?Son los bombones de licor el peor dulce del universo?
El Mon Ch¨¦ri y otros bombones rellenos de licor generan un rechazo inusual en el mundo de la reposter¨ªa. ?C¨®mo se inventaron? ?Est¨¢n en decadencia? Indagamos sobre el pasado y el futuro de estos dulces.
Un bote de pintura se vuelca accidentalmente encima de una gata negra y le deja una franja blanca desde la cabeza hasta la cola. Una mofeta macho la ve y se abalanza sobre ella. La agarra entre sus brazos como un gal¨¢n de los a?os 20 y empieza a besuquearla dedic¨¢ndole babosos cari?itos en franc¨¦s: ¡°?Oh, mon cheri, je t¡¯aime!¡±. Y venga a cubrirla a besos que nadie le ha pedido mientras la pobre gata, con cara de repugnancia y miedo, intenta escabullirse sin ¨¦xito.
El empalagoso acoso al que la mofeta Pepe Le Pew somet¨ªa a la gata Penelope Pussycat en los dibujos animados de Looney Tunes resume lo que siente mucha gente frente a un bomb¨®n de licor. Un invento que les suena a se?or mayor, a anticipo del puro, a bolero agarrado, a cacat¨²a burguesa permiti¨¦ndose un capricho casquivano en la sobremesa de la comida mensual en la que se re¨²ne con sus amigas de abolengo para despotricar del servicio. Pero hay algunos que est¨¢n riqu¨ªsimos; otros no, la verdad. Algunos, especialmente los industriales, te hacen sentir como un felino lamido a traici¨®n por un zorrillo. A mediados de noviembre en Twitter se mont¨® un pollo de cuidado por las famosas golosinas emborrachadas que comercializa Ferrero bajo su est¨¦tica de cereza enamorada, con miles de usuarios expresando su repugnancia ante este dulce. ?Odias los Mon Ch¨¦ri, my love? Pues que sepas que su historia comienza con un drama.
Michele Ferrero, ¡°el padre de la Nutella¡±, cuenta en una entrevista con el diario La Stampa que Mon Ch¨¦ri es, de todas sus creaciones, ¡°el producto que m¨¢s me emociona recordar¡±. Al acabar la Segunda Guerra Mundial intent¨® remontar su empresa familiar vendiendo chocolates en Alemania: ¡°Se miraba muy mal a los italianos. Nos consideraban traidores, malhechores e infieles¡±, relata. Sucede siempre al perder: los vencidos se enfrentan entre ellos por atribuirse las culpas. Michele pens¨® en algo que ¡°endulzara¡± la vida derrotada de los alemanes hasta hacerles olvidar su rencor: ¡°Hab¨ªa chocolate, cereza y hab¨ªa licor que calentaba en esa ¨¦poca fr¨ªa y con apenas calefacci¨®n¡±.
El resultado: ese bomb¨®n que hoy parece el ep¨ªtome del kitsch. ¡°En el invierno coloqu¨¦ enormes vallas publicitarias en todas las estaciones importantes de Alemania, con un inmenso ramo de flores que nunca se desvanec¨ªa¡±, cuenta Michele sobre su marketing de posguerra. Mon Ch¨¦ri quer¨ªa ser la solidaridad y la Navidad y el amor y la emoci¨®n dentro de un huevo y la elegancia de la Preysler para con el pu?etero embajador de un pa¨ªs que nunca supimos cu¨¢l era. Deb¨ªa pertenecer a los vencedores, porque pon¨ªa a la se?ora m¨¢s famosa de Espa?a a edificar pir¨¢mides, toda nerviosa, equilibrando bolas de chocolate.
La leyenda dice que el bomb¨®n como golosina naci¨® en la corte de Luis XIV, quien al probar el invento, espet¨®: ¡°Bon¡±. Es decir, ¡°bueno¡±. No era muy locuaz el Rey Sol (?alg¨²n monarca lo es? ¡°No volver¨¢ a suceder¡±). De la reiteraci¨®n infantil de dicha palabra gala, al parecer, proviene bomb¨®n. Lo curioso es que el dulce que por primera vez cat¨® el rey m¨¢s duradero de la historia -a no ser que Isabel II lo supere- no era una pieza de simple chocolate, sino una fruta ba?ada en ¨¦l. O sea que el bomb¨®n original se parece m¨¢s a un Mon Ch¨¦ri que a los bombones convencionales, a los que promocionaba Jos¨¦ Mar¨ªa Ru¨ªz-Mateos haciendo el memo -regal¨¢ndoselos a un trasunto de la Preysler, por ejemplo- o a los que Nestl¨¦ empaquet¨® en una caja roja en 1972, en evidente estrategia para apropiarse de San Valent¨ªn. No podemos acusar pues a Mon Ch¨¦ri de advenedizos, como tampoco podemos tildar todos los bombones de horteras, pero ambas condiciones forman parte de su historia.
Otra cosa es que nos agraden con licor, en lo cual influye tanto la combinaci¨®n como la textura. Hay a quien le da grima sentir el l¨ªquido lami¨¦ndole los labios tras pegar con ansia el primer mordisco. Supongo que les pasar¨¢ lo mismo con el coulant, tan ubicuo en cartas y cenas dom¨¦sticas de gala durante algunos a?os, o con los besos de lenguas demasiado humedecidas. De igual forma, combinar el chocolate con un microchupito de co?ac o de whisky quiz¨¢ te deja cara de Borb¨®n complacido, o quiz¨¢ de republicano cabreado, seg¨²n el gusto. A m¨ª normalmente no me convencen, el alcohol a menudo me sobra, siento que rompe la calidez del cacao con una sensaci¨®n demasiado potente que, ya puestos, me tomar¨ªa en un vaso ancho y con un par de hielos. El chocolate y el licor los prefiero por separado, como las urnas para las jefaturas de Gobierno y Estado.
Como todo en este mundo obsesionado con la innovaci¨®n, los bombones dipsoman¨ªacos ofrecen a sus aficionados un castillo de Hansel y Gretel convertido en bacanal de magnate ruso. La marca danesa Anthon Berg y la belga Neuhaus utilizan jarabes o destilados de Cointreau, Smirnoff, Pampero, Remy Martin y Glenfiddich. Cuando acabas de leer la lista dan ganas de pinchar la banda sonora de Trainspotting, o de bailar toda la discograf¨ªa de Sleaford Mods con Willy Wonka. Los tambi¨¦n belgas de la marca Leonidas incluyen en su lista alcoh¨®lica el Limoncello y el Amaretto, en plan romance italiano, mientras que la suiza Lindt les enchufa a sus Lindor champ¨¢n y crema irlandesa (porque no conocen el licor caf¨¦). M¨¢s cerca, La Gijonesa vende bombones de sidra, ampliando las posibilidades de este ayuntamiento culinario en el que, como siempre en gastronom¨ªa, el placer depende de la calidad de los ingredientes y del saber de quien los manipula.
La Bomboner¨ªa Pons de Barcelona lleva desde los a?os sesenta elaborando delicias de chocolate. Entre sus especialidades atesora los bombones de licor. ?lex Pons, tercera generaci¨®n a sus 31 a?os, cuenta que ¡°a los j¨®venes no nos seduce un sabor tan fuerte¡±. Los clientes aman o detestan los bombones rellenos, y piden el surtido monogr¨¢fico o todo lo contrario, abstemio, exiliando a los emborrachados. Tiquismiquis a ambos lados. ?lex aporta un segundo motivo por el que el licor est¨¢ cayendo en desuso: antes se utilizaba para prolongar la vida de los chocolates, pues el alcohol serv¨ªa de conservante en muchas preparaciones. Esa funci¨®n, en el ¨¢mbito artesanal, la cumplen ahora ¡°los pur¨¦s de frutas o las natas¡±.
La estrella en Pons, no obstante, sigue siendo el bomb¨®n de guinda con licor, la idea de la que surgi¨® la fabricaci¨®n mundial de Mon Ch¨¦ri. Con la misma inspiraci¨®n, la empresa Valcorchero retrocede a la esencia y utiliza cerezas enteras del Valle del Jerte, uno de los enclaves m¨¢s hermosos de Espa?a donde la floraci¨®n de los cerezos entre marzo y abril deja ojipl¨¢tico a cualquier nip¨®n. Extremadura puede ser m¨¢s rom¨¢ntica que Venecia, no necesitas ni una Vespa. Los reposteros de Valcorchero deshuesan las frutas y las sumergen en un ba?o de chocolate de calidad. Hasta ahora usaban chocolate negro, pero para esta temporada han a?adido el chocolate blanco y el chocolate ruby, de gran pureza y proveniente de unas bayas rojas que se vuelven rosas al trabajarlas de forma natural, ¡°sin colorantes ni conservantes¡±, apunta Teresa Corchero, responsable de Exportaci¨®n. Valcorchero vende a Canad¨¢, Rusia o la Uni¨®n Europea, incluidos los brit¨¢nicos, que ya no sabemos si est¨¢n o no. Igual tenemos que esperar a que acabe The Crown para enterarnos.
Este delicioso bomb¨®n del Jerte a?ad¨ªa licor hasta este a?o, hasta hace dos d¨ªas: ¡°Le daba otro dulzor, un toque afrutado al macerar en ¨¦l las cerezas¡±. Pero el mercado manda. Y el mercado dice "no": ¡°Cada d¨ªa m¨¢s gente demanda productos que no llevan alcohol. Porque no les gusta el alcohol, por intolerancias, para que los puedan comer los ni?os o por otras razones. As¨ª que decidimos eliminarlos¡±, explica Teresa.
Mucha gente se siente como Pen¨¦lope Pussycat ¡ªo sea, atrapada en las garras malolientes de Pepe Le Pew¡ª cuando se mete un bomb¨®n en la boca y al morder descubre que, oh-dios-m¨ªo, est¨¢ relleno de licor. Los personajes animados de Looney Tunes ganaron el Oscar al mejor cortometraje de animaci¨®n en 1949 con la pel¨ªcula Por razones sentimentales, pero sus protagonistas nunca se avinieron en la vida real como pareja. Por razones sentimentales, de gui¨®n o de aroma, no se sabe. Quiz¨¢ el chocolate y el alcohol funcionan tambi¨¦n mejor a su bola, por separado. O no.
Al fondo del plano una mofeta llora desconsolada, mientras intenta entonar La Marsellesa.
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