La importancia de la luz en las plantas (s¨ª, tambi¨¦n aquellas recomendadas para espacios oscuros)
El binomio de poca luz y exceso de riego hacen de la planta un ser vivo debilitado y expuesto a caer presa de una enfermedad, especialmente las causadas por los hongos
Un singonio (Syngonium podophyllum) vive feliz en un invernadero. La maceta en la que crecen sus ra¨ªces est¨¢ colgada de una barra de acero galvanizado. Comparte esas alturas con otros 200 singonios m¨¢s. Es un vivero especializado en producir plantas de interior. Por debajo de los singonios, en las mesas de cultivo, se ven otras especies, como peperomias (Peperomia spp.), peque?os ficus (Ficus spp.) o crotones (Codiaeum cv.). Todas estas plantas reciben una iluminaci¨®n muy intensa, ya que el invernadero deja pasar la luz por sus cuatro costados y por toda la cubierta.
Algo va a cambiar en la vida del singonio esa misma tarde. Varios operarios del vivero comienzan a cargar las plantas en distintos carritos met¨¢licos con cuatro pisos de bandejas. Unos cuantos se rellenan con todos los singonios, colocados uno pegado al otro. Llega la noche y la oscuridad, y todas las plantas se adormecen, a la espera del amanecer. Al d¨ªa siguiente, antes de que salga el sol, llega al muelle de carga del vivero un cami¨®n que remolca un gran tr¨¢iler. En cuesti¨®n de minutos, se rellena hasta el ¨²ltimo cent¨ªmetro del remolque con los carritos a rebosar de plantas.
As¨ª, el cami¨®n parte hacia otro gran vivero, no ya de producci¨®n, sino de venta directa a minoristas de las plantas, a jardineros y a otros viveros. Tras pasar unas buenas horas en una oscuridad absoluta, el carrito del singonio desembarca, y ¨¦l y sus compa?eros de viaje son colocados de nuevo bajo la luz. Ahora pueden hacer la fotos¨ªntesis otra vez. Tras esta azarosa jornada para las plantas reci¨¦n llegadas, una furgoneta de una florister¨ªa llega al vivero. El singonio, junto con algunos de sus compa?eros y otras especies, es elegido y colocado en la parte trasera del veh¨ªculo. Todos parten rumbo a un barrio de la ciudad, donde esperar¨¢n tener suerte con la persona que se las lleve a casa. Pero el singonio no ha tenido fortuna, ya que quien acabar¨¢ compr¨¢ndolo ha le¨ªdo que ¡°esta especie puede crecer en las habitaciones oscuras¡±, y act¨²a en consecuencia. Al llegar a casa, va directa al peque?o sal¨®n. Se trata de una estancia sombr¨ªa, puesto que la ¨²nica ventana da a un patio de luces, en el primer piso, lo que la hace especialmente oscura en un edificio de seis plantas. En una mesa que utiliza para comer, coloca el singonio. Entonces, la planta espera a que le llegue un poco m¨¢s de luz, puesto que es tan baja que a duras penas puede hacer su fotos¨ªntesis con normalidad.
Con el paso de los d¨ªas, la planta se va debilitando. Al no contar con luz suficiente, comienza a retirar la energ¨ªa de las hojas m¨¢s viejas, aquellas m¨¢s alejadas de la punta de cada ramita. El singonio estaba acostumbrado a tener una gran cantidad de luz, lo que le permiti¨® producir muchas hojas, hasta convertirse en pura frondosidad, tan densa que costaba ver sus tallos. Con ese amarilleamiento, la planta est¨¢ intentando reequilibrarse: ¡°Como no tengo suficiente luz, no produzco suficiente energ¨ªa, y he de suprimir mis hojas m¨¢s viejas, para que sean las m¨¢s nuevas las que puedan crecer con esta penumbra¡±, parece decirse.
En realidad, todo este proceso responde a un sofisticado control hormonal, dominado por la fitohormona auxina, entre otras. Pero la jardinera aficionada no lo sabe, y al ver c¨®mo el singonio comienza a perder sus hojas, aumenta la cantidad de agua, temiendo que la planta pudiera estar pasando sed. Pero no es as¨ª, y ahora el singonio tambi¨¦n se ve expuesto a un encharcamiento continuo en sus ra¨ªces. Ese binomio de poca luz / exceso de riego hacen de la planta un ser vivo debilitado y expuesto a caer presa de una enfermedad, especialmente las causadas por los hongos. Ante el estr¨¦s, el singonio acelera su defoliaci¨®n, hasta el extremo de dejar solamente un par de hojas en el extremo de cada tallito. Con profunda tristeza, la due?a saca la planta al pasillo vecinal, enfrente de su puerta de entrada, para no ver continuamente su declive.
All¨ª, el singonio cae presa del olvido, al darle casi por muerto, y su sustrato comienza a secarse. Esto, unido al aumento repentino de luminosidad, obra el milagro: despu¨¦s de tres semanas en esta nueva localizaci¨®n, comienza a brotar desde la ra¨ªz, y a formar nuevas hojas. Al tener m¨¢s luz, goza de m¨¢s energ¨ªa con la que producir m¨¢s parte a¨¦rea y m¨¢s ra¨ªces. Parece que se ha salvado. Mira hacia el patio, all¨¢ abajo, y con sus nuevas hojas saluda a una aspidistra.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.