El pantal¨®n vaquero, el objeto m¨¢s preciado de la alta costura parisina
Contradiciendo todos los estereotipos asociados a este sector, Valentino y Balenciaga elevan las prendas b¨¢sicas a la categor¨ªa de arte y reivindican el papel del costurero por encima del rol creativo en la semana de la moda de Par¨ªs
Ahora que se habla de esa entelequia llamada lujo silencioso, que no es ni m¨¢s ni menos que un pu?ado de prendas de apariencia b¨¢sica, materiales nobles y precios desorbitados para una clientela exclusiva, ?puede un pantal¨®n vaquero ser alta costura? Para dos dise?adores con identidades creativas tan alejadas como Demna y Pier Paolo Piccioli, puede y debe, aunque por motivos muy distintos.
El primero volvi¨® a abrir el mi¨¦rcoles los hist¨®ricos salones de Balenciaga, en la avenida George V de Par¨ªs, para presentar la 52? colecci¨®n de costura de la casa (la tercera del creador georgiano), que redunda en su peculiar aproximaci¨®n a este oficio exclusivo, lujoso y artesanal: para Demna, la alta costura actual tiene que ver con la innovaci¨®n de los materiales y la experimentaci¨®n de las formas, no con las ya a veces tediosas fantas¨ªas visuales de las que abusa este sector. En Balenciaga la mano se encuentra con la m¨¢quina para realizar abrigos de lana con un trampantojo que los hace parecer de piel, chaquetas de cocodrilo que en realidad son de cuero bordado, jers¨¦is negros de seda y spandex, gabardinas tratadas con aluminio para tomar formas r¨ªgidas, como si fueran azotadas por el viento, y s¨ª, pantalones vaqueros que en realidad son de punto jacquard tejido manualmente.
Contaba Demna tras el show que ¡°el oficio de hacer ropa es su armadura¡±, quiz¨¢ en una alusi¨®n velada al esc¨¢ndalo en el que se vio envuelto tras las campa?as publicitarias protagonizadas por ni?os el pasado noviembre. ?l, tan de met¨¢foras y de dobles sentidos (en su desfile de pr¨ºt ¨¤ porter del pasado septiembre, a los invitados les esperaba una nota de prensa en la que el dise?ador parad¨®jicamente explicaba que no iba a explicar m¨¢s de qu¨¦ iban sus colecciones), utiliz¨® esta idea de la ropa como armaz¨®n para, por un lado, rendir homenaje a Crist¨®bal Balenciaga, pionero en tratar las siluetas de las prendas de forma independiente a las del cuerpo que las lleva, y, por el otro, reiterar su propia visi¨®n de una moda que se usa, se vive y se desgasta. El desfile abr¨ªa con una brillante explotaci¨®n de los trajes de chaqueta sin hombros, como cors¨¦s o, m¨¢s concretamente, armazones que trascend¨ªan el propio cuerpo vestido. Y continuaba con prendas casuales, gabardinas, bufandas o vestidos negros drapeados y tratados para evocar su paso por un vendaval y una tormenta. Por si quedaba alguna duda de ese concepto polis¨¦mico, la armadura, sobre el que Demna ha dado varias vueltas, el desfile se cerr¨® con su musa, la artista Eliza Douglas, vestida como una Juana de Arco con miri?aque.
No era una estructura met¨¢lica, aunque estaba hecha para parecerlo; era resina con impresiones en 3D. ¡°Para alcanzar la perfecci¨®n hay que introducir la tecnolog¨ªa en la ecuaci¨®n, pero sin olvidar lo m¨¢s importante de la creaci¨®n de prendas, el componente humano¡±, explicaba de forma cr¨ªptica la nota de prensa. La pareja del dise?ador, el artista Bfrnd, consigui¨® a trav¨¦s de inteligencia artificial que la voz de Maria Callas sonara a capella durante todo el desfile, sobrecogiendo a la audiencia. El propio Demna (que siempre remarca sutilmente que ¡°hace ropa¡±, desterrando de su discurso la palabra ¡°dise?ar¡±) incluye el moldeado en 3D e incluso la animaci¨®n en el proceso creativo de prendas que luego cobran vida a mano. Un punto de vista que contrasta con el de su hermano, Guram Gvasalia, art¨ªfice actual de la firma Vetements, que present¨® hace unas semanas una colecci¨®n, tambi¨¦n de alta costura, anti inteligencia artificial. ¡°Quer¨ªa hacer que los modelos parecieran generados por ordenador pero en realidad llevaran prendas que solo el ser humano puede hacer¡±, dijo entonces.
La misma tarde del mi¨¦rcoles, unos pocos centenares de invitados tuvieron que despejar sus apretadas agendas para trasladarse al palacio de Chantilly, a casi dos horas en coche de Par¨ªs, si quer¨ªan presenciar el show de Valentino, titulado, obviamente, Un ch?teau. El desfile, en los imponentes jardines del siglo XVII, lo abr¨ªa la modelo Kaia Gerber llevando unos vaqueros y una camisa blanca tambi¨¦n hechos y bordados a mano. Pier Paolo Piccioli fue uno de los pioneros en esto de encumbrar el b¨¢sico m¨¢s b¨¢sico a la categor¨ªa de pieza ¨²nica, realizando colecciones de alta costura con abrigos sastre, blusas blancas, pantalones de pinzas y vestidos de apariencia minimalista. Con esta colecci¨®n ha vuelto a reivindicar la complej¨ªsima labor que se oculta tras una prenda aparentemente simple.
Bajo la emocionante banda sonora de Anohni, la perfecta sencillez de vestidos drapeados, zapatos destalonados planos, t¨²nicas y pantalones rectos contrastaba con lo imponente y manierista del escenario elegido, expresando de forma impl¨ªcita que un dise?o fantasioso y delirante (es decir, lo que tradicionalmente se conoce como un dise?o de alta costura) tiene la misma fuerza que una prenda b¨¢sica de corte perfecto cosida y pensada con mimo. A Piccioli, como a Demna, le gusta reivindicar el oficio de hacer ropa, no de crear y dise?ar, por eso siempre sale a saludar con su batall¨®n de costureros emocionados (esta vez eran cerca de un centenar). Tambi¨¦n por eso, pese a trabajar en este sector elitista y exclusivo, concibe las prendas como herramientas en las que se habita, no como obras de arte que se veneran, aunque estas prendas sean ¨²nicas y cuesten cuatro y hasta cinco cifras.
Pocas horas antes del traslado a Chantilly, a las oficinas de Jean Paul Gaultier acud¨ªan, adem¨¢s de las celebridades, un peque?o pu?ado de clientas de alta costura luciendo imponentes vestidos, pasados o recientes, que bien podr¨ªan ocupar las vitrinas de un museo, no solo por el despliegue artesanal de cada pieza, tambi¨¦n, y sobre todo, por su significado. Gaultier invent¨® hace m¨¢s de 50 a?os otro modo pionero entonces de aproximarse a este oficio de lo exclusivo. Adem¨¢s de la pericia del taller, sus creaciones hablaban de la fluidez de g¨¦nero, del calado de la religi¨®n en la sociedad, de la apropiaci¨®n cultural... Por eso, quiz¨¢, su directora creativa, Florence T¨¦tier, se dedica con ¨¦xito a rescatar y actualizar piezas que el franc¨¦s creara hace diez, veinte o treinta a?os, porque su relevancia cultural y pol¨ªtica hace que no pasen de moda. Por eso, tambi¨¦n, desde la retirada de Gaultier hace ya tres a?os, varios creativos dialogan con su legado en cada colecci¨®n de alta costura que presenta la marca. En esta ocasi¨®n, la quinta, era el turno de Julien Dossena, desde hace m¨¢s de una d¨¦cada director creativo de Rabanne (la ense?a quit¨® el Paco de su nombre hace unas semanas).
Era la primera vez que dos marcas propiedad del grupo catal¨¢n Puig colaboraban entre ellas, pero Dossena sali¨® airoso del reto: replic¨® a su manera, es decir, con malla met¨¢lica, materiales combinados de forma innovadora y tejidos experimentales, algunos de los dise?os m¨¢s emblem¨¢ticos de Gaultier, del vestido con conos a los abrigos de rabino y del estampado tatuaje a, por supuesto, la camiseta marinera o algunos de los trajes que el franc¨¦s cre¨® para El Quinto elemento o La mala educaci¨®n. En Jean Rabanne Gaultier (as¨ª titularon la colecci¨®n), el legado de ambas ense?as era f¨¢cilmente reconocible y, a la vez, resultaba perfectamente integrado en creaciones con poso hist¨®rico que, sin embargo, ol¨ªan a nuevo.
Que la moda, y sobre todo la alta costura, puede ser historia y pol¨ªtica es algo que tambi¨¦n tiene claro la dise?adora espa?ola Juana Mart¨ªn. En su tercera colecci¨®n en este exclusivo calendario, Mart¨ªn se ha inspirado en el cubismo, especialmente en Picasso, para recordar las penurias de la Espa?a de la posguerra, una idea pertinente y audaz en un momento como el actual.
Sin embargo, para algunos, la alta costura sigue siendo el escaparate creativo que permite vender perfumes y/o accesorios, una especie de ventana al mundo del lujo a la que luego pueden asomarse todos los que est¨¦n dispuestos a pagar cifras m¨¢s asumibles. El d¨²o holand¨¦s Viktor & Rolf, que este mi¨¦rcoles 5 de julio cumpl¨ªa treinta a?os como marca, es un ejemplo claro de ello. Ni siquiera juegan la carta de vestir a celebridades en alfombras rojas. Lo suyo siempre ha sido utilizar la moda como una herramienta perform¨¢tica para reflexionar sobre la relaci¨®n del cuerpo con el vestido, una estrategia que en la era de las redes sociales se traduce en viralidad, visibilidad medi¨¢tica que permite vender su l¨ªnea de perfumes. Con estas credenciales, no es casual que Shakira apareciera de forma inesperada en la primera fila de su desfile con uno de sus vestidos m¨¢s emblem¨¢ticos, en el que pod¨ªa leerse un gigante ¡°no¡± en relieve en letras de c¨®mic.
Como tampoco es casual que Delfina Delettrez, dise?adora de joyas de Fendi y nieta de Silvia Venturini Fendi, haya presentado la primera colecci¨®n de alta joyer¨ªa de la firma y su director creativo, Kim Jones, haya tomado un camino curioso en este contexto: todo su desfile, celebrado, como es habitual, en el Palacio de la Bolsa de Par¨ªs, estaba pensado para llevar esas joyas, y no al rev¨¦s. Tiene sentido. En un mundo econ¨®micamente cada vez m¨¢s polarizado, hay un mercado desconocido pero real de clientes que compran joyas ¨²nicas que muchas veces alcanzan y superan el mill¨®n de euros. Piezas, a veces, aparentemente discretas que encierran piedras ¨²nicas engarzadas tras decenas de horas de trabajo. Esos clientes no solo las lucen en eventos, tambi¨¦n en oficinas o reuniones de amigos. Son los mismos que podr¨ªan comprarse un pantal¨®n vaquero de alta costura.
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