El regreso del moar¨¦: la tela noble que visti¨® palacios y salones de finales de los setenta se suma a la decoraci¨®n contempor¨¢nea
Usado desde la Edad Media entre el ropaje de la burgues¨ªa, el ¡®art dec¨®¡¯ italiano o el viejo Hollywood hicieron un amago por recuperar su brillo en hoteles y residencias. Hoy, este tejido vive un pen¨²ltimo resurgir, eso s¨ª, solo para los m¨¢s atrevidos
Cuenta la leyenda que el esp¨ªritu de Catalina Howard, una de las esposas de Enrique VIII que fue decapitada por orden expresa de su marido, vaga desde su muerte por las lujosas estancias del palacio londinense de Hampton Court. No es la ¨²nica. El espectro de Juana Seymour, la tercera mujer del monarca que muri¨® a la semana de dar a luz, tambi¨¦n se deja ver (dicen) por los patios con una vela encendida en la mano. Ellas son las ¨²ltimas inquilinas de la que fuera residencia de la familia real brit¨¢nica hasta el siglo XVIII, testigos privilegiados de la magnificencia casi intacta que acompa?¨® a su planta barroca culminada por el famoso laberinto de su jard¨ªn. Un derroche de riqueza en todos los sentidos que abraz¨® las ¨²ltimas tendencias en mobiliario y decoraci¨®n a lo largo de sus diferentes etapas.
Una de sus memorables proezas fue envolver la habitaci¨®n de Guillermo III de Inglaterra de una seda gruesa en rojo carmes¨ª con una trama hipn¨®tica conocida como moir¨¦ (moar¨¦ o muar¨¦, en castellano). Tal fue su impacto en la corte que a partir de entonces empez¨® a popularizarse en ambientes palaciegos y se?oriales de todo el Reino Unido (el castillo de Coole en Irlanda o la grandiosa mansi¨®n de Attingham en los Midlands, entre otros) para facilitar la transici¨®n entre tapices al cubrir las paredes de los aposentos.
Ese acabado bru?ido que acapar¨® vestimentas de gala y tapicer¨ªas de muebles reales entr¨® en desuso al comienzo del siglo XX, en parte por la escasez de suministros que provoc¨® la Gran Guerra unida al incipiente inter¨¦s por materiales m¨¢s ligeros y c¨®modos que suscitaba los nuevos tiempos. Si el art dec¨® italiano o el viejo Hollywood hicieron un amago por recuperarlo (fue un elemento recurrente en las mansiones de Sophia Loren o Joan Crawford) y caus¨® cierto furor entre las musas de la bohemia sixties (Sharon Tate lo eligi¨® para su vestido de boda) fue en el ocaso de los a?os setenta cuando volvi¨® a recuperar su brillo de anta?o en hoteles y residencias. El director de cine y esteta Luca Guadagnino no dud¨® en recurrir al efecto moar¨¦ para recrear el ambiente original de 1977 en su remake de Suspiria (2018). Para ello cubri¨® las paredes del apartamento de Madame Blanc (Tilda Swinton) con una trama sobre seda gris de la marca milanesa de textiles Dedar, y evocar as¨ª ese retroglamour con el que aterrizaron los a?os ochenta en la decoraci¨®n.
El reci¨¦n estrenado como dise?ador de interiores vaticin¨® en cierta manera el regreso del moar¨¦ como una tendencia en alza en proyectos decorativos en lugares de ocio m¨¢s all¨¢ de ambientes palaciegos. El estudio del interiorista Robert McKinley es uno de sus f¨¦rreos defensores. Para la puesta de largo del nuevo restaurante Sant Ambroeus de Manhattan recurri¨® a un intenso moar¨¦ en tono teja para uno de sus salones, con el objetivo de conferir la elegancia del clasicismo europeo a un ambiente moderno y cosmopolita. ¡°Cuando eleg¨ª el moar¨¦ espec¨ªficamente para las paredes del comedor buscaba un tejido que la gente pudiera reconocer en la distancia, pero que no hubiera visto en 20 o 30 a?os¡±, revel¨® tras su inauguraci¨®n a Elle Decor el pasado oto?o.
La incipiente demanda de la colecci¨®n Vertigo que experimenta el fabricante belga de revestimientos textiles ARTE es otra prueba de la buena salud que goza este tejido en materia de interiorismo. Algunas de sus 14 referencias de color en moar¨¦ se han podido ver en remodelaciones como la del m¨ªtico Martha¡¯s Soho en Londres (junto a una chandelier y neones rosas) o los hoteles Twenty Seven y The Highlander, ambos en ?msterdam. En este ¨²ltimo se intercala incluso con baldosas de cer¨¢mica en el ba?o de las habitaciones, con un profundo azul que parece emular la tonalidad del oc¨¦ano. ¡°El moar¨¦ es como llevar una canci¨®n del grupo Beach House a un estampado: es psicod¨¦lico e infinito, te puedes sumergir en ¨¦l¡±, explica Cito Ballesta a EL PA?S. El arquitecto y Director de Arte, conocido por sus impactantes sets para eventos y campa?as publicitarias, alude a esa cualidad ilusoria de su trama como uno de sus grandes atractivos. ¡°Me recuerdan a esos juegos de ilusiones llamados estereogramas que se popularizaron en los a?os 2000. Aquellos que tras mirarlos con atenci¨®n un buen rato descubr¨ªan una reveladora figura en 3D¡±, explica.
Usado desde la Edad Media entre el ropaje de la burgues¨ªa, su etimolog¨ªa esconde en s¨ª un juego de palabras. Con un bagaje complejo y dilatado en el tiempo, el origen se vincula a la antigua palabra ¨¢rabe mukhayyar que significa ¡°pa?o de pelo de cabra¡±, en referencia a la lana de este animal producida en las aldeas de Ankara que hoy conocemos como mohair. Este vocablo fue arrastrado durante siglos entre las altas esferas de Inglaterra y Francia para referirse al efecto acuoso e irisado (derivado de la palabra moirer, en franc¨¦s tornasolar) sobre tafet¨¢n de seda que se consegu¨ªa por medio de una calandria. Esta m¨¢quina presiona la tela a trav¨¦s de unos rodillos acanalados que confiere al tejido un brillo especial cuando la luz se refleja sobre su superficie. ¡°Es como un estampado que se derrite, como si dieras al pause a una grabaci¨®n de olas o a la erupci¨®n de un volc¨¢n¡±, concreta Ballesta. Es en esa propiedad fant¨¢stica, recalca el creativo, donde debemos poner el foco si queremos incorporarlo a la decoraci¨®n de un espacio contempor¨¢neo. ¡°A la hora de aplicarlo en un interior nunca lo dejar¨ªa como protagonista ¨²nico del espacio, siempre lo har¨ªa convivir con otros estampados en un mix&match histri¨®nico¡±, aconseja.
Un buen comienzo para ligarlo al presente sin mermar su cadencia retro es hacerlo a trav¨¦s de papeles pintados, que aligeran la carga visual y el espesor que implica una tela sobre las paredes. Las propuestas son infinitas; en gris y con una ola contenida que casa con todo (como la colecci¨®n Shalimar de Omexco, precio bajo consulta) a los empolvados y abstractos (en rosa beb¨¦ de Society6, desde 313 euros) o con gui?os al op art como revela el modelo Mirage de la colecci¨®n Moire de Bradley L Bowers.
Si buscamos un menor protagonismo, tapizar un viejo mueble con tejidos de moar¨¦ o renovar su aspecto con una pincelada que asemeje esta veta ondulada es un modo sencillo y original de conseguirlo. Las inspiraciones son tambi¨¦n para todos los gustos. Mientras la creadora francesa Laura Gonzalez lo aplica sobre unas mesitas de noche que recuerdan al art dec¨®, los amantes del maximalismo suspirar¨¢n por la butaca Fabrizia Cocktail, dise?ada por Campbell-Rey con una tela de Dedar en intenso malva que viaja hasta los cuadros rococ¨® de Jean-Antoine Watteau. El sill¨®n con forma de concha de Gucci, sin embargo, con una tapicer¨ªa en moar¨¦ a la que a?aden un bordado de un tigre o una mariposa, har¨¢ las delicias de los hogares bohemios que se decanten por restar seriedad en la decoraci¨®n.
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