Nueva York vuelve a sus or¨ªgenes: la pasarela tambi¨¦n puede ser espont¨¢nea y realista
La semana de la moda de la ciudad intenta devolver los valores tradicionales al dise?o norteamericano con prendas pr¨¢cticas pensadas para ser llevadas. La funcionalidad actual se refleja en los discursos de Palomo Spain, Anna Sui y Elena Velez
Es curioso comprobar c¨®mo en la era de la interconexi¨®n y la inmediatez las grandes capitales de la moda siguen condensando en sus respectivas semanas de desfiles algo as¨ª como una marca nacional que exportar al mundo. Aunque lleva algunos a?os a nuevas firmas de autor, Par¨ªs sigue siendo la cuna del lujo en su sentido m¨¢s tradicional, Londres la incubadora del dise?o de vanguardia, Mil¨¢n el punto en el que convergen moda y manufactura y Nueva York algo as¨ª como el centro de lo que hace un siglo se llamaba sportswear, es decir, prendas en las que primaban la comodidad y el realismo; una idea que, bien gestionada, encumbr¨® a nombres tan dispares como Claire McCardell, Donna Karan, Ralph Lauren o Diane von Furstenberg y que hoy, cuando la ciudad norteamericana intenta recuperar su relevancia en el calendario de la moda global, parece haber vuelto con fuerza. Porque en esta semana de desfiles, que empezaron el pasado viernes y finalizar¨¢n el pr¨®ximo jueves, la mayor parte de las firmas implicadas han dejado de lado lo espectacular y sus aspiraciones de ser virales en redes para centrarse en colecciones pensadas para ser llevadas y en prendas para ser vividas.
Collina Strada, la firma que abri¨® el calendario y que se hizo famosa en plena pandemia por sus dise?os coloristas y na¨ªf, present¨® una colecci¨®n titulada No te comas a mis amigos, un alegato en favor del veganismo en la que amigos de la dise?adora de la ense?a, Hillary Taymour, aparec¨ªan ataviados con narices de cerdo y orejas de conejo. Sin embargo, bajo los disfraces las prendas eran mucho m¨¢s accesibles de lo habitual: vestidos b¨¢sicos de sat¨¦n, pantalones anchos de pinzas, jers¨¦is de lana o chaquetas de cuadros se superpon¨ªan evocando la aparente espontaneidad del grunge, la gran tendencia¨Crevival de este a?o. De hecho, los reyes del llamado ¡°grunge de pasarela¡±, Marc Jacobs y Anna Sui, regresaron despu¨¦s de varias temporadas a la pasarela neoyorquina. El primero, con una colecci¨®n fuera de calendario, el pasado 2 de febrero, con una colecci¨®n homenaje a la recientemente fallecida Vivienne Westwood, una de sus mayores influencias; la segunda, rescatando literalmente del armario algunos de sus ¨¦xitos de los noventa, como sus gorros de crochet o los vestidos de corte infantil y colores pastel que durante tanto tiempo definieron la imagen de estrellas como Courtney Love.
El armario, literal y metaf¨®rico, fue el leit motiv de la propuesta de Palomo Spain en su regreso a Nueva York. Una magn¨ªfica colecci¨®n titulada The Closet que reflexionaba sobre el acto emocional de las prendas, ese momento en que Alejandro Palomo, de ni?o, rebuscaba entre pa?uelos de seda, toallas, mantas para vestirse en un mundo imaginario en el que las barreras indumentarias de g¨¦nero no exist¨ªan.
Su propuesta, mucho menos preciosista y m¨¢s casual de lo habitual, tiene sin embargo una enorme potencia simb¨®lica y conceptual; es, en definitiva, algo parecido al grado cero de la moda como motor expresivo, donde la espontaneidad y la propia biograf¨ªa priman por encima de cualquier otro elemento. De una forma mucho m¨¢s modesta pero con una misi¨®n similar, Batsheva Hay, la dise?adora que ha convertido en moderna la indumentaria ortodoxa, orquest¨® una presentaci¨®n en el que distintas mujeres escogidas al azar se probaban sus dise?os por primera vez y transmit¨ªan, para bien o para mal, lo que ve¨ªan ante el espejo.
En el fondo es tan realista basar el discurso en combinaciones espont¨¢neas y autobiogr¨¢ficas como dise?ar b¨¢sicos pensados para llevar a diario. Eso es lo que hizo precisamente el d¨²o Proenza Schouler justo cuando se cumplen 20 a?os de su primera colecci¨®n, en un desfile que abr¨ªa una de las primeras celebridades en apostar por ellos, Chloe Sevigny, que tambi¨¦n pon¨ªa la voz a la banda sonora del show, una especie de mon¨®logo interior escrito por Otessa Moshfegh. Esa fue, sin embargo, la ¨²nica concesi¨®n literal a sus dos d¨¦cadas de historia. Desde la pandemia, Proenza Schouler, que casi siempre ha sido sin¨®nimo de prendas f¨¢ciles de usar, ha doblado su apuesta por la sastrer¨ªa e incluso por el fondo de armario: trajes sastre, jers¨¦is de cachemir, vestidos negros de cuero de cortes pensados al mil¨ªmetro pero sin los juegos de color que encumbraron al d¨²o hace una d¨¦cada.
Oscura y real son tambi¨¦n las dos palabras que definen la propuesta de Khait¨¦, la marca de b¨¢sicos de lujo heredera del Celine de Phoebe Philo que ostenta el lugar de firma de culto desde hace tres a?os. Catherine Holstein, su creadora, decidi¨® trasladar su desfile a su primera tienda, en pleno Soho, con una presentaci¨®n discreta y reducida en la que demostr¨® que su talento reside en crear piezas de patrones perfectos con materiales exclusivos para ese reducido p¨²blico que se puede permitir consumir lujo discreto.
La emperatriz Sissi, es decir, algo en las ant¨ªpodas de lo discreto, fue el punto de partida de Wes Gordon, director art¨ªstico de Carolina Herrera, que quiso reflexionar sobre qu¨¦ significa hoy la opulencia. ¡°Abrazar la belleza y el dramatismo sin culpa¡±, comenta el dise?ador en las notas que precedieron al show. Opulencia en los vol¨²menes, los tejidos, los acabados y los atrevidos juegos crom¨¢ticos, pero tambi¨¦n en prendas como una aparentemente sencilla camisa blanca (quiz¨¢ la pieza m¨¢s emblem¨¢tica de la casa) o una chaqueta con capucha que han sido confeccionadas casi enteramente a mano tras largas horas de taller. Gordon no apela a la sutileza, pero s¨ª de alg¨²n modo a la conexi¨®n emocional que se establece con ciertas prendas y, sobre todo, al optimismo que infunden en quien las lleva.
Otra emoci¨®n muy distinta pero muy necesaria, la de la agresividad femenina, da sentido al trabajo de la dise?adora de Milwaukee Elena Velez, que acaba de ganar el premio del consejo de dise?adores norteamericanos (CFDA) a la mejor dise?adora emergente. El mismo premio que una de sus modelos llevaba casi como arma arrojadiza. Solo hace falta leer entre l¨ªneas. Sus prendas de punto deshilachado y algod¨®n deste?idos, sus piezas inspiradas en los monos de trabajo antiguos, sus vestidos descuidadamente encorsetados... Todo en Velez est¨¢ pensado para desconcertar, pero tambi¨¦n para usar, lo que la convierte en una de las dise?adoras m¨¢s interesantes del panorama.
Luar, la firma del dominicano Ra¨²l L¨®pez, quien fuera parte integrante del colectivo Hood by Air, cerrar¨¢ sorprendentemente la semana de la moda ma?ana mi¨¦rcoles, un lugar que siempre se ha reservado a dise?adores consolidados: primero a Marc Jacobs, que se ape¨® del calendario oficial antes de la pandemia; y despu¨¦s a Tom Ford, que vendi¨® hace unos meses su marca al gigante cosm¨¦tico Est¨¦e Lauder. El hecho de que sea un dise?ador de ascendencia latina el nuevo encargado de hacerlo y que, adem¨¢s, sea el creador de una firma con precios asequibles (su bolso Ana, que cuesta entre 200 y 300 euros, se ha convertido en la sensaci¨®n viral del a?o) dice mucho de los nuevos derroteros que quiere tomar el Consejo de dise?adores americanos y Thom Browne, su nuevo presidente: recuperar los valores realistas y funcionales de la moda norteamericana pero hacerlo desde la realidad misma, es decir, desde la diversidad.
CH -
Palomo SHMERYIHGM6ZYRFB7NKS6DXN3A
Chloe
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