Los cocineros espa?oles sientan c¨¢tedra en Harvard
La reconocida universidad americana invita desde hace 15 a?os a cocineros como Ferran Adri¨¤, los hermanos Roca, Fina Puigdevall o Eduard Xatruch, para desentra?ar la ciencia dentro de sus elaboraciones
En un auditorio de la Universidad de Harvard, un cocinero sube al escenario, casca un huevo en un vaso, a?ade una considerable cantidad de aceite y empieza a batir. Los procesos f¨ªsico-qu¨ªmicos necesarios para crear una emulsi¨®n se entienden mejor haciendo una mayonesa que con una pizarra en blanco y un rotulador. Comprender c¨®mo la fase grasa se integra en la acuosa a ritmo de batidora es mucho m¨¢s gr¨¢fico. Si, adem¨¢s, te explican que la yema de huevo contiene lecitina, que es un tensoactivo que hace que la mezcla permanezca estable y no se separe, entiendes que lo que est¨¢ pasando en el vaso de la batidora no es magia, es ciencia.
Este es solo un ejemplo b¨¢sico de lo que se ense?a en el departamento de Applied Science (Ciencia aplicada) de Harvard a trav¨¦s del programa de Science & Cooking (Ciencia y Cocina). Bajo t¨ªtulos como La termodin¨¢mica de la barbacoa, La ecuaci¨®n del ?oqui o Viscosidad, reposter¨ªa y chocolate, cada ¨²ltimo trimestre del a?o el auditorio se llena de alumnos que esperan ver c¨®mo diferentes chefs materializan conceptos abstractos en recetas. Hasta ese campus de Cambridge se han desplazado reconocidos nombres del mundo de la gastronom¨ªa como Mauro Colagreco (Mirazur), Pia Le¨®n (Central), David Zilber y Jason White (Noma), Christina Tosi (Milk Bar), David Chang (Momofuku) Dan Barber (Blue Hill), Bill Yosses (pastelero de la Casa Blanca), entre muchos otros.
La idea naci¨® en septiembre de 2008, cuando la prestigiosa universidad invit¨® a Ferran Adri¨¤ a dar una conferencia. ¡°Aquella conferencia fue tan exitosa que tuvieron que habilitar m¨¢s espacios y transmitir la charla en v¨ªdeo para que todo el mundo pudiera asistir¡±, comenta Pere Castells, una de las figuras clave del programa. ¡°Cuando Ferran volvi¨® yo estaba como responsable de investigaci¨®n de gastronom¨ªa de la Fundaci¨®n Alicia y me dijo: ¡®Espab¨ªlate, que quieren hacer cosas con nosotros¡¯. Hab¨ªa hablado con ellos y les interesaba mucho la cocina como forma de transmitir ciencia¡±, recuerda Castells, que ahora preside el congreso Science and cooking world de Barcelona. Ese ser¨ªa el principio de una relaci¨®n que dura ya 15 a?os en la que el cient¨ªfico catal¨¢n asesora a Harvard sobre los chefs que pueden aportar algo a las clases. La conexi¨®n con la Fundaci¨®n Alicia hizo que en un primer momento se pensase en cocineros que colaboraban con el proyecto, como Fina Puigdevall (Les Cols), que pas¨® por ese auditorio en 2011 para hablar del trigo sarraceno bajo el pretexto de la elasticidad de la materia.
¡°Para nosotros fue muy interesante. Lo vivimos como una gran experiencia. Fuimos en dos ocasiones. Como ten¨ªa que hacer una presentaci¨®n de im¨¢genes, yo llam¨¦ a mi amiga Isabel Coixet, que realiz¨® todo un trabajo visual explicando c¨®mo era el proyecto de Les Cols¡±, recuerda Puigdevall. Para que los profesores pudieran hablar de la elasticidad, la cocinera (con ayuda del entonces jefe de cocina, Pere Planagum¨¤) realiz¨® unas farinetes de fajol, un dulce t¨ªpico a base de trigo sarraceno o alforf¨®n, aut¨®ctono en la zona de Olot. Este ingrediente, que serv¨ªa para hacer el pan negro que muchos rechazaban por ser s¨ªmbolo de pobreza, se reivindicaba en forma de snack en el restaurante. El cambio que sufre la harina al contacto con el agua caliente la convierte en una pasta el¨¢stica y viscosa que despu¨¦s de pasar por el horno se vuelve crujiente al perder el agua. Tres estados de la misma materia.
¡°Cuando la gente cocina en sus casas, est¨¢n haciendo ciencia, y cuando los mejores cocineros en los mejores restaurantes del mundo crean nuevos platos, aprovechan los principios cient¨ªficos. Nuestra idea es que la comida y su preparaci¨®n pueden ser una herramienta atractiva para ense?ar ciencia, especialmente a personas que de otra manera no estar¨ªan tan interesadas en estas cuestiones¡±, afirma Pia S?rensen, l¨ªder del programa, que atribuye una buena parte de la fortaleza del ciclo de conferencias a la diversidad de chefs: ¡°Representan muchos tipos diferentes de gastronom¨ªas, desde barbacoa en el sur de Estados Unidos, hasta alta cocina de Espa?a.¡± De hecho, una de las clases m¨¢s populares es la del maestro asador Bryan Furman, que prepara al aire libre en su barbacoa costillas mientras profesores y alumnos discuten sobre la ciencia de la transferencia de calor y el anillo de humo. ¡°Tambi¨¦n es incre¨ªblemente popular Jos¨¦ Andr¨¦s, y muchos de los chefs espa?oles innovadores, como los hermanos Roca y el equipo de Mugaritz¡±, asegura S?rensen.
Antes de dar paso a los cocineros en cada sesi¨®n, el catedr¨¢tico David Waitz explica los conceptos te¨®ricos que se van a desarrollar en las recetas que elaboran y tambi¨¦n realiza aclaraciones al finalizar la preparaci¨®n. Entre el elenco de nombres espa?oles que han vivido esta experiencia universitaria se encuentran ?ngel Le¨®n, Ra¨¹l Balam Ruscalleda, Ram¨®n Morat¨®, Nandu Jubany, Carles Gaig o Carles Tejedor.
Uno de los ¨²ltimos asistentes fue Eduard Xatruch, que llev¨® hasta la universidad un trocito del restaurante Disfrutar (Barcelona) y explic¨®, entre otras cosas, c¨®mo es posible fre¨ªr una espuma. Un concepto que suena desconcertante hasta que se concreta en su famoso pan chino relleno de crema agria y caviar, en el que la espuma es la masa que se dispone con un sif¨®n sobre un cazo engrasado, se rellena y se sumerge en aceite muy caliente. ¡°Incluso hemos hecho una especie de tortas de an¨ªs, pero con espuma de queso frita. Al final, todo son formulaciones distintas y trabajar los conceptos hasta que tienes una cosa buena¡±, comenta Xatruch. Cuando se le pregunta c¨®mo se prepara un cocinero para ir a dar una clase a Harvard, asegura que ellos lo hicieron de una forma muy natural: ¡°Explicando lo que hacemos en el restaurante, pero haciendo m¨¢s hincapi¨¦ en la parte m¨¢s t¨¦cnica.¡±
Esta manera de explicar la ciencia de una forma din¨¢mica tiene un enorme atractivo para el alumnado de Harvard. En 2012 inici¨® el curso online abierto y gratuito y se inscribieron m¨¢s de 100.000 personas. El ciclo de Ciencia y cocina ha ido creciendo en los ¨²ltimos 14 a?os y ahora incluye tambi¨¦n cursos en l¨ªnea, recursos educativos para profesores y libros. ¡°Tenemos que hacer una selecci¨®n de los participantes, porque la demanda es brutal. Despu¨¦s de la pandemia se vivi¨® un baj¨®n en el n¨²mero de inscripciones porque la gente ten¨ªa miedo a meterse en espacios cerrados, pero ahora hay que cribar algunas candidaturas porque no caben todos¡±, afirma Alejandra Touceda, coordinadora del programa que, adem¨¢s, est¨¢ realizando su tesis colaborativa entre Harvard y el Basque Culinary Center sobre fermentaciones ind¨ªgenas. Se encarga adem¨¢s de coordinar con los chefs, preparar la mise en place (la preparaci¨®n de ingredientes y utensilios que permiten a los cocineros hacer su labor) antes de cada clase y hasta de hablar con la polic¨ªa de Cambridge, ya que los eventos multitudinarios necesitan autorizaci¨®n.
Pese a que hay elementos que no han cambiado durante estos a?os, como la ponencia inaugural, siempre a cargo de Harold McGee, uno de los m¨¢s conocidos divulgadores gastron¨®micos y autor de La cocina y los alimentos y Aromas del mundo, en los ¨²ltimos a?os se ha cambiado de direcci¨®n en algunas cosas. Un ejemplo es que ahora buscan dar m¨¢s visibilidad a proyectos y nombres menos conocidos, pero de gran valor, como la chocolatera Betty Petrova, que abri¨® su local hace apenas un a?o en Boston. De igual manera, desde hace algunas ediciones ha habido una intenci¨®n de ampliar las fronteras m¨¢s all¨¢ de Europa y Estados Unidos, invitando a cocineras como, Fatama Binta, de Ghana, o Luciana Bianchi, ideadora del primer restaurante con la filosof¨ªa del bosque, la granja y el mar a la mesa, de las Islas Gal¨¢pagos.