El zumo de naranja no es "dieta mediterr¨¢nea"
Decir que el zumo de naranja es una parte esencial de la dieta mediterr¨¢nea, como afirman sus productores, es m¨¢s falso que un billete de 25 euros, explica nuestro dietista-nutricionista de cabecera.
Hace apenas dos meses la interprofesional de productores de zumos en Espa?a, personificada en su asociaci¨®n -ASOZUMOS- present¨® el dossier El zumo de naranja en la dieta mediterr¨¢nea. En ¨¦l, y de manera absolutamente aleatoria, el sector intent¨® asociar la imagen de salud que planea sobre la dieta mediterr¨¢nea -como si a los japoneses les fuera mal con la suya- con el consumo de zumo de naranja. Algunos medios especializados o no, en cualquier caso carentes de sentido cr¨ªtico, se hicieron eco de esta presentaci¨®n y llegaron a titular notas informativas con un hiperb¨®lico ¡°El zumo de naranja es un alimento primordial en la dieta mediterr¨¢nea¡±.
Vincular el consumo de zumo de naranja a la dieta mediterr¨¢nea es directamente una mentira como un piano, y tal vez desde ASOZUMOS no tuvieran ni idea de lo rocambolesco de esta afirmaci¨®n, pero no cabe la menor duda que hab¨ªa alguien que s¨ª lo sab¨ªa: el prologuista del dossier, el Dr. Lluis Serra Majem. ?Que c¨®mo puedo estar tan seguro? Porque ¨¦l mismo prolog¨® en su d¨ªa (2006) la edici¨®n en espa?ol del libro How to Eat Well and Stay Well. The Mediterranean Way (Comer bien y sentirse bien. La receta mediterr¨¢nea) publicado por el matrimonio Ancel y Margaret Keys. Recordemos que Ancel Keys fue el creador del concepto Dieta Mediterr¨¢nea y el pionero en la difusio?n de sus beneficios. M¨¢s a¨²n, el Sr. Serra Majem es el Presidente de la Fundacio?n Internacional Dieta Mediterra?nea. Conviene recordar que a d¨ªa de hoy la vertiente comercial del constructo dietomediterr¨¢neo se ha convertido un poco en la casa de t¨®came Roque, tal y como concluy¨® la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria cuando afirm¨® que no es posible realizar ninguna alegaci¨®n de salud relativa al uso o seguimiento de la dieta mediterr¨¢nea.
Hoy en d¨ªa es bastante dif¨ªcil encontrar un ejemplar de la mencionada traducci¨®n, editada al alim¨®n por la Fundaci¨®n Dieta Mediterr¨¢nea -en cuyo patronato, parad¨®jicamente, abundan las empresas de ultraprocesados y otros productos poco saludables- y el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentaci¨®n. Pero por suerte un servidor tiene un ejemplar electr¨®nico, en el que no se menciona en absolutamente ning¨²n lado que el zumo de naranja como caracter¨ªstico de este estilo diet¨¦tico (en realidad ni el de naranja ni ning¨²n otro zumo). Repito: en ninguno.
La expresi¨®n ¡°zumo de naranja¡± aparece en cinco ocasiones dentro de las 417 p¨¢ginas de la obra: tres de ellas cuando se explica la receta de ¡°macedonia Minnesota¡±; una en la receta de ¡°Cr¨ºpes Suzette¡± y la ¨²ltima, en la receta de una marinada para preparar kebab al estilo griego. Por si es del inter¨¦s de los se?ores de ASOZUMOS, han de saber que el propio Ancel Keys sosten¨ªa lo siguiente en esta obra: ¡°Los habitantes de la zona mediterra?nea consumen mucha ma?s fruta que los estadounidenses o el resto de europeos [¡] En la mayori?a de regiones de Estados Unidos la disponibilidad de fruta no es un impedimento para seguir la costumbre mediterra?nea de comer mucha fruta fresca al di?a¡±. Es decir, las menciones al consumo de fruta fresca en la cuenca mediterr¨¢nea son reiteradas en esta obra, en especial en los postres; pero del consumo de zumos, ni rastro.
Seamos sensatos: ?cu¨¢ntos zumos de naranja -o de lo que sea- se tomaban en Espa?a en las d¨¦cadas de los a?os cincuenta, sesenta, setenta y ochenta? Siendo estrictamente sinceros, los zumos se consum¨ªan de manera bastante excepcional, y para qu¨¦ hablar de la cantidad de zumos que se consum¨ªan en d¨¦cadas anteriores. As¨ª que la supuesta relaci¨®n entre los zumitos y la dieta mediterr¨¢nea es directamente falsa, algo que no es la primera vez que sucede. De hecho es tan com¨²n que Henry Bluckburn, quien fuera mano derecha de Ancek Keys en el asunto mediterr¨¢neo, mencion¨® ya en su d¨ªa que fueron ¡°los expertos en alimentos, los cocineros y la industria alimentaria los que han cogido las aportaciones de Keys y se han apresurado a ofrecernos una expresi¨®n tan elegante y chic como es la ¡®dieta mediterr¨¢nea¡¯¡±.
Llamadme loco, pero soy de la opini¨®n que son precisamente este tipo de propuestas las que hacen que Espa?a, a pesar de su tradici¨®n y localizaci¨®n geogr¨¢fica sea uno de los pa¨ªses que m¨¢s se ha alejado en los ¨²ltimos a?os del denominado ?ndice de Adecuaci¨®n Mediterr¨¢neo. Que los autores de esta clase de propuestas sean, en buena medida, parte activa de la Fundaci¨®n Dieta Mediterr¨¢nea, tiene su guasa (por decirlo de una manera suave).
Es un buen momento para dejar claro que las m¨¢s recientes recomendaciones respecto al consumo de alimentos alienta el consumo de fruta fresca, pero no el de zumos de fruta, ya sean caseros o comerciales: m¨¢s a¨²n, directamente se recomienda no incluir de forma habitual zumos en nuestra dieta diaria. Fruta s¨ª, que es lo que cuelga de las ramas de los ¨¢rboles o lo que se compra en la fruter¨ªa; pero zumos no.
De vuelta al tema mediterr¨¢neo, hay de recordar una de las leyes no escritas del m¨¢rquetin, concretamente la que dice que en publicidad est¨¢ prohibido aburrir y mentir. Lo de aburrir es algo relativo, ya que lo que entretiene a unos puede aburrir a otros de manera soberana, y a la inversa. En el terreno personal, las campa?as de comunicaci¨®n de este sector me tienen muy aburrido, en especial por su habitual absurdez: como ejemplo, el esfuerzo publicitario de hacer equivaler un zumo de fruta a una de las cinco raciones de frutas y verduras recomendadas. Lo rocambolesco de aquel asunto, que a¨²n colea, es que al parecer esa equivalencia solo sirve cuando se considera una raci¨®n diaria, pero no para m¨¢s raciones: curiosa paradoja.
Es perfectamente razonable que algunas marcas, e incluso algunos sectores, quieran destacar las propiedades de su producto frente a las de otras opciones de compra, ya que la salud es uno de los puntos de palanca m¨¢s potente para dirigir mensajes a los consumidores potenciales. Precisamente por eso, se regularon hace tiempo las condiciones que hab¨ªan de reunirse en la comunicaci¨®n de aquellos productos que hicieran declaraciones de propiedades nutricionales o alegaciones de salud.
Sin embargo, hay una serie de expresiones -que, adem¨¢s de ser t¨ªpicamente falaces suelen ser poco espec¨ªficas- que evocan en el consumidor una mejor sensaci¨®n en relaci¨®n a la salud: lo m¨¢s llamativo de este asunto es que dichas expresiones evocan tanto como equivocan. En mi caso, lo tengo claro, cuanto m¨¢s grite, chille o esgrima a voz en grito un alimento -o un sector- diciendo que es artesano, tradicional, de la abuela¡o mediterr¨¢neo, menos caso le voy a hacer (salvo para sacarle los colores).
A modo de resumen, yo sacar¨ªa tres conclusiones b¨¢sicas sobre este asunto: la primera, que atribuir al zumo de naranja la caracter¨ªstica de ser esencial, primordial o importante en la dieta mediterr¨¢nea es m¨¢s falso que un billete de 25 euros. La segunda, que el plan marketiniano de ASOZUMOS constituye una campa?a de desinformaci¨®n a medio camino entre un bulo, una falacia y una filfa (por no mentar las conocidas?fake news). Y la tercera, que la labor de los autores del famoso dossier aparenta ser un feo ejemplo de flexibilidad moral.
Declaraciones nutricionales vac¨ªas y alegaciones de salud gratuitas
Hay dos Reglamentos Europeos que regulan qu¨¦ se puede decir y qu¨¦ no en publicidad y marketing respecto a los contenidos nutricionales y las propiedades salut¨ªferas de un determinado alimento. As¨ª, si un producto quiere decir que es light, con contenido reducido en sodio, alto en prote¨ªnas, fuente de fibra, rico en hierro, calcio o cualquier otra declaraci¨®n de similar calado, su productor tendr¨¢ que acatar lo dispuesto en el RE 1924/2006. Si la intenci¨®n del productor es trasladar un beneficio directo sobre la salud a trav¨¦s del consumo de ese alimento, y decir por ejemplo, que ¡°ayuda al sistema inmunitario; ¡°a mantener los niveles normales de colesterol¡± o ¡°a disminuir el cansancio o la fatiga¡± entonces, lo que habr¨¢ de respetar es lo contenido en el RE 432/2012.
Pero si una empresa de la industria no quiere -o no puede- acatar lo contenido en estos dos textos, siempre tendr¨¢ la oportunidad de usar expresiones que no se vean incluidas la legislaci¨®n. De esta forma, y usando expresiones que no aludan directamente a la salud o al contenido nutricional de su producto podr¨¢ enviar un mensaje salut¨ªfero presente en el imaginario del consumidor: son expresiones o atribuciones completamente gratuitas, por las que no hay que rendir cuentas a nadie.
Usar el adjetivo ¡°mediterr¨¢neo¡± en alguna parte de la promoci¨®n y venta del producto es uno de los recursos m¨¢s habituales: tenemos batidos mediterr¨¢neos, refrescos mediterr¨¢neos e incluso comida mediterr¨¢nea para perros. Otra muy frecuente consiste en decir que el producto es ¡°casero¡±. Ya sabes, galletas o mayonesas caseras sin olvidar las croquetas caseras, que como todo el mundo sabe, se reconocen que son ¡°caseras de verdad¡± cuando lo pone en su caja (que se lo pregunten al bueno de Alberto Chicote).
Otro recurso habitual para dar a entender que el producto es m¨¢s saludable o beneficioso que otro producto de la misma gama, es hacer menci¨®n a su ¡°naturalidad¡±. As¨ª, encontramos ¡°pan de pueblo o le?a¡±, boller¨ªa ¡°artesana¡±, ¡°pollo de corral¡±, o lo que ya es el colmo, ¡°pollo rural¡±. A modo de apunte recordemos que seg¨²n el RE 1308/2013 todos los pollos son ¡°de corral¡± porque pertenecen, con independencia de su m¨¦todo de cr¨ªa, a la denominaci¨®n de venta ¡°aves de corral¡±.
Tambi¨¦n se usan expresiones que trasladan una imagen de familiaridad o proximidad: magdales o caldos ¡°de la abuela¡±, salsas de tomate con ¡°receta tradicional¡±, etc¨¦tera. Llegados este punto, es necesario apuntar que cuando un producto o receta se adorne con un ¡°de la abuela¡±, los consumidores deber¨ªamos de estar amparados por la ley para que se pudiera conocer de qu¨¦ abuela en concreto se trata, porque me he tropezado con las recetas y guisos de las abuelas de algunas personas que daban ganas de todo menos de hacerle aprecio.
Juan Revenga es dietista-nutricionista, bi¨®logo, consultor, profesor en la Universidad San Jorge y miembro de la Fundaci¨®n Espa?ola de Dietistas-Nutricionistas (FEDN). Ha escrito los libros Con las manos en la mesa y Adelg¨¢zame, mi¨¦nteme.
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