La acacia de Constantinopla, as¨ª es el ¨¢rbol que duerme por las noches
Esta especie de origen oriental es resistente a condiciones duras, soportando incluso la sequ¨ªa. Llamada tambi¨¦n parasol de la China, acacia de Persia o ¨¢rbol de la seda, su copa extendida procura una sombra amplia y ligera y sus abundantes flores desencadenan un enamoramiento instant¨¢neo
Los nombres populares de la acacia de Constantinopla (Albizia julibrissin) transportan al jardinero a un lejano pa¨ªs. Hace una treintena de a?os, al menos, esta especie comenz¨® a popularizarse a¨²n m¨¢s por las calles y jardines de Espa?a gracias a la bondad de su belleza, aunque su introducci¨®n en Europa y Am¨¦rica data del siglo XVIII. Sus otros nombres, parasol de la China, acacia de Persia o ¨¢rbol de la seda, sugieren que su procedencia es oriental. Y, en esta ocasi¨®n, as¨ª es, no como otros apelativos populares mentirosos, como el del casta?o de Indias (Aesculus hippocastanum), cuyo origen no se debe buscar m¨¢s all¨¢ de las fronteras europeas, en las no tan orientales Bulgaria, Macedonia y aleda?os de la pen¨ªnsula Balc¨¢nica.
La acacia de Constantinopla s¨ª bebe las aguas de las regiones del ¡ªpara nosotros¡ª Lejano Este, desde Ir¨¢n hasta la India o China, incluso Jap¨®n, generando as¨ª un nexo entre una infinidad de pa¨ªses. Una de las zonas donde crece, en la base de las monta?as de la cordillera Kunlun china, hasta por encima de los 1.300 metros de altura, certifica que se trata de un ¨¢rbol resistente a condiciones duras, soportando incluso la sequ¨ªa.
Aunque es un arbolito, es posible considerarlo incluso un gran arbusto, ya que puede desarrollar una forma menos elevada y con mucho ramaje desde su base. Su copa extendida, m¨¢s ancha que alta, ha hecho de ¨¦l un ¨¢rbol id¨®neo para procurar una sombra amplia, sin ser de porte grande. De esta forma, se ha plantado con profusi¨®n en los c¨¦spedes que rodean las piscinas.
Su sombra ligera ¡ªpreferida por muchas personas para sus zonas de ba?o, frente a la de aquellos ¨¢rboles con sombras m¨¢s densas y fr¨ªas¡ª es otra de las razones de su uso. Pero en numerosas ocasiones no se tiene en cuenta la abundancia de su floraci¨®n, que deja una gran cantidad de sus restos florales secos en el jard¨ªn, por lo que a veces acaba siendo denostado, y en no pocas veces sustituido por otras especies que generan menos residuos.
Precisamente, sus flores son las que pueden desencadenar un enamoramiento instant¨¢neo de la acacia de Constantinopla. Sus penachos de estambres ¡ªla estructura masculina¡ª son suaves, sedosos, alargados y delicadamente coloreados. Se contonean con la brisa, diluyendo en ella un aroma seductor dulce repleto de una esencia afrutada con toques de melocot¨®n maduro. Un bello juego de observaci¨®n consiste en coger una de sus flores y admirarla de cerca.
Aparte de sus inflorescencias, sus hojas caducas son muy atractivas, finamente divididas en infinidad de foliolos tan peque?os que reciben el nombre de foli¨®lulos. En los viveros se pueden encontrar variedades de esta especie con las hojas de colores rojizos o purp¨²reos muy est¨¦ticos, como ¡®Merlot Majik¡¯ o, la m¨¢s com¨²n, ¡®Summer Chocolate¡¯. El efecto que estas crean cerca de otras plantas de colores verdes es impactante. Con un dinamismo de tonos rojizos y verdosos a la vez, la variedad ¡®Evy¡¯s Purple¡¯ puede ser muy notoria en el jard¨ªn. Asimismo, es habitual cultivar las variedades con inflorescencias de colores m¨¢s intensos, como la popular ¡®Ombrella¡¯ ¡ªde un rosado fuerte¡ª o ¡®Rouge de Tuili¨¨re¡¯ ¡ªde color rojizo¡ª.
Como buena representante de la familia de las leguminosas ¡ªes una fab¨¢cea¡ª, sus ra¨ªces tambi¨¦n est¨¢n asociadas a bacterias que secuestran el nitr¨®geno atmosf¨¦rico para ced¨¦rselo al ¨¢rbol, por lo que cuenta con una gran cantidad de este macroelemento para desarrollarse m¨¢s r¨¢pido. Esto es debido a que el nitr¨®geno interviene de forma indispensable en la formaci¨®n de nuevos tejidos en las plantas, entre otras funciones. Si se quiere cultivar esta especie desde la propia semilla es bastante f¨¢cil. Tan solo hay que tener la precauci¨®n de remojar la simiente, de cubierta muy dura, durante 24 horas, antes de sembrarla.
Una peculiaridad muy aparente de la acacia de Constantinopla es que, en sentido literal, se va a dormir por las noches: cierra sus delicadas hojas compuestas, pleg¨¢ndolas y dej¨¢ndolas caer, como si estuvieran exhaustas, rendidas. Eso s¨ª, su aroma no duerme, y tambi¨¦n se podr¨¢ sentir cuando paseemos a su vera por alguna calle en la b¨²squeda de nuestra propia cama.
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