Por qu¨¦ tenemos menos hambre cuando hace calor (y qu¨¦ conviene comer para refrescarse)
A la mayor¨ªa de mortales el calor nos aplatana y nos quita las ganas de comer. Contamos por qu¨¦ ocurre este fen¨®meno y desmontamos algunos mitos sobre comidas y bebidas presuntamente refrescantes
Con raz¨®n la representaci¨®n del sufrimiento eterno se hace tradicionalmente entre calor y llamaradas infernales: si los pintores cl¨¢sicos hubieran paseado por la Puerta del Sol en pleno veranito madrile?o, tendr¨ªamos cuadros plagados de osos, madro?os y plazas di¨¢fanas sin una sombra. Salvo para unos pocos incondicionales del verano que disfrutan tumb¨¢ndose en la toalla vuelta y vuelta a las 12 de la ma?ana en la playa, al com¨²n de los mortales el calor nos irrita, desespera y aplatana. Y nos quita las ganas de comer.
Esto sucede porque el control de la temperatura corporal y los mecanismos que regulan el hambre y la saciedad est¨¢n relacionados. Para poder mantener la vida, nuestra temperatura tiene que mantenerse en un rango muy ajustado y el hipot¨¢lamo, situado en el cerebro, es el centro de control que la mantiene dentro de ese margen ¨®ptimo.
Sin embargo, hay factores que pueden subir esa temperatura, como la fiebre, el ejercicio f¨ªsico, el calor achicharrante de este verano infernal o la ingesta de alimentos. S¨ª, comer sube nuestra temperatura; algo que por otra parte no necesitabas que te aclar¨¢semos: solo tienes que recordar los calores que te entraron cuando el camarero te sac¨® el quinto plato del men¨² en la boda de tu primo Luis Miguel. Las razones por las que sudas al empezar a comer la ¡°crema de marisco con colas de gambas¡± te pueden resultar menos conocidas. Vamos a descifrarlas.
Comer es un trabajito
Se explica porque comer no nos sale energ¨¦ticamente gratis: para poder digerir, absorber, transportar y almacenar los macronutrientes que contienen los alimentos -hidratos de carbono, grasas y prote¨ªnas- se gasta energ¨ªa. Es lo que se conoce como efecto termog¨¦nico de los alimentos. Ojo, que este fen¨®meno es el que usan como base cient¨ªfica los vendehumos que te cuentan que hay alimentos con ¡°calor¨ªas negativas¡± porque supuestamente gastas m¨¢s energ¨ªa en digerirlos de la que te aportan, y eso es m¨¢s falso que los principios inamovibles de la pr¨®xima presidenta de Extremadura. Es falso porque este efecto termog¨¦nico es modesto: se calcula que el gasto para digerir los l¨ªpidos es de un 2,5% de la energ¨ªa que aportan, un 7,5% para los hidratos de carbono y un 25% para las prote¨ªnas. Pero, en cualquier caso, s¨ª incrementa la temperatura corporal
Como nos cuentan en este estudio, el hipot¨¢lamo tambi¨¦n controla nuestra ingesta. En esta zona hay dos tipos de neuronas que regulan el apetito: las que segregan AgRP -p¨¦ptido relacionado con el agut¨ª- y las que producen POMC (propiomelanocortina). El AgRP estimula la ingesta, mientras que la POMC act¨²a en sentido contrario. Pero estas neuronas no funcionan a su bola, se relacionan a su vez con hormonas segregadas por el sistema digestivo o por las c¨¦lulas grasas del cuerpo, reciben est¨ªmulos visuales y olfativos¡en definitiva, que se crea una red complej¨ªsima de enlaces que al final te llevan a abrir otra vez la puerta del frigo o a rechazar el postre.
Parece que el incremento de la temperatura corporal es uno de los est¨ªmulos que activan las neuronas POMC. Sube tu calorsito y pone en marcha a las POMC para que liberen sus p¨¦ptidos, que llegar¨¢n a otras neuronas responsables de las sensaciones de saciedad. As¨ª que, teniendo en cuenta que estamos en el momento en que tenemos dos factores que te suben la temperatura: uno, el asqueroso, desquiciante y pegajoso calor del verano -desde mi g¨¦lido coraz¨®n monta?ero os digo a los del team verano: no ten¨¦is criterio-; y dos, la costumbre de comer cada d¨ªa, es normal que est¨¦s completamente desganado en plena ola de calor y lo ¨²nico que seas capaz de meterte en el cuerpo sea un litro de gazpacho.
El tinto de verano, ?refresca de verdad?
Refresca las manos cuando sujetas el copazo. Es cierto que se conocen mucho m¨¢s los efectos negativos del alcohol sobre la regulaci¨®n de la temperatura bajo condiciones de fr¨ªo que de calor, pero en general se considera que altera los mecanismos de termorregulaci¨®n en ambos sentidos, interfiriendo en la capacidad para generar calor corporal bajo condiciones de fr¨ªo y viceversa, para disipar el calor corporal cuando la temperatura aumenta.
Incluso si aceptamos, como indican algunos estudios, que tomar alcohol pone en marcha mecanismos para ayudar a bajar la temperatura corporal temporalmente, no es una buena estrategia veraniega. La parte positiva es que produce mayor sudoraci¨®n, lo que nos refresca. Tambi¨¦n desencadena una vasodiltaci¨®n de los capilares de las extremidades con un doble efecto: en ¨²ltimo t¨¦rmino disipa la temperatura, pero inicialmente incrementa nuestra sensaci¨®n de calor, lo que hace que pongamos en marcha ¡°mecanismos comportamentales de termorregulaci¨®n¡±, que en castellano cl¨¢sico quiere decir que te vas a buscar una sombra, meterte en el agua o cualquier cosa que te ayude a pasar el sofoc¨®n.
Hasta aqu¨ª, todo a favor. Pero, por otro lado, esa sudoraci¨®n puede ser exagerada y, adem¨¢s, el alcohol act¨²a tambi¨¦n como un diur¨¦tico, haciendo que perdamos agua y se incremente nuestro riesgo de deshidrataci¨®n. Y ya si la ¡°copita¡± pasa a ser varias copazas que nos dejan durmiendo la mona al sol, los efectos perjudiciales est¨¢n garantizados, por no hablar de que esas acciones voluntarias para bajar la temperatura, como meternos en el agua, pueden suponer un riesgo claro si hemos bebido. As¨ª que, si quieres beber algo fresco, el alcohol es la peor opci¨®n.
?Y si le a?adimos una pizca de picante?
Las comidas con extra de picante son habituales en lugares muy c¨¢lidos, como M¨¦xico o la India, como si todo el calor de tu cuerpo pudiera escaparse por la boca por el ardor que te producen unos frijoles con chile. El caso es que s¨ª que hay una base para tratar de ¡®refrescarse¡¯ comiendo curry o jalape?os.
El picante no es un sabor como tal, sino una sensaci¨®n de dolor que se recoge en unos receptores llamados TRPV1, que est¨¢n situados en neuronas especializadas en detectar el dolor. Como si fueran millenials aut¨®nomos pluriempleados y autoexplotados, estos receptores no se limitan a identificar la llegada de la capsaicina -la principal mol¨¦cula implicada en la sensaci¨®n picante-, tambi¨¦n avisan si la temperatura es c¨¢lida. Adem¨¢s, la capsaicina tambi¨¦n activa las neuronas sensitivas que detectan el calor.
Este tinder de relaciones neuronales en el que la capsaicina hace match con varios receptores tiene un efecto en la termorregulaci¨®n. Por eso, comer alimentos picantes puede desencadenar procesos de vasodilataci¨®n, sudor y jadeo, que nos ayudan a bajar la temperatura corporal, como explican en este estudio cient¨ªfico. Eso s¨ª, no parece que hartarte a guindillas vaya a hacer que est¨¦s fresquita en Dos Hermanas un 15 de julio aderezado de su poquito de cambio clim¨¢tico.
Por cierto, si te has pasado con el picante y est¨¢s comprobando en tus propias carnes linguales que efectivamente lo que se siente es dolor, olvida remedios in¨²tiles como beberte hasta el agua de los jarrones y tat¨²ate esta palabra: grasa. Los capsaicinoides se disuelven en grasa, as¨ª que puedes intentar ¡°arrastrarlos¡± con un trozo de pan mojadito en aceite o unos tragos de leche.
El helado est¨¢ fresquito, ?ayuda a refrescarse?
No. Es un placer, eso no lo niego. Dejando a un lado c¨®mo estimula tu circuito de recompensa -lo tiene todo para triunfar: grasa, az¨²car, un sabor irresistible-, su temperatura ejerce un efecto placentero en la boca, te da esa sensaci¨®n refrescante tan buscada. Esto ocurre con todos los alimentos que tomamos fr¨ªos, porque esa temperatura fresquita en la boca y la lengua estimula los receptores del fr¨ªo y env¨ªa se?ales de saciedad de la sed. Por eso es tambi¨¦n m¨¢s placentero beber agua fr¨ªa en verano que tomar agua templada, aunque ambas son exactamente igual de hidratantes, como se indica en Placer fr¨ªo. Por qu¨¦ nos gustan las bebidas heladas, los polos y los helados. Pero no puedes esperar que el helado tenga un efecto real en la bajada de la temperatura corporal porque su efecto refrescante inicial va a dar paso al efecto termog¨¦nico del que hemos hablado.
Entonces, ?qu¨¦ comemos cuando hace 40 grados a la sombra?
Una vez desmentidos esos mitos que te van a hacer m¨¢s mal que bien bajo la ola de calor, pensar en qu¨¦ puedes comer es m¨¢s sencillo porque las recomendaciones van a ser iguales que en cualquier ¨¦poca del a?o: alimentos vegetales como base, huevos, pescado y fuentes de grasa como el aceite de oliva virgen. Pero adapt¨¢ndolas ligeramente para priorizar los alimentos que nos ayuden a mantenernos hidratados y que, a la vez, nos nutran. Si adem¨¢s est¨¢n fr¨ªos y nos ayudan a tener esa sensaci¨®n bucal placentera, hemos triunfado.
Todas las cremas vegetales fr¨ªas que se te ocurran son bienvenidas. Por si el calor te ha dejado la creatividad bajo m¨ªnimos, aqu¨ª tienes nueve sopas y cremas fr¨ªas m¨¢s all¨¢ del gazpacho y el salmorejo (que son fant¨¢sticas, siempre van a tener un trocito de nuestro coraz¨®n veraniego y que puedes mejorar con estos trucos).
Es un buen momento tambi¨¦n para desmontar el tradicional men¨² de primero, segundo y postre, y comer un plato ¨²nico, pero bien planificado. Las ensaladas pueden volverse protagonistas con algunas adaptaciones para incorporar prote¨ªna de calidad. La mixta con su at¨²n no est¨¢ mal nutricionalmente, pero intentemos no morir de aburrimiento gastron¨®mico: ?por qu¨¦ no pruebas a meter las legumbres en platos fr¨ªos, como en estas recetas de ensalada? O tirar hacia sus primas, las ensaladillas en sus m¨²ltiples variantes (en este v¨ªdeo tienes ideas para hacerlas con una mayonesa 100 % segura). Y ya que el modo ¡°comer fresquito¡± es una oportunidad para dar protagonismo a platos saludables, ?por qu¨¦ no aprovechamos para incorporar algunas de esas preparaciones a nuestro recetario para todo el a?o?
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