?Todo lo que comemos da c¨¢ncer?
Se etiquetan los alimentos en virtud de su efecto para aumentar o reducir el riesgo de c¨¢ncer sin pruebas convincentes. Muchos alimentos tienen al mismo tiempo estudios a favor y en contra. ?Qui¨¦n tiene raz¨®n? ?Qu¨¦ podemos hacer?
El c¨¢ncer ha sido definido por algunos expertos como algo parecido a una loter¨ªa, fruto de la acumulaci¨®n azarosa de mutaciones. Una loter¨ªa a la que no quisi¨¦ramos jugar, pero a la que nadie puede escapar. A pesar de eso, nos aferramos a la idea de tener alg¨²n tipo de control sobre esta enfermedad, seguramente por pura necesidad e instinto de supervivencia.
Es una loter¨ªa, cierto, pero tambi¨¦n podemos adquirir m¨¢s o menos papeletas seg¨²n nuestros h¨¢bitos de vida y reducir, que no eliminar, la probabilidad de hacerse con el premio gordo en esta terrible rifa. Sobre la gesti¨®n de esos boletos tenemos algunas certezas bien claras, quiz¨¢ la m¨¢s conocida en el marco de los estilos de vida sea la adicci¨®n al tabaco. Si fumas, pillas m¨¢s n¨²meros: hay pocas dudas.
?Pero da c¨¢ncer o no da c¨¢ncer?
Lo que comemos y lo que no tambi¨¦n se postula con mucha frecuencia como un elemento modulador de la probabilidad de sufrir c¨¢ncer. Pero lo cierto es que esta perspectiva, aun siendo cierta, la tenemos bastante desenfocada. Con la ciencia en la mano, salvo puntuales excepciones ¨Cque las hay¨C, no tenemos demasiados argumentos cient¨ªficos para defender el consumo o no de un alimento concreto y afirmar que este propicie el riesgo de c¨¢ncer (o, al contrario, lo reduzca).
Sobre casi todo lo que comemos y su relaci¨®n con el c¨¢ncer ¨Cpara bien o para mal¨C, se han escrito cientos de estudios. En la mayor¨ªa de los casos, la evidencia para defender esa relaci¨®n, sea en el sentido que sea, es m¨¢s bien escasa. Sin embargo, el mensaje que cala en los consumidores es demoledor y ofrece, en apariencia, pocas fisuras. Terminamos pues afirmando las posibles relaciones entre un alimento concreto y el riesgo de c¨¢ncer, normalmente con pruebas demasiado endebles para hacerlo de forma tan categ¨®rica.
Una muestra de ello la encontramos en las interesantes observaciones realizadas en este estudio, en el que se propuso investigar cu¨¢ntos de los ingredientes tomados al azar de un libro de cocina tradicional (norteamericana) ten¨ªan publicada en la literatura cient¨ªfica alg¨²n estudio que los relacionara con el c¨¢ncer. Seleccionaron 50 al azar, y se constat¨® que el 80% de esos ingredientes ten¨ªan alg¨²n tipo de asociaci¨®n con el c¨¢ncer, poniendo de relieve que una buena parte de ellos ten¨ªan estudios tanto a favor como en contra.
Es decir, para el mismo alimento hab¨ªa publicaciones que destacaban su car¨¢cter protector frente al c¨¢ncer y otras que alertaban del aumento del riesgo. Teniendo en cuenta la preocupaci¨®n general que existe sobre esta enfermedad, no es impensable que cada uno de estos estudios acabara en los titulares de los medios de comunicaci¨®n, para desconcierto de los lectores, claro. Algo bastante razonable, ya que el ¡°donde dije digo, digo Diego¡± lo llevamos muy mal, en especial cuando se trata de salud y de alimentos.
Pero el trabajo antes mencionado fue m¨¢s all¨¢. Tambi¨¦n analiz¨® la calidad de los estudios que relacionaban el c¨¢ncer con aquel 80% de alimentos, y observ¨® que a pesar de que los autores de los respectivos estudios terminaban por hacer interpretaciones concluyentes, la gran mayor¨ªa de esas afirmaciones se basaban en pruebas estad¨ªsticas d¨¦biles.
Hablando en plata, algunos autores exageran las relaciones c¨¢ncer-alimento y propician un juicio demasiado tajante para la poca contundencia de las pruebas que tienen entre manos. Al mismo tiempo, el nivel de evidencia (o potencia probatoria) de los estudios contrastados tambi¨¦n fue bastante heterog¨¦neo y puso de relieve alguna paradoja: los estudios individuales (con menor nivel de evidencia) sol¨ªan ser m¨¢s categ¨®ricos en sus conclusiones que los estudios de revisi¨®n y metaan¨¢lisis, que en principio aportan una imagen m¨¢s clara de la situaci¨®n.
Lo que de verdad se sabe de la relaci¨®n c¨¢ncer-alimento
No hay grandes titulares, tampoco alimentos milagrosos, ni s¨²peralimentos curalotodo ¨Ctan reales como Superman¨C ni nada que se parezca a las obras editoriales de t¨ªtulo complaciente escritas por el gur¨² magufo de turno. Lo que a d¨ªa de hoy se da por v¨¢lido de la relaci¨®n entre lo que comemos, nuestro estado nutricional y el riesgo de c¨¢ncer est¨¢ condensado en la obra de la World Cancer Research Found y el American Institute for Cancer Research titulada Alimentos, nutrici¨®n, actividad f¨ªsica, y la prevenci¨®n del c¨¢ncer: una perspectiva mundial (resumen en castellano, puedes acceder a la obra completa en ingl¨¦s en este enlace). Para hacernos una idea del estilo de recomendaciones que nos vamos a encontrar en este compendio del conocimiento cient¨ªfico al respecto del c¨¢ncer y los alimentos, ah¨ª van algunas recomendaciones concretas basadas en la evidencia para la prevenci¨®n del c¨¢ncer que, adem¨¢s, son extensibles a pacientes ya diagnosticados:
Recomendaciones sobre el peso corporal:
- Mantener el peso dentro de los m¨¢rgenes normales en base al IMC (?ndice de Masa Corporal).
- Evitar el aumento de peso y el aumento de la circunferencia de la cintura durante toda la vida adulta.
Recomendaciones sobre la actividad f¨ªsica:
- Realizar una actividad f¨ªsica de intensidad moderada, equivalente a una caminata en¨¦rgica durante al menos 30 minutos diarios.
- A medida que el estado f¨ªsico mejore, procurar realizar 60 minutos diarios o m¨¢s de actividad f¨ªsica de intensidad moderada, o bien 30 minutos diarios o m¨¢s de actividad f¨ªsica intensa.
- Limitar los h¨¢bitos sedentarios similares a ver la televisi¨®n.
Recomendaciones sobre alimentos y bebidas que promueven el aumento de peso:
- Consumir pocos alimentos de alta densidad energ¨¦tica, como patatas fritas, mantequilla o az¨²car.
- Evitar el consumo de bebidas azucaradas.
- Consumir poca comida r¨¢pida, o evitarla del todo.
Recomendaciones sobre los alimentos vegetales:
- Consumir por lo menos cinco raciones diarias (como m¨ªnimo 400 g) de hortalizas que no sean ricas en almid¨®n y de frutas variadas.
- Consumir alimentos poco procesados que est¨¦n elaborados con cereales y legumbres en cada comida.
- Limitar el consumo de alimentos ricos en almid¨®n refinado (escoger las versiones integrales).
- Las personas que consumen ra¨ªces y vegetales ricos en almid¨®n como alimentos b¨¢sicos en su dieta, tambi¨¦n deben asegurar una ingesta suficiente de hortalizas que no sean ricas en almid¨®n, frutas y legumbres.
Recomendaciones sobre los alimentos de origen animal:
- Las personas que se alimentan regularmente con carnes rojas deben consumir menos de 500 g por semana, con una m¨ªnima proporci¨®n (o ninguna) de carnes procesadas.
Recomendaciones sobre bebidas alcoh¨®licas:
- Si se consumen bebidas alcoh¨®licas, que no sean m¨¢s de dos unidades diarias si es hombre, y una si es mujer. (Nota: en la justificaci¨®n de esta recomendaci¨®n se hace constar que: ¡°Las pruebas cient¨ªficas no demuestran que exista un nivel preciso de consumo de bebidas alcoh¨®licas por debajo del cual no aumente el riesgo de los c¨¢nceres que causa. Esto significa que, con base exclusivamente en la evidencia sobre el c¨¢ncer, debe evitarse incluso el consumo de peque?as cantidades de alcohol¡±).
Recomendaciones sobre la preparaci¨®n, elaboraci¨®n y conservaci¨®n:
- Evitar los alimentos conservados en salaz¨®n o salmuera y los que tienen mucha sal; preparar las conservas sin recurrir al procedimiento de salarlos.
- Limitar el consumo de alimentos elaborados con sal a?adida para asegurar una ingesta menor a 6 g (2,4 g de sodio) al d¨ªa.
- No consumir cereales ni legumbres si se sospecha que est¨¢n contaminados por hongos.
Recomendaciones sobre los suplementos alimentarios:
- Para prevenir el c¨¢ncer no se recomiendan los suplementos alimentarios. (Nota: en la justificaci¨®n de esta recomendaci¨®n se hace constar que: ¡°Las pruebas cient¨ªficas demuestran que dosis altas de suplementos y nutrientes pueden proteger contra el c¨¢ncer, pero tambi¨¦n pueden causarlo. Los estudios que muestran tales efectos no guardan relaci¨®n con el uso extendido entre la poblaci¨®n general, en la que el equilibrio entre los riesgos y los beneficios no puede predecirse en forma confiable. Una recomendaci¨®n general de consumir suplementos para la prevenci¨®n del c¨¢ncer podr¨ªa tener efectos adversos inesperados. Es preferible aumentar el consumo de nutrientes importantes incorporando a la dieta habitual alimentos que los contengan").
Cuidado con la literatura magufa
Lo anteriormente expuesto resume de forma inequ¨ªvoca las recomendaciones que se pueden hacer al respecto de la prevenci¨®n y el tratamiento del c¨¢ncer a partir de la dieta, teniendo en cuenta la evidencia cient¨ªfica. A pesar de eso, la oferta de literatura de-buen-rollo sobre formas de evitar el c¨¢ncer en base a la dieta es especialmente abundante. Las obras que recogen la palabra c¨¢ncer en libros de divulgaci¨®n general son legi¨®n entre las estanter¨ªas dedicadas a la salud y a la diet¨¦tica.
Entre ellos ha destacado en los ¨²ltimo tiempos el best seller ¡°Mis recetas antic¨¢ncer¡± (Odile Fern¨¢ndez) donde se dan cita una serie de recomendaciones sin pies ni cabeza y sin contraste cient¨ªfico, algo que se ha convertido en un denominador com¨²n a la mayor parte de este tipo de obras. El peligro, m¨¢s all¨¢ de trasladar a los lectores unos contenidos falsos sobre el c¨¢ncer y su relaci¨®n con la dieta, radica en las falsas esperanzas que podr¨ªan albergar aquellos pacientes ya diagnosticados que se vean tentados de leer esta clase de libros y qui¨¦n sabe si, creyendo de que ya tienen ¡°su salvaci¨®n¡± en ellos, abandonen un tratamiento m¨¦dico.
Resumiendo: aunque comamos cada d¨ªa varias veces, y por lo tanto nos pueda parecer que algo tan constante en nuestra vida afectar¨¢ directamente en la aparici¨®n o el tratamiento de una enfermedad como el c¨¢ncer, la verdad es que ¨Cexcepto en los casos anteriormente mencionados¨C, no es as¨ª. Al menos, no desde el punto de vista cient¨ªfico, que es el que de verdad cuenta.
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