Navazos: un oasis de verduras cultivadas en la arena
?Guisantes, tomates y patatas de playa? En las dunas del litoral de Sanl¨²car (C¨¢diz) se producen hortalizas desde hace siglos, y algunos agricultores tratan de mantener este sistema en v¨ªas de extinci¨®n.
Un navazo en Sanl¨²car de Barrameda no es ning¨²n prodigio anat¨®mico. All¨ª esta palabra hace referencia a un sistema de cultivo bastante particular por el terreno en el que se ubica: arena. S¨ª, la naturaleza es as¨ª de caprichosa: a ti se te muere el poto que compraste para tu apartamento y en esta localidad gaditana cosechan patatas, pimientos y tomates al lado de la playa. Durante siglos fue un motor econ¨®mico fundamental para muchas familias, centenares de hect¨¢reas del litoral sanluque?o estaban destinadas a este fin, aunque hoy d¨ªa quedan pocos navaceros que subsistan gracias a este -en apariencia- milagro hort¨ªcola.
¡°No sabemos cu¨¢l es el origen exacto en Sanl¨²car. La primera referencia escrita data del siglo XVI, en la que lo llamaban lavazo -sin¨®nimo de navazo-, aunque puede ser m¨¢s antiguo¡±, apunta Rub¨¦n S¨¢nchez C¨¢ceres, doctor en Recursos Naturales y Sostenibilidad por la Universidad de C¨®rdoba. Seg¨²n ilustra este investigador, este sistema de cultivo en superficies arenosas se encuentra, con algunas diferencias, en el norte de Portugal -donde se les llama maceiras- o en la franja de Gaza, ¡°y tambi¨¦n hay navazos naturales, donde nadie siembra, en Do?ana¡±. Se necesitan unas condiciones geogr¨¢ficas muy concretas para poder desarrollar esta agricultura, y en este pueblo de C¨¢diz hace a?os que descubrieron que su costa era ideal para ello.
Pero ?c¨®mo es posible?
El principal factor que permite la cosecha en el litoral sanluque?o es la cercan¨ªa del acu¨ªfero a la superficie en las zonas entre dunas (o bardos, que es como llaman all¨ª a esas paredes naturales que delimitan la parcela). ¡°Cuando el agua de lluvia cae en la arena, entra hacia abajo hasta encontrarse con una capa de arcilla que impide que siga; en ese espacio se almacena much¨ªsima agua. El navazo consiste en acercarnos a esa capa fre¨¢tica y cultivar¡±, explica S¨¢nchez C¨¢ceres. Como en Sanl¨²car estas balsas subterr¨¢neas est¨¢n cerca del suelo, las plantas pueden abastecerse a su gusto.
Habr¨¢ quien piense que los tub¨¦rculos o las verduras pueden acabar m¨¢s hartas de l¨ªquido que t¨² un 31 de diciembre. Pues no. En la manera m¨¢s tradicional de cultivo del navazo, hoy pr¨¢cticamente extinta, una vez que las plantas hab¨ªan desarrollado las ra¨ªces, quien se encargaba de regar en su justa medida era la luna: ¡°La energ¨ªa lunar mueve las mareas, que a su vez empujan el agua dulce del subsuelo e inundan las ra¨ªces cada 12 horas. En los navazos m¨¢s cercanos a la playa, esa irrigaci¨®n se ve¨ªa con m¨¢s facilidad, mientras que en aquellos m¨¢s alejados, apenas se percib¨ªa, por lo que eran de peor calidad¡±, detalla el ingeniero agr¨®nomo Rub¨¦n S¨¢nchez C¨¢ceres.
?Y c¨®mo mandaban los c¨¢nones que hab¨ªa que regar esos primeros brotes? A mano, con una jarra llena de agua del tollo, un hoyo excavado en la propia finca de unos dos o tres metros de profundidad. ¡°En una parte de la parcela se cavaba de manera artesanal hasta alcanzar el nivel fre¨¢tico, creando una balsa. De ah¨ª el agricultor obtiene el agua necesaria en la primera fase del cultivo¡±, comenta Rafa Monge, uno de los pocos navaceros que quedan en la actualidad.
Y lleg¨® la modernizaci¨®n
Pero eso era antes, claro. Porque en los a?os sesenta lleg¨® una revoluci¨®n a la agricultura sanluque?a que cambi¨® muchas cosas: ¡°En esa ¨¦poca aparecen en la zona las primeras motobombas para regar a presi¨®n, los fertilizantes y pesticidas y, adem¨¢s, se comienzan a sustituir las variedades m¨¢s antiguas por otras m¨¢s productivas¡±, precisa S¨¢nchez C¨¢ceres.
Previo a esta transformaci¨®n, el navazo era un sistema hort¨ªcola con una producci¨®n bastante grande para la ¨¦poca: ¡°Los que ten¨ªan sus terrenos en plena costa daban incluso hasta pr¨¦stamos a sus vecinos de la cantidad de dinero que ganaban¡±, seg¨²n Rub¨¦n, que a?ade que era el caso del due?o del navazo de San Salvador.
Los avances t¨¦cnicos trajeron consigo una mayor competitividad: ¡°Una vez que llega esa modernizaci¨®n puedes cultivar en cualquier sitio. Antes no pod¨ªas sembrar hort¨ªcolas en albariza, por ejemplo, solo en las vegas de los r¨ªos¡±, dice el investigador. Esa tecnificaci¨®n ayud¨® a incrementar las cosechas de los agricultores de toda Espa?a, claro, y el navazo empez¨® a dejar de ser tan atractivo: ¡°Para el paradigma de agricultura actual no parece conveniente, ya que en el navazo no se pueden obtener grandes cantidades ni productos regulares¡±, declara Monge.
A esto se une que algunos propietarios, ante la p¨¦rdida de rentabilidad, vendieron sus terrenos: ¡°El barrio Bajo de Sanl¨²car se construy¨® sobre navazos. Es una l¨¢stima, porque este sistema tan particular conformaba un paisaje totalmente diferente a cualquiera. Era lo m¨¢s parecido a ver un oasis¡±, recuerda Rub¨¦n. Y no solo se perdi¨® superficie de cultivo: con la introducci¨®n de variedades m¨¢s productivas desaparecieron muchas de las aut¨®ctonas. ¡°Nadie ten¨ªa esa sensibilidad por conservar las particularidades, el patrimonio agr¨ªcola de nuestro pueblo. Solo se conceb¨ªa como algo que hab¨ªa que actualizar¡±.
Navacero, un trabajo en peligro de extinci¨®n
Rafa Monge es uno de los pocos que a¨²n intentan preservar el verdor en la arena blanca de Sanl¨²car. Su familia era navacera, pero ¨¦l en un principio opt¨® por otro camino profesional: ¡°En 2012 me fui a estudiar un grado de Dise?o a Madrid y, tras trabajar para varias multinacionales, en 2016 me vine a casa de mis padres para crear mi propio estudio¡±, relata este sanluque?o. ¡°Por aquel entonces se estaban planteando vender la parcela. Eso aceler¨® mis ganas de dedicarme al campo, que siempre hab¨ªa sido parte de mi vida, y me propuse hacer algo para demostrar que era viable¡±.
Un a?o m¨¢s tarde, en 2017, Monge empez¨® a hacer pruebas en el terreno, y ya en 2018 recogi¨® las primeras verduras, que vendi¨® a restaurantes de la zona. A partir de ah¨ª, Rafa se centr¨® en desarrollar en el navazo de su familia un cultivo ¡°que mezcla elementos de la tradici¨®n, como el soporte, la siembra o la cosecha, que son artesanales, y otras t¨¦cnicas m¨¢s modernas, como el control de plagas o el riego por goteo, que se realiza gracias a una motobomba que saca agua de los dos tollos de la finca¡±.
En estos ocho a?os, cuenta que ha hecho ensayos con casi 200 variedades diferentes de verduras y hortalizas bajo una premisa: complementar la oferta de productos hort¨ªcolas existente. As¨ª, Rafa ha cosechado en su parcela tomate verde mexicano, pak choi, col kale, espinaca de Nueva Zelanda, lechuga minutina, alcachofa de girasol, guisantes l¨¢grima, ma¨ªz mini, rutabaga, remolacha chioggia, jud¨ªa china o patata shetland. Unos cultivos que, asegura, adquieren una identidad propia al crecer en el navazo y con agua del tollo, que en su caso contiene un nivel de salinidad algo superior al habitual: ¡°Por ejemplo, el tomate verde mexicano difiere mucho del original. De normal, es muy ¨¢cido, pero aqu¨ª se puede comer crudo porque tiene un sabor dulce¡±.
La mayor parte de la producci¨®n de Rafa Monge va destinada a la restauraci¨®n; chefs tan reconocidos como Rodrigo de la Calle o ?ngel Le¨®n han utilizado en sus cocinas verduras y hortalizas de este navazo. Solo de tanto en tanto prepara lotes para particulares, que los adquieren sin saber qu¨¦ viene dentro. ¡°En esos casos lo anunciamos a trav¨¦s de las redes sociales de nuestro proyecto, Cultivo Desterrado, y por lo general en dos horas se agotan¡±, afirma el agricultor.
¡°Al final despu¨¦s de todo este tiempo, adem¨¢s de recuperar el navazo de mi familia, espero haber fomentado a quienes tienen uno a hacer una agricultura m¨¢s acorde a sus particularidades¡±, dice Rafa Monge, a quien le gustar¨ªa ¡°formar una cooperativa con la que crear marca¡±. De momento, S¨¢nchez C¨¢ceres opina que se debe empezar por rescatar algunos con todos sus elementos: ¡°En el del baluarte de San Salvador, que es el mejor conservado e impresionante de ver, como una catedral para m¨ª, el ayuntamiento, que tiene la mitad de la propiedad, ha proyectado un camino a la playa que lo divide en dos¡±.
¡°Que un campo sea patrimonio choca a mucha gente¡±, comenta este cient¨ªfico, que lucha junto a otras personas por que no desaparezca un sistema de cultivo que durante siglos abasteci¨® y aport¨® riqueza a la localidad. ¡°Lo que ya se ha perdido, poco se puede recuperar", concluye Rafa Monge. "Pero con mi trabajo quiero abrir camino para que otros vean el navazo como un monumento hist¨®rico m¨¢s del pueblo. Para m¨ª es un orgullo como sanluque?o¡±.
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