Empedrat ib¨¦rico

?A que apetecen las elecciones catalanas? No se me ocurre una vuelta de vacaciones m¨¢s excitante, con todo un mes de tabarra independentista y antiindependentista por delante. Tengo la sensaci¨®n de que quedan pocas personas que no est¨¦n hasta el n¨ªspero de este asunto. Los que se quieren separar, porque no les dejan. Los que quieren quedarse, por el bombardeo propagand¨ªstico del proc¨¦s. Eso en Catalu?a: fuera de ella, s¨®lo se divisa la movilizaci¨®n de peque?os islotes de integrismo espa?olista alimentados artificialmente por la bilis de la prensa ultra y la TDT Party, en medio de un oc¨¦ano de aburrimiento e indiferencia generalizados.

Pase lo que pase en la votaci¨®n, no s¨¦ si el 27-S mejorar¨¢ o empeorar¨¢ las relaciones entre los habitantes de este extremo de la pen¨ªnsula y el resto de sus (por ahora) compatriotas. Desde dicha ignorancia, y con la pretensi¨®n de no sumar m¨¢s palabras a la brasa medi¨¢tica sobre el asunto, s¨®lo quiero reivindicar algo que nos une a todos, que es la pasi¨®n por la jamada y el bebercio. Si el t¨®pico macromachista dice que a los hombres se les conquista por el est¨®mago, no veo porque el refr¨¢n no puede extenderse a los espa?ol¨®fobos catalanes y a los catalan¨®fobos espa?oles de ambos sexos.

Para tender puentes y, como dir¨ªan Chico y Chica, ¡°estrechar al fin los lazos de amistad¡±, propongo un sencillo experimento: coger un supercl¨¢sico catal¨¢n como el empedrat -plato emblem¨¢tico de la san¨ªsima costumbre local de comer legumbres en ensalada- y darle un paseo por los campos andaluces, extreme?os o castellanos donde hozan los gorrinos ib¨¦ricos. O dicho sin tanta literatura, quitarle el bacalao y ponerle jam¨®n.

Publicado originalmente en la edici¨®n impresa del suplemento 'Tentaciones'.

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