Pablo Palazuelo, el genio de la abstracci¨®n geom¨¦trica que uni¨® el arte y la ciencia
Un total de doce obras y doce proyectos del artista espa?ol se podr¨¢n ver en la exposici¨®n ¡®La l¨ªnea como un sue?o de arquitectura¡¯, del 15 de febrero al 7 de mayo en el Museo ICO de Madrid
El artista Pablo Palazuelo (Madrid, 1915-2007) hablaba de un libro misterioso sobre arte oriental que descubri¨® en Par¨ªs y que hab¨ªa inspirado las endiabladas estructuras de sus composiciones. Siempre se resisti¨® a desvelar el t¨ªtulo, pese a la insistencia de colegas como T¨¤pies. Teresa Ravent¨®s-Vi?as y Gonzalo Sotelo-Calvillo, arquitectos y profesores de la Universidad San Pablo-CEU y Polit¨¦cnica de Madrid, respectivamente, creen haberlo identificado estudiando su biblioteca personal. ¡°Hemos visto que en sus p¨¢ginas coinciden las marcas de chinchetas con las que aparecen en algunos de sus croquis en papel de calco¡±, dicen. Se trata de Les ¨¦l¨¦ments de l¡¯art arabe. Le trait des entrelac, un tratado del franc¨¦s Jules Bourgoin editado en 1879, que va a exponerse al p¨²blico por primera vez en la exposici¨®n que ellos comisar¨ªan, Pablo Palazuelo. La l¨ªnea como un sue?o de arquitectura. La muestra estar¨¢ en el Museo ICO de Madrid del 15 de febrero al 7 de mayo, y forma parte del programa de la sexta edici¨®n del Madrid Design Festival.
¡°Palazuelo era un trabajador incansable y un lector voraz¡±, aseguran los comisarios. Sus intereses abarcaban desde la alquimia medieval o el estudio de la c¨¢bala hasta las teor¨ªas cient¨ªficas m¨¢s racionales. Y su arte concentraba todas esas referencias: pocas veces como en su caso la abstracci¨®n geom¨¦trica ha resultado tan compleja, a la vez tan rotunda y enigm¨¢tica.
El t¨ªtulo de la muestra es una conocida referencia a Paul Klee, uno de los artistas favoritos del espa?ol: ¡°Hasta entonces, no se hab¨ªa dejado so?ar a una l¨ªnea¡±, es lo que escribi¨® de Klee el cr¨ªtico Henri Michaux. Pero, sobre todo evoca la profesi¨®n que Palazuelo decidi¨® no ejercer, aunque determinara toda su carrera art¨ªstica. Pintor, dibujante y escultor, se hab¨ªa formado originalmente como arquitecto, y ese parec¨ªa el camino al que estaba destinado; de hecho el destino se cumpli¨®, solo que no del modo previsto.
Nacido en un entorno acomodado, hab¨ªa querido ser artista desde muy joven, pero esto no se consideraba una alternativa profesional v¨¢lida, as¨ª que acept¨® estudiar la carrera de arquitectura. Sin embargo, experimentaba ciertas dificultades con las matem¨¢ticas, lo que sorprende si consideramos que su pr¨¢ctica art¨ªstica posterior reflejaba una fascinaci¨®n por la geometr¨ªa y los n¨²meros. As¨ª que en 1933 se traslad¨® al Reino Unido, donde la familia ten¨ªa contactos, para realizar sus estudios en la Universidad de Oxford, menos exigente en esta materia. El estallido de la Guerra Civil espa?ola interrumpi¨® el plan, pero esto para ¨¦l result¨® ser antes una oportunidad que un inconveniente. ¡°En realidad pod¨ªa haber continuado la carrera despu¨¦s de la guerra, como hizo por ejemplo S¨¢enz de Oiza¡±, dicen los comisarios. ¡°Pero ¨¦l prefiri¨® retomar su camino art¨ªstico original, lo que le llev¨® a un enfrentamiento con su padre¡±.
Se traslad¨® a Par¨ªs en 1948, con la treintena superada de largo y una beca del Instituto Franc¨¦s. All¨ª pudo desarrollar su carrera art¨ªstica sin cortapisas, entr¨® en la ¨®rbita de los prestigiosos galeristas Denise Ren¨¦ y Aim¨¦ Maeght y desempe?¨® un papel de gu¨ªa y referente para otros autores espa?oles, en especial el escultor vasco Eduardo Chillida, a quien tambi¨¦n condujo a la ¨®rbita de la galer¨ªa Maeght. Desde finales de los a?os 60 regresar¨ªa gradualmente a nuestro pa¨ªs, pese al c¨®modo estatus alcanzado en Francia. Gonzalo Sotelo-Calvillo ofrece dos lecturas de este viaje de ida y vuelta, una hom¨¦rica y otra m¨¢s pegada a la tierra: ¡°Me gusta asimilarlo con el mito del h¨¦roe que regresa a su patria cambiado despu¨¦s del viaje inici¨¢tico¡±, dice. ¡°Otra explicaci¨®n m¨¢s prosaica es que Aim¨¦ y Marguerite Maeght hab¨ªan abierto en la Costa Azul un nuevo centro donde quer¨ªan hacer un experimento de museo con residencia para artistas, y a ¨¦l esa idea de convivir con otros le horrorizaba, porque era muy celoso de su vida y su trabajo. As¨ª que le dijo a los Maeght que le parec¨ªa bien buscar otra localizaci¨®n para trabajar, pero que ¨¦l decidir¨ªa cu¨¢l. Y con su ayuda se compr¨® un castillo en C¨¢ceres¡±.
El castillo de Monroy, una construcci¨®n en ruinas del siglo XV, se convirti¨® en su casa-estudio tras la reforma que emprendi¨® junto a su hermano Juan Palazuelo, ¨¦l s¨ª arquitecto diplomado y en ejercicio, que hab¨ªa trabajado para el Ministerio de Informaci¨®n y Turismo rehabilitando otros edificios hist¨®ricos para la red de Paradores Nacionales. Ese fue posiblemente su proyecto arquitect¨®nico m¨¢s personal, aunque ambos hermanos tambi¨¦n colaboraron en la reforma de una casa familiar de Galapagar y el dise?o de un hotel en la calle Princesa de Madrid. De todo ello da cuenta la exposici¨®n, como de muchos otros trabajos: se incorporan esculturas, dibujos, croquis o maquetas de hasta 12 obras realizadas y 12 proyectos en los que intervino Palazuelo. La documentaci¨®n abarca desde estudios de arquitectura griega cl¨¢sica de su etapa estudiantil hasta bocetos para algunas de sus ¨²ltimas obras art¨ªsticas, pasando por dibujos preparatorios realizados en Par¨ªs sobre los manteles de papel del cercano bistr¨® del Barrio Latino en el que com¨ªa.
Pero tambi¨¦n se resaltan los paralelismos entre la preparaci¨®n y ejecuci¨®n de su obra como artista y la propia metodolog¨ªa de la arquitectura. En estos puntos de contacto se bas¨® Gonzalo Sotelo-Calvillo para realizar su tesis doctoral, y son los que ahora vertebran la exposici¨®n. ¡°Como profesores de arquitectura, ese mismo proceso que empleaba Palazuelo es el que explicamos a nuestros alumnos¡±, dice Teresa Ravent¨®s-Vi?as. ¡°Para llegar a la soluci¨®n v¨¢lida, en la arquitectura hay que pasar por distintas fases, que incluyen el boceto, el dibujo acabado, y si hace falta, la maqueta. Pues eso mismo hac¨ªa Palazuelo para sus cuadros y esculturas, como veremos en el Museo ICO¡±.
Como suele hacer un arquitecto, Palazuelo utilizaba con frecuencia papeles de calco que superpon¨ªa para componer y corregir sus im¨¢genes de trans-geometr¨ªa: as¨ª las defin¨ªa ¨¦l, por su infinita capacidad de transformaci¨®n. La muestra ilustra este proceso con un v¨ªdeo. Los comisarios reconstruyeron la metodolog¨ªa de Palazuelo tras varios a?os realizando la catalogaci¨®n de su vasto archivo, para lo que se enfrentaron a un arsenal de carpetas sin orden, que recompusieron asignando cada uno de los papeles a su correspondiente proyecto.
La labor m¨¢s equiparable al dise?o de interiores y las artes decorativas aparece con trabajos como el del artesonado de madera para la residencia de Juan Huarte o el mural del techo del edificio de Bankinter de Rafael Moneo, ambas en el Paseo de la Castellana de Madrid, donde se reconoce el inconfundible estilo geom¨¦trico de su autor. Para Bankinter tambi¨¦n dise?¨® una alfombra que reflejaba la composici¨®n del techo, en un sutil juego de espejos. Con Moneo volvi¨® a trabajar en 1998 gracias a las vidrieras de la linterna del Auditorio de M¨²sica de Barcelona. Otras colaboraciones en las que sus propuestas deb¨ªan integrarse en la arquitectura (¡°invitaciones puntuales¡±, en palabras de los comisarios) y que aparecen en la muestra son su escultura para el edificio de los grupos parlamentarios del Congreso de los Diputados reformado en 1984 por el arquitecto Mariano Bay¨®n, que se extiende ocupando el per¨ªmetro poligonal de la sala (en un texto para el cat¨¢logo de la exposici¨®n, Bay¨®n escribe que ¡°el camino de indagaci¨®n de Pablo Palazuelo deshace la separaci¨®n entre ciencia y arte¡±, lo que es una definici¨®n muy ajustada de su labor) o la fachada norte del Auditorio Nacional de M¨²sica de Madrid, edificio dise?ado por Jos¨¦ Mar¨ªa Garc¨ªa de Paredes. Tambi¨¦n figuran los bocetos de los vitrales encargados por Pl¨¢cido Arango para su finca en Valdemorillo (Madrid) y algunos dise?os de mobiliario, como un proyecto de l¨¢mparas y faroles de 1965 y una mesa de l¨ªneas minimalistas y escult¨®ricas ideada en 1985.
En los a?os finales de su carrera, Palazuelo alberg¨® la ambici¨®n de ampliar la escala de sus esculturas haci¨¦ndolas transitables y dot¨¢ndolas de una dimensi¨®n arquitect¨®nica. Sin embargo, no obtuvo los resultados esperados con la instalaci¨®n Indret (1996), prevista para el MACBA de Barcelona, con planchas de DM de hasta 5 metros de altura en los que el espectador se siente desorientado por la sucesi¨®n de tabiques. Tambi¨¦n se plante¨® un proyecto instalativo para su galer¨ªa de Madrid, Soledad Lorenzo, que no lleg¨® a buen puerto. ¡°En aquellos a?os muchos artistas intentaban hacer instalaciones, pero por motivos de viabilidad econ¨®mica acab¨® descartando este proyecto¡±, cuenta Gonzalo Sotelo-Calvillo.
Por lo que respecta a la relaci¨®n de Palazuelo con las matem¨¢ticas, solo en apariencia era contradictoria. Los comisarios explican que el artista se quejaba de haber tenido malos profesores, de los que hab¨ªa aprendido una matem¨¢tica abstracta y cuantitativa. ¡°En los libros encontrar¨ªa despu¨¦s informaci¨®n sobre el valor simb¨®lico y cualitativo del n¨²mero¡±, dicen. Adem¨¢s del tratado de Bourgoin sobre la tracer¨ªa ¨¢rabe, han incorporado a la exposici¨®n un ensayo del rumano Matila Ghyka que a Palazuelo le sirvi¨® de referencia en la b¨²squeda de una nueva aproximaci¨®n a la geometr¨ªa durante su etapa parisina, y una edici¨®n francesa del siglo XVII de los Diez libros de arquitectura del romano Vitruvio: ¡°Es un libro ilustrado que podr¨ªa estar en la Biblioteca Nacional. Pero no, estaba en la de Palazuelo¡±.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.