Patios sin ni?os solos
Cada vez m¨¢s centros educativos apuestan por recreos que fomenten otras actividades adem¨¢s del f¨²tbol y una mayor interacci¨®n entre su alumnado, de manera que ning¨²n estudiante se quede aislado
Todos los ni?os y ni?as han de jugar, sin que ninguno se quede solo y sin que el f¨²tbol monopolice el recreo. Bajo esta premisa, el CEIP (Centro de Educaci¨®n Infantil y Primaria) Nuestra Se?ora de La Paloma, en el coraz¨®n de La Latina (Madrid), se plante¨® hace seis cursos un proyecto de patios inclusivos que comenz¨® con una remodelaci¨®n del espacio (hab¨ªa arquitectos entre los padres y madres), consistente en pintura, algunos bancos y un huerto, seg¨²n recuerda la actual directora, Sandra Valiente, por entonces profesora. Pero eso fue solo el principio. El grueso de la transformaci¨®n ha ido viniendo despu¨¦s (salvo el par¨®n de la pandemia), con nuevas opciones, como una ¡°biblio-patio¡± y, lo ¨²ltimo, una ¡°disco-patio¡±, propuestas por los propios alumnos en asamblea. La eliminaci¨®n del f¨²tbol, que ha sido sustituido por el v¨®ley, es una medida de Valiente, y estar¨¢ a prueba este curso; ha sido cuestionada por un sector de las familias, pero ella defiende que ¡°ha rebajado el nivel de conflicto, los ni?os no se a¨ªslan tanto, y evita la segregaci¨®n por g¨¦neros¡±.
¡°La mayor¨ªa de patios escolares actuales obedecen a un contexto de auge inmobiliario en el que se quitaron las zonas verdes, los ¨¢rboles, la tierra, y todo se envolvi¨® de cemento¡±, explica Noelia Pelicano, profesora del grado en Pedagog¨ªa de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Un buen hormigonado, cuatro rayas pintadas en el suelo y unas porter¨ªas como grandes protagonistas de ese rato de expansi¨®n previsto en el horario lectivo. ¡°F¨²tbol-centrismo¡±, lo llama Imma Mar¨ªn, presidenta en Espa?a de IPA (International Play Association). Una disposici¨®n no pensada para el alumnado con diversidad funcional, con condici¨®n del espectro autista (CEA) o, simplemente, para aquel a quien no le gusta correr o dar patadas a un bal¨®n, y se sentir¨ªa m¨¢s c¨®modo sentado debajo de un ¨¢rbol, remacha Pelicano. A su juicio se trata de aplicar el concepto de justicia equitativa o, dicho de otro modo, de ofrecer a todos los ni?os y ni?as recursos adaptados a sus caracter¨ªsticas y necesidades, emocionales, funcionales, culturales, ling¨¹¨ªsticas o de g¨¦nero.
¡°Nuestras aulas son diversas, y hemos de lograr que esa diversidad se relacione tambi¨¦n fuera de ellas; si no fomentamos que jueguen juntos en el patio, terminan por segregarse¡±, argumenta Pelicano. Tanto Imma Mar¨ªn como la profesora de m¨²sica, bloguera y divulgadora Elvira Fern¨¢ndez Pena acompa?an este tipo de procesos, y detectan un inter¨¦s creciente por ellos. ¡°El inter¨¦s por los patios inclusivos comenz¨® a despertarse justo antes de la pandemia, y lo que ha hecho esta ha sido concienciar a docentes y equipos directivos sobre sus posibilidades, y sobre los problemas derivados de no gestionar correctamente este rato de expansi¨®n¡±, puntualiza Mar¨ªn. Hay ayuntamientos favoreciendo la transformaci¨®n, seg¨²n recuerda. Y familias sensibilizadas con la necesidad de espacios abiertos, a ra¨ªz de la crisis sanitaria, aporta Pelicano.
Lugares fr¨ªos y duros
¡°Los patios escolares de los centros educativos del distrito de Arganzuela son lugares especialmente fr¨ªos y duros. La escasez de espacio y vegetaci¨®n propia de la densidad edificada deber¨ªa ser compensada por un buen equipamiento y planificaci¨®n. Ahora no es as¨ª: son contenedores vac¨ªos de programas educativos o recursos l¨²dicos diversos. Esto produce problemas de convivencia y un escaso aprovechamiento para actividades pedag¨®gicas fuera del aula, siendo muy habitual la presencia hegem¨®nica de juegos de bal¨®n o la segregaci¨®n por edad y g¨¦nero. Adem¨¢s, no cuentan con las adaptaciones necesarias para fomentar la integraci¨®n en el juego del alumnado con necesidades especiales¡±. En 2018, los nueve colegios p¨²blicos de Arganzuela presentaron una propuesta conjunta de patios inclusivos, al calor del presupuesto participativo del Ayuntamiento de Madrid, que ha fructificado en un grupo de trabajo pilotado por la AFA (Asociaci¨®n de Familias) del CEIP Men¨¦ndez Pelayo.
Aquella reflexi¨®n colectiva inicial, que culmin¨® con el proyecto El sitio de mi recreo, impulsado por el colectivo Improvistos y la propia Junta Municipal del Distrito de Arganzuela, planteaba cambios f¨ªsicos ¡ªmayor presencia de la naturaleza, con m¨¢s ¨¢rboles y plantas, muros pintados, pizarras o enfoscados en paredes que permitan desarrollar el gusto y el placer de la creaci¨®n art¨ªstica, suelos con juegos cooperativos, mobiliario que favorezca el juego simb¨®lico¡ª y una redistribuci¨®n de estos espacios bajo criterios coeducativos, incorporando, adem¨¢s, alternativas al movimiento, en forma de remansos de tranquilidad en los que reunirse, pasear, charlar, leer o dibujar.
¡°Los patios inclusivos implican cambios tanto en la estructura en s¨ª del espacio como en la organizaci¨®n de los recreos, de la mano de toda la comunidad educativa, haciendo muy part¨ªcipes a los ni?os y ni?as¡±. La definici¨®n de Fern¨¢ndez Pena, tan sencilla en apariencia, lleva impl¨ªcitas dos cuestiones de calado: 1) que para que un patio sea inclusivo no basta con un dise?o bonito y 2) que el alumnado ha de tener voz y voto. En opini¨®n de Fern¨¢ndez Pena, el proceso es tan importante, o m¨¢s, que el propio resultado final, porque implica un ejercicio democr¨¢tico en el que hay que dialogar, conocer las diferentes posturas y llegar a consensos. ¡°El patio es una microsociedad, con sus grupos, sus aprendizajes, sus interacciones y sus diferencias¡±, apunta la experta, que invita a ver el conflicto como consustancial a las relaciones humanas; y como algo que se puede evitar, o al menos reducir, cuando los lugares de encuentro se hacen m¨¢s participativos.
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Su centro, el CEIP Mestre Mart¨ªnez Alonso, Centro de Escolarizaci¨®n Preferente CEA ubicado en Vigo, comenz¨® con O patio que so?aMOS en 2017. ¡°Pedimos a nuestros alumnos y alumnas que nos dise?aran su patio so?ado, aquel en el que pensaban que podr¨ªan ser felices¡±, recuerda Fern¨¢ndez Pena. Esa metodolog¨ªa, subraya, pone en el centro los intereses del alumnado, y fomenta su competencia en sentido de iniciativa y esp¨ªritu emprendedor. En estos seis a?os ¡°se ha reducido el nivel de conflicto¡±, y tambi¨¦n el ruido, destaca la docente, que es tambi¨¦n coordinadora del proyecto.
La reivindicaci¨®n un¨¢nime de las expertas consultadas es que el patio del recreo no puede seguir concibi¨¦ndose como la superficie que queda libre tras construir aulario, laboratorios, pabell¨®n deportivo y dem¨¢s infraestructuras escolares. Es un espacio educativo m¨¢s, de socializaci¨®n, p¨²blico, en el que los menores pasan una media hora diaria de lunes a viernes, entre septiembre y junio, 525 horas al a?o durante toda su etapa de primaria, seg¨²n c¨¢lculos del Informe Breus 31 de la Fundaci¨® Jaume Bofill, titulado Els patis de les escoles: espais d¡¯oportunitats educatives. Sin embargo, en vez de oportunidades educativas, ¡°nos encontramos con patios cada vez m¨¢s precarios en espacios, dise?os y equipamientos; a menudo poco confortables y estimulantes, y muy alejados de la naturaleza, sobre todo en las grandes ciudades. Rara vez forman parte de los recursos educativos de la escuela y en muchos casos est¨¢n ocupados totalmente por el deporte¡±, denunciaba el informe, publicado en 2010.
¡°Plantearse hacer un patio bonito es una buena puerta de entrada, pero hay que ir m¨¢s all¨¢, si no, nos quedaremos a medias¡±, advierte Mar¨ªn. Lo mismo opina de los proyectos de mejora desde la ¨®ptica de la sostenibilidad y la lucha contra el cambio clim¨¢tico. Son, dice, iniciativas ¡°fant¨¢sticas¡±, y ¡°los elementos bioclim¨¢ticos nos van a ayudar¡±, pero sin perder nunca de vista que un patio sirve para jugar. ¡°La transformaci¨®n f¨ªsica o morfol¨®gica es necesaria pero no suficiente¡±, concluye. ¡°No acabar¨¢ de ser una experiencia transformadora¡±, seg¨²n remacha, si solo se redise?a el continente y no el contenido, y no hay una reflexi¨®n sobre turnos, mezcla (o no) de edades, juegos y materiales suministrados, reglas, el rol del docente¡
En este punto, Mar¨ªn recomienda un reenfoque: ¡°La pregunta no es qu¨¦ vamos a poner en el patio, sino qu¨¦ queremos que pase en ¨¦l¡±. Aqu¨ª la lista es larga: que ni?os y ni?as compartan juegos, que todos encuentren su lugar, se sientan c¨®modos y bienvenidos, que el repertorio l¨²dico vaya m¨¢s all¨¢ de la pelota, que haya una buena gesti¨®n de los conflictos. Para que ocurra eso, ?qu¨¦ tenemos que hacer?, ser¨ªa la siguiente cuesti¨®n. Solo a modo de ejemplo, quitar la pista deportiva del centro y llevarla a un lateral, m¨¢s apartada, cambia radicalmente las din¨¢micas en un recreo. ¡°La pista deportiva como protagonista del espacio vuelve a poner la actividad masculina en el centro, segregando por g¨¦nero, y reproduciendo justo aquello contra lo que la escuela est¨¢ trabajando¡±, se?ala Mar¨ªn.
Pelotas menos hostiles
Tratar de que la pista de f¨²tbol deje de acaparar espacio y tiempo l¨²dico es uno de los objetivos del IES Men¨¦ndez Pelayo, en Getafe. Levantar el pavimento para llevar este equipamiento deportivo del centro del recreo, donde se encuentra ahora, a un lateral resulta caro, pero, al menos, la comunidad educativa ha ido ganando espacios de tr¨¢nsito, ¡°para no jugarnos la vida con un balonazo al pasar¡±, lo expresa su orientadora, Alicia Bernardos. Este macrocentro de secundaria con cerca de 1.000 alumnos, resultado de la uni¨®n de dos institutos ya de por s¨ª grandes, cuenta con uno de los patios m¨¢s extensos de la Comunidad de Madrid, ¡°hostil, con mucho cemento y una arquitectura muy poco humana¡±, describe la orientadora. Sus intervenciones para lograr que sea m¨¢s inclusivo forman parte de un proyecto de PlanEA (Red Arte y Escuela) para transformar todos los espacios educativos del IES a trav¨¦s de las artes, con la perspectiva de g¨¦nero como uno de sus grandes ejes, y financiaci¨®n de la Fundaci¨®n Carasso.
¡°En el diagn¨®stico inicial vimos la necesidad de espacios tranquilos y mixtos; poco a poco lo estamos logrando¡±, explica Bernardos, aludiendo a hitos como los troncos de los ¨¢rboles de la Casa de Campo derribados por la borrasca Filomena que el colectivo Basurama ha instalado a distintas alturas, como una invitaci¨®n a encaramarse y saltar. Tambi¨¦n hay gradas con mesas desechadas, y hubo mesas de pimp¨®n con pizarras viejas, que se rompieron por el uso. ¡°Veo que estamos promoviendo espacios de encuentro, con elementos f¨ªsicos y actividades que ponen en el centro el v¨ªnculo, la ayuda o el cuidado de las personas vulnerables. Va muy en sinton¨ªa con la filosof¨ªa del centro, que es muy diverso. En las evaluaciones, los alumnos afirman que se sienten orgullosos de su IES, que est¨¢n a gusto, que hay un buen clima¡±, observa.
Azoteas escolares: cuando la soluci¨®n est¨¢ en el techo
Durante la difícil vuelta a las aulas después de la pandemia, un grupo de madres del CEIP Menéndez Pelayo alzaron la vista al cielo, y no es ninguna figura retórica. Miraron, en concreto, a la azotea de su colegio (que data de los años veinte del siglo XX), proyectada desde su inicio para tener un uso específicamente educativo, con un diseño y edificación que siguieron los principios de los movimientos de renovación pedagógica higienistas y de la Institución Libre de Enseñanza. De ahí nació el proyecto Azoteas escolares, con el objetivo de impulsar la recuperación de las cubiertas como espacios de uso educativo en los edificios escolares que así lo permitan. En Madrid son tres las candidatas: la del ya citado CEIP Menéndez Pelayo, en Arganzuela; la del CEIP San Cristóbal en Chamberí; la del CEIP Amador de los Ríos, en Fuente del Berro.
Según los criterios del Departamento de Educación de la Generalidad de Cataluña para la construcción de nuevos edificios vigentes en el momento de hacer el Informe Breus 31 de la Fundació Jaume Bofill, cada alumno disponía de dos metros cuadrados en espacios exteriores. “Dimensión, a nuestro parecer, y como hemos podido ver a través de la investigación internacional, muy insuficiente”, lamentaban los autores. Las impulsoras de Azoteas escolares defienden que estas ampliarían el espacio educativo, y que no sería caro devolverlas a la vida, para recreo, actividades extraescolares, huerto o como punto de encuentro vecinal. Pero el proyecto se encuentra actualmente parado, ante la dificultad de poner de acuerdo a las tres administraciones implicadas: ministerio, comunidad autónoma y ayuntamiento.
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