Vampiros energ¨¦ticos: c¨®mo identificar a aquellas personas que nos quitan las ganas de vivir
Amigos, compa?eros de trabajo e incluso familiares, hay gente que hace que el ¨¢nimo de cualquiera languidezca en cuesti¨®n de minutos. Los vampiros emocionales existen, pero hay formas de esquivarlos
Pongamos que Miguel (38 a?os), un lunes cualquiera, se despierta a las seis de la ma?ana. Est¨¢ nublado y hace fresco, pero aun as¨ª no tiene otro remedio que caminar un buen tramo para llegar a coger el autob¨²s que le deja cerca del trabajo. Se ha olvidado el paraguas, vaya. Tiene por delante una semana bastante dura, piensa en el trayecto. Necesita dejar terminados algunos proyectos antes del viernes para no trabajar en fin de semana. Por lo dem¨¢s, todo bien. No obstante, aprovecha el camino para escribir un mensaje a su pareja en el que le pregunta si hoy puede recoger a la hija que tienen en com¨²n de sus actividades extraescolares, por si se le hace tarde. El bus est¨¢ abarrotado, as¨ª que no ha podido siquiera sacar el libro que llevaba en el bolsillo, pero, al menos, consigue llegar puntual. No llueve, bien. El d¨ªa empieza a sonre¨ªrle un poco y, al llegar, incluso le da tiempo a tomar un caf¨¦ en un bar y charlar unos minutos con el camarero antes de entrar al trabajo con la mejor energ¨ªa. Una vez dentro, ficha, saluda y su compa?era de oficina, llam¨¦mosla Laura, le recibe con un: ¡°Uf. Estoy agotada porque ayer me acost¨¦ muy tarde. Y f¨ªjate la de trabajo que hay que tener terminado antes del viernes, es que esto no es normal. Adem¨¢s, luego tengo que ir a¡¡±. Empieza el mon¨®logo.
Miguel trabaja con un aut¨¦ntico vampiro energ¨¦tico. Laura es ese tipo de persona que absorbe toda la energ¨ªa positiva acumulada y hace que el ¨¢nimo de cualquiera languidezca en cuesti¨®n de minutos. Se puede pensar que ha tenido un mal d¨ªa y nada m¨¢s, pero lo cierto es que es su din¨¢mica habitual a la hora de relacionarse. Su modus operandi no solo consiste en agotar la buena disposici¨®n del compa?ero a base de quejas y m¨¢s quejas, tambi¨¦n en enrollarse contando mil detalles superfluos de su vida que no llevan a ning¨²n sitio y acaban agotando al interlocutor que intentaba por todos los medios encarar bien la jornada.
La representaci¨®n m¨¢s fiel de ese t¨¦rmino aparece en la serie Lo que hacemos las sombras, una sitcom en la que un grupo de amigos vampiros comparten piso durante cientos de a?os y cuentan sus aventuras en formato documental. Uno de los personajes, Colin Robinson ¡ªinterpretado por el actor Mark Proksch¡ª, tiene una manera muy particular de volverse poderoso: alimentarse drenando la energ¨ªa vital de los dem¨¢s.
Pero m¨¢s all¨¢ de la ficci¨®n, ese tipo de personas existen y son muy dif¨ªciles de esquivar, sobre todo en un entorno laboral donde las confianzas no son excesivas. Algo que parece gracioso para contar en una reuni¨®n de amigos, se vuelve insoportable d¨ªa tras d¨ªa. Las personas est¨¢ndar, sin unos niveles altos de positividad, se ven arrastrados hacia la actitud negativa de los vampiros energ¨¦ticos que las rodean. ¡°En t¨¦rminos psicol¨®gicos, los vampiros energ¨¦ticos o emocionales ser¨ªan el equivalente a las personas t¨®xicas, es decir, aquellas que, ya sea con intencionalidad o no, nos generan un malestar¡±, explica la doctora Irene Jim¨¦nez, psic¨®loga experta en terapia cognitivo-conductual. Seg¨²n esta especialista, es importante recalcar ¡°que todos podemos ser t¨®xicos en alg¨²n momento puntual, y que las emociones negativas tambi¨¦n son necesarias para la propia supervivencia, pero el problema de los llamados vampiros energ¨¦ticos es que se quedan atrapados en ellas y no son capaces de dejarlas ir¡±.
Esa desidia o cansancio vital que denotan sus conversaciones provoca una profunda sensaci¨®n de agotamiento mental a sus interlocutores, cosa que tambi¨¦n tiene una explicaci¨®n t¨¦cnica basada en la teor¨ªa del espejo. La especialista y miembro de Top Doctors a?ade: ¡°En estos casos, las responsables del contagio emocional son las neuronas espejo, las cuales podemos apreciar ya en los beb¨¦s. Del mismo modo que podemos contagiar un bostezo o unas risas, las emociones negativas pueden acabar impactando igualmente sobre nosotros¡±.
Las personas que echan el ancla en sus emociones negativas pocas veces consiguen generar compasi¨®n o l¨¢stima, si no que provocan un rechazo que, con el tiempo, se puede tornar en rabia, pereza o frustraci¨®n. La queja por sistema, en la mayor¨ªa de casos, no es s¨ªntoma de personas con un car¨¢cter inconformista y reivindicativo cuyo objetivo es encontrar una soluci¨®n real a sus problemas, sino que suele corresponder a la forma en la que los perfiles m¨¢s inseguros tienden a buscar una constante validaci¨®n externa, aunque para ello tengan que incurrir en una evidente exageraci¨®n de sus discursos victimistas.
Ha calado en la sociedad esa idea de huir o alejarse de las personas que generan cierto malestar, pero no en todos los casos es la mejor soluci¨®n. Eso de apartar a quien no aporta dice mucho de nosotros mismos y del escaso inter¨¦s por hacer algo en pro de las relaciones con aquellos individuos con los que, en ciertos entornos ¡ªcomo el trabajo, por ejemplo¡ª, no queda otra alternativa que aprender a convivir. En este sentido, el mejor amuleto contra el vampiro energ¨¦tico es la consciencia de que la persona que tienes enfrente, por su mochila de vida, ha aprendido a socializar a trav¨¦s de la queja. Al hilo de esto, Jim¨¦nez comenta: ¡°Un recurso genial para protegerse de las personas que sentimos que nos absorben la energ¨ªa positiva es la compasi¨®n. Compadecerse de alguien que vive instaurado en la queja nos protege m¨¢s de esa persona que dejarse llevar por su discurso o pensar que con su comportamiento tiene la intenci¨®n de enfurecernos o de contagiarnos su negatividad¡±.
Desde el punto de vista de las personas que se puedan sentir identificadas con los vampiros energ¨¦ticos, la experta contin¨²a: ¡°A pesar de su inseguridad, este tipo de perfiles se caracteriza por tener una baja capacidad de autocr¨ªtica, as¨ª que el mero hecho de pensar que pueden ser ellos los que son considerados por los dem¨¢s como vampiros energ¨¦ticos ya les est¨¢ llevando a poner un pie en la posible soluci¨®n. La queja, en definitiva, no es m¨¢s que un mecanismo de defensa aprendido que permite desconectarse de la realidad y, como toda conducta aprendida, puede desaprenderse¡±.
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