o durmiendo la siesta. Abundan los grandes cl¨¢sicos como las piedras o las joyas m¨¢gicas, la lectura de las runas o el tarot (una lectura completa, 40 euros), pero ¨²ltimamente los ¨¢ngeles, incluso los arc¨¢ngeles, parecen ser tendencia. La Feria Esot¨¦rica de Madrid se celebra cada a?o en la estaci¨®n de Chamart¨ªn y casi nunca me la pierdo. En un sitio te ofrecen fotograf¨ªas del aura, al lado esperan los videntes de nombre ex¨®tico y un hombre, muy orgulloso, ofrece ¡°tecnolog¨ªa cu¨¢ntica¡± que, asegura, aumenta el aura de energ¨ªa entre tres y cuatro veces (algo indispensable para aquellos que est¨¢n en el camino del ¡°despertar espiritual¡±). Una modesta exposici¨®n ahonda en los ciclos de la reencarnaci¨®n. En un panel se plantea este debate: ¡°?Es la reencarnaci¨®n de John Travolta o una coincidencia?¡±, refiri¨¦ndose al parecido del actor con una persona fotografiada en 1860. Hay quien dice que es, m¨¢s bien, un viaje en el tiempo. Aqu¨ª todo es posible.
Por all¨ª y por all¨¢ giran p¨¦ndulos, se practica el reiki con grandes aspavientos o se cruzan varillas met¨¢licas que detectan energ¨ªas misteriosas. ?El p¨²blico de este esoterismo trash? Pues gente normal, mucha de ella joven: la astrolog¨ªa y otras pseudociencias lo petan en ciertas franjas de edad. Mi compa?ero Tini Portillo, que tiene la suerte y la desgracia de ser veintea?ero, me ha contado que, en su generaci¨®n, aunque a uno le parezca una patra?a el hor¨®scopo, mejor no decirlo: est¨¢ mal visto, porque seguir el designio de los astros es guay.
(Inciso: es guay que los zetas sigan diciendo ¡°guay¡±).
El hor¨®scopo hab¨ªa sido erradicado en muchos medios de comunicaci¨®n y arrinconado en la tele a esas franjas de madrugada donde los videntes seducen a la c¨¢mara con mirada intrigante y desparpajo almodovariano, pero hete aqu¨ª que, redes sociales mediante, vuelve a ser cosa cool, divertida, colorida, moderna. El argumento, entiendo, es el siguiente: s¨ª, ya sabemos que el hor¨®scopo no es conocimiento cient¨ªfico y que probablemente no sea muy eficaz en su prop¨®sito de predecir el futuro y catalogar a las personas, pero no seas un pl¨²mbeo cientifista y d¨¦janos echarnos unas risas con esta cosa tan simp¨¢tica de los g¨¦minis y los piscis. Mis bendiciones.
Lo cierto es que el hor¨®scopo puede ser muy divertido y, en general, hay mucha belleza en las ciencias ocultas y el esoterismo. Basta leer a Jorge Luis Borges, amigo de la c¨¢bala, la gnosis, los infinitos y los laberintos para descubrir lo que tiene de est¨¦tico lo misterioso, o consultar el libro Visiones de fuego (La Felguera), de Mar¨ªa Pandiello, para deleitarse con las im¨¢genes que produjo la alquimia. En la exposici¨®n La torre invertida, en La Casa Encendida, se recorre el arte inspirado en los arcanos del tarot. Una buena introducci¨®n al ocultismo, la que utilic¨¦ en mi cada vez m¨¢s lejana juventud, es la Historia de la filosof¨ªa oculta de Alexandrian, que publica Valdemar.
La magia natural, la alquimia o la astrolog¨ªa, fueron, adem¨¢s, siguiendo a la historiadora Frances Yates y su hip¨®tesis herm¨¦tica, fundamentales para el desarrollo de la ciencia moderna en el Renacimiento. En tiempos en los que el conocimiento solo se buscaba en los textos sagrados o los sabios griegos (tambi¨¦n sagrados de alg¨²n modo); los magos naturales, los alquimistas y los astr¨®logos decidieron dejar de escrutar lo escrito e interrogar directamente a la naturaleza. Por eso Johannes Kepler o Isaac Newton, adem¨¢s de padres de la ciencia moderna, pasaron bastante tiempo dedicados a la pseudociencia, todav¨ªa no considerada como tal.
Pero del goce est¨¦tico o el inter¨¦s como manifestaci¨®n cultural a tomarse en serio estas disciplinas hay un trecho: ser¨ªa como seguir confiando en la teor¨ªa del flogisto o el ¨¦ter lumin¨ªfero. El conocimiento avanza, aunque no para todos, como se ve en la feria de Chamart¨ªn, donde se sigue fiando el futuro a velas olorosas y filtros de amor: el futuro es el gran objeto de este esoterismo ferial. Y es natural que cuando el porvenir se ve tan turbio se acuda en busca de pociones y pir¨¢mides que lo aclaren. El mercado global de la astrolog¨ªa fue valorado en 12.800 millones de d¨®lares en el a?o 2021, seg¨²n cita Yuval Noah Harari en su reciente ensayo Nexus (Debate), antes de explicar la influencia que esa pseudociencia, a pesar de su car¨¢cter supersticioso, ha tenido en la historia de la humanidad. Por ejemplo, condicionando las decisiones de tantos reyes y emperadores. Algunos gobernantes todav¨ªa se la toman en serio.
Que el hor¨®scopo est¨¦ de moda y el esoterismo se mantenga en un mundo eminentemente cient¨ªfico-t¨¦cnico (para bien y para mal) es algo que horrorizar¨ªa a Carl Sagan, pero que no es tan extra?o. Una raz¨®n estriba en lo que Max Weber llam¨® desencantamiento del mundo: en una sociedad cada vez m¨¢s racional y con menos espacio para lo espiritual, necesitamos aferrarnos a algo. La mentalidad posmoderna, que nivela todo tipo de discursos, cient¨ªficos y pseudocient¨ªficos, como construcciones sociales, allana el camino. La citada sensaci¨®n de futuro abolido hace que, ante la incertidumbre, nos refugiemos en creencias obsoletas que prometen que cualquier cambio est¨¢ en nuestra mano, o en la de nuestro mago de referencia.
Hay muchas fuerzas que, rebotadas en el muro del futuro, nos empujan a tiempos preilustrados, y no solo en cuesti¨®n de creencias: el ascenso de la extrema derecha asilvestrada y digital tambi¨¦n propone un regreso a un estado previo a la Ilustraci¨®n. El rechazo del racionalismo, el abrazo del autoritarismo y el nacionalismo, la injerencia de la religi¨®n en la pol¨ªtica o la nostalgia de tradici¨®n. Y esto ya no tiene tanto brilli brilli como las cartas astrales. En la Feria Esot¨¦rica, un simp¨¢tico duende da la bienvenida, pero unas temibles brujas son las que nos dicen adi¨®s.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.