?Cu¨¢l es tu talla de bocadillo?
Desde pulgas, flautines, flautas, bocatines, panecillos, barritas, r¨²sticos, chapatas, payesitos, paninis hasta uno del tama?o del antebrazo de Joseba el tornero, del que me estoy recuperando del susto
El otro d¨ªa en un bar de pol¨ªgono me sirvieron un mini de at¨²n del tama?o del antebrazo de Joseba el tornero, y a¨²n me estoy recuperando del susto.
Servidora vive entregada en cuerpo y alma a la causa de los bares en los que se entiende el verdadero sentido de la existencia. Y es que la vida es un r¨ªo que fluye y del que uno est¨¢ llamado a llenarse hasta rebosar para, llegado el momento, henchido de gozos y dones, rodar gr¨¢cilmente cuesta abajo como un tonel hasta el otro mundo. As¨ª que, alabados sean los bocadillos colosales. Pero ese d¨ªa, esa interpretaci¨®n de la palabra ¡°mini¡±, m¨¢s pr¨®xima a las dimensiones de un autom¨®vil turbodi¨¦sel de diecis¨¦is v¨¢lvulas que a las de un bocadillo peque?o, me noque¨® y me dio pie a reflexionar. ?Ha llegado el momento, quiz¨¢, de reclamar la implementaci¨®n de un sistema m¨¦trico bocadillil universal?
En los pueblos de la zona rural donde vivo, el bocadillo como tal es algo poco habitual y suele presentarse como una construcci¨®n de dos pisos de buen g¨¦nero emparedado entre tres rebanadas centrales de pan de pay¨¦s r¨²stico restregadas con tomate de colgar. Si uno lo pide para llevar, viene envuelto toscamente en papel de aluminio. Si se piensa degustar in situ, con una hora por delante, cubiertos y servilleta de tela, que es lo que disponen las Sagradas Escrituras, las tres rebanadas de pan se disponen en un plato encabalgadas unas con otras hasta tapar toda la loza. Si quedase rastro de vajilla visible, se a?adir¨ªan m¨¢s trozos de pan con tomate para cubrirla del todo. El embutido se ajustar¨¢ al pan como una s¨¢bana bajera. No s¨¦ si nadie que no sea de por aqu¨ª entender¨ªa eso como un bocadillo.
En las ciudades, en la mayor¨ªa de los bares comunes existen dos tallas de bocadillo: el entero y el medio, que corresponden exactamente a un trozo de barra de pan rellena y de tama?o as¨ª o as¨¢ seg¨²n los gestos de las manos del camarero en el aire. En los barrios altos o en las cafeter¨ªas de franquicia, las mitades de bocadillos no existen. En las cartas de locales con peanas, p¨¦rgolas de lona en la terraza y paredes de cristal, hay cosas llamadas pulgas, flautines, flautas, bocatines, panecillos, barritas, r¨²sticos, chapatas, payesitos o paninis, nomenclaturas heredadas del cat¨¢logo del proveedor de pan precocinado, que nunca van acompa?adas de indicaciones precisas en cuanto a cent¨ªmetros de ancho, largo y hondo. Para que el cliente no se pierda, a menudo esta oferta est¨¢ presentada ya hecha en forma de muestrario en una vitrina. En este caso, un observador cualquiera podr¨ªa caer en el error de pensar que la diferencia entre una pulga y un flaut¨ªn es el resultado de darle a una criatura la misma bolita de masa de pan crudo para que la haga rodar como plastilina por la mesa con las palmas de las manos hasta convertirla en un churrito alargado. Pero eso no puede ser verdad de ninguna manera, porque los flautines valen tres veces m¨¢s que las pulgas. En este tipo de locales, al pedir un mini, al cliente se le ofrece un platito con una suerte de p¨¦tit four recostado en una servilleta mullidita que se finiquita en tres bocados; un llavero de bocadillo, una larva de bocata adulto, un tentempi¨¦ para tener en pie a alguien que trabaja sentado, no gasolina para alimentar una m¨¢quina de asfaltar carreteras.
Hace poco, en Asturias, a Gigi Salom¨®n, una intr¨¦pida viajera tiktoker, le pas¨® como a m¨ª, que se pidi¨® un bocadillito para matar el hambre a media ma?ana y se encontr¨® en la tesitura de tener que desencajar la mand¨ªbula como una boa constrictor para dar un mordisco al bocata que recibi¨®.
Estamos delante de un asunto que quiz¨¢ un d¨ªa se tendr¨ªa que discutir en el Congreso, en pos de establecer unos est¨¢ndares comunes en lo referente al tama?o de los bocadillos, para poner orden y que no nos pase como a los de la NASA, que estrellan sondas en Marte porque alguien encarg¨® para la nave tornillos peque?os y al proveedor de tornillos no se le ocurri¨® preguntar ¡°?peque?o comparado con qu¨¦?¡±.
Esto, o aceptar que es precisamente el tama?o del bocadillo el que decide si como cliente est¨¢s en tu elemento o te has equivocado de bar. A la vista de un mini de at¨²n de tres cuartos de kilo con dos pu?ados de aceitunas rellenas y una capa de pimiento asado, s¨®lo queda sentir en la mente las sabias palabras de Tina Turner en Mad Max: ¡°Recuerda d¨®nde est¨¢s: esto es la C¨²pula del Trueno. La muerte escucha y se va a llevar al primero que grite¡±.
Domine, non svm dignvs.
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