Ola de fr¨ªo en los restaurantes
Foto: Flickr
Por una vez y sin que sirva de precedente voy a utilizar esta plataforma para plantear una reivindicaci¨®n personal, con el convencimiento de que ah¨ª afuera hay mucha gente que piensa como yo. ?O es que soy el ¨²nico que est¨¢ harto de morirse de fr¨ªo en los restaurantes en verano por culpa del aire acondicionado? Seguro que no.
El est¨ªo espa?ol es caluroso, lo que obliga a la mayor¨ªa de los locales p¨²blicos a encender sus aparatos de climatizaci¨®n para que a los clientes no les d¨¦ un soponcio mientras disfrutan del men¨². Vale. Pero esto no significa que haya que someter a los comensales a temperaturas glaciales y chorros de aire g¨¦lido, como ocurre en tantos y tantos sitios. Hasta donde yo s¨¦, la criogenizaci¨®n viene bien cuando te mueres, no cuando vas a comer algo con los amigos.
En julio y agosto entramos a los restaurantes con los l¨®gicos modelos veraniegos: en los informales, con camiseta, pantalones cortos o sandalias; en los m¨¢s serios, con camisa de manga corta o vestidito. Si no hemos sido precavidos cogiendo un jersey, un chal o una manta zamorana, en muchos nos helamos porque el aire est¨¢ puesto a tope, sin complejos. Tiritamos al acabar de comer, cuando la temperatura de nuestro cuerpo sube por la digesti¨®n. Y nos agarramos resfriados y anginas por culpa de esta pr¨¢ctica que nos hace parecernos en lo malo al pa¨ªs m¨¢s derrochador del mundo, rey en el abuso del aire acondicionado: Estados Unidos.
Si la temperatura recomendada por el Ministerio de Industria para los espacios p¨²blicos en verano es de 26 grados, ?por qu¨¦ un importante sector de los hosteleros patrios piensa que a 18 -si no a 17 o 16- es cuando se est¨¢ "fresquito"? ?Cu¨¢l es el motivo de ese antiecol¨®gico gasto de dinero y energ¨ªa que no repercute en el bienestar del consumidor, y del que s¨®lo se acaban beneficiando las farmac¨¦uticas?
Se me ocurren dos explicaciones. Una, que los camareros tienen m¨¢s calor que los usuarios porque est¨¢n trabajando y movi¨¦ndose de un lado para otro, por lo que muchos tienden a dar ca?a al termostato sin darse cuenta de que los clientes no sudan como ellos. La segunda teor¨ªa es que algunos encargados no distinguen bien entre dichos clientes y la carne, el pescado y dem¨¢s alimentos que conservan en las c¨¢maras frigor¨ªficas. Aunque ¨¦sta es una pura especulaci¨®n de mi cosecha.
Conviene hacer aqu¨ª una menci¨®n a ese peque?o subgrupo de la profesi¨®n camareril que pasa deliberadamente de las quejas por la llegada de la edad de hielo. Ellos est¨¢n bien, as¨ª que t¨² no eres m¨¢s que otro caprichoso dando la tabarra. Te dicen: "S¨ª, ya lo bajo". Hacen como que tocan el mando del aire, y lo dejan igual. Entonces no queda m¨¢s remedio que volver a llamarles la atenci¨®n y recordarles que en la escala del confort el que paga importa m¨¢s que el que sirve. El capitalismo es as¨ª de cruel.
En descargo de los restauradores, hay que decir la climatizaci¨®n de espacios grandes es complicada, y que como pasa en muchas oficinas, mantener una temperatura uniforme en todos los puntos resulta casi imposible. En los restaurantes en los que hace fr¨ªo, yo me recorro todas las mesas libres, y cuando hay suerte doy con una en la que sopla menos el viento siberiano. Aparte de esta dificultad con la distribuci¨®n de frigor¨ªas, tambi¨¦n es cierto que las pr¨¢cticas abusivas con el aire acondicionado no son exclusivas de los comedores: las tiendas y, sobre todo, los cines, suelen convertirse en verano en morgues en las que se podr¨ªan mantener cad¨¢veres durante d¨ªas sin rastro de descomposici¨®n.
Para comer bien no s¨®lo son importantes los platos: un ambiente agradable y tranquilo -otro d¨ªa hablar¨¦ de esa otra lacra nacional que es la m¨²sica en los restaurantes- logra que el disfrute gastron¨®mico se multiplique. Por eso, estimados se?ores hosteleros, hay que bajar el aire acondicionado o suprimirlo cuando no es necesario. El planeta les estar¨¢ eternamente agradecido. Y los clientes y sus gargantas, todav¨ªa m¨¢s.
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