Pedro Torrijos, el profesor que acerca la arquitectura a la sociedad por Twitter hilo a hilo: ¡°La Almudena es un pastiche infame¡±
Le gusta contar historias que despierten el inter¨¦s de un p¨²blico no necesariamente instruido. Ahora, en su libro ¡®Territorios improbables¡¯, cuenta historias de lugares tan peculiares que no parece que existan
Pedro Torrijos (Madrid, 1975) es m¨²sico y arquitecto de formaci¨®n, aunque lo que realmente le gusta es contar historias. Lo hace de todas las maneras y en todos los formatos posibles: art¨ªculos en prensa escrita, hilos de Twitter o paisajes sonoros en podcast. Le vale todo, siempre que tenga audiencia. Hace casi 20 a?os tuve un profesor en la Escuela de Arquitectura de Madrid (ETSAM) que correg¨ªa mis trabajos del primer curso de Proyectos mientras habl¨¢bamos sobre Tommy, la ¨®pera rock que The Who publicaron en 1969. Aquel profesor era Pedro Torrijos.
Aunque pueda parecer una simple an¨¦cdota, el entender que la mejor manera de llegar a aquel joven estudiante era contarle una historia sobre rockeros brit¨¢nicos de los sesenta dice mucho sobre la estrategia que Torrijos ha ido desarrollando para crear relatos arquitect¨®nicos. Con ellos, despierta el inter¨¦s de un p¨²blico diverso y no necesariamente instruido en el bello arte de proyectar y construir edificios.
En 2013 Torrijos comenz¨® a contar historias de arquitectura en Twitter con lenguaje inmediato y cercano. ¡°Al principio lo hac¨ªa de una manera bastante desordenada. Hasta que, en 2019, escrib¨ª uno que tuvo bastante punch dedicado a California City. A partir de aquel momento, se convirti¨® en un peque?o fen¨®meno de crecimiento constante¡±, cuenta. Fue entonces cuando Loreto Iglesias, estratega de todo este proyecto, le convenci¨® para ir un paso m¨¢s all¨¢. ¡°Loreto se dio cuenta de que el alcance que tiene una red social es bastante superior a la mayor¨ªa de los medios, as¨ª que decidimos convertirnos en uno de ellos¡±.
La disciplina y la constancia transformaron lo que empez¨® como un pasatiempo en #LaBrasaTorrijos, un ambicioso proyecto de divulgaci¨®n cultural que emplea el lenguaje nativo de Twitter. ¡°No sacas a la audiencia de su red social. No. Se lo cuento aqu¨ª¡±, dice se?alando al tel¨¦fono m¨®vil que utilizo para grabar la entrevista.
Cada jueves, a las 20:30, Torrijos cuenta historias de ¡°lugares tan peculiares que no parece que existan¡±. Combina lo que ¨¦l llama ¡°arquitectura dura¡± (tuits sobre el Cementerio del Bosque de Gunnar Asplund y Sigurd Lewerentz o el Museo Jud¨ªo de Berl¨ªn de Daniel Lisbeskind) con curiosidades urbanas, como las Ciudades Ovni de Taiw¨¢n o la historia de Whittier, en Alaska, ¡°un pueblo en el que todos sus habitantes viven en un mismo edificio con pinta de bloque de pisos de M¨®stoles, rodeado de nieve¡ un sitio curios¨ªsimo¡±.
Suena raro, pero parece que a la gente le gusta: acumula casi 140.000 seguidores, acaba de ser seleccionado para el Pabell¨®n de Espa?a en la Bienal de Arquitectura de Venecia de 2021 y es uno de los tres finalistas a los Premios Zapping 2020 en la categor¨ªa de Mejor Iniciativa de Internet. ?Cu¨¢l es el secreto? ¡°Es divertido. Lo lees y te diviertes¡±, dice Torrijos mientras se encoge de hombros. Ya, claro, como si fuera tan f¨¢cil.
La particular forma de contar historias de Torrijos le ha abierto un nuevo campo profesional: entidades, museos y oficinas de turismo contratan hilos de #LaBrasaTorrijos en Twitter para promocionar sus exposiciones o destinos. Adem¨¢s, ahora publica su primer libro, Territorios improbables. Historias sobre lugares que (casi) no sab¨ªas que exist¨ªan (Kailas No Ficci¨®n), un viaje por 50 destinos surrealistas que nos lleva desde los rascacielos ¡°psicom¨¢gicos¡± de Benidorm hasta los del desierto de Shibam (Yemen), haciendo escala en una mezquita andalus¨ª cubierta de nieve en Ifr¨¢n (Marruecos), un pueblo enterrado bajo el desierto de Australia en el que sus habitantes oficialmente no existen, un cementerio ferroviario en Bolivia o el Presidio Modelo de Cuba. ¡°M¨¢s que improbables, son lugares genuinamente imposibles. ?C¨®mo leches puede existir un sitio como el Palacio de Carlos V en la Alhambra? ?Es un edificio maravilloso y una anomal¨ªa absoluta!¡±, comenta Torrijos.
El libro sigue una estructura antol¨®gica de cap¨ªtulos independientes (¡°como Black Mirror, pero de buen rollo¡±, dice su autor con sorna) dedicados a cada uno de estos Territorios improbables. Algunos ya los ha contado en Twitter. Otros son in¨¦ditos, como Heritage USA, el parque tem¨¢tico dedicado a Jesucristo que un todopoderoso telepredicador evang¨¦lico construy¨® en Carolina del Sur en los a?os de Reagan.
¡°Era el tercer parque con m¨¢s visitantes de Estados Unidos, solo detr¨¢s de Disneyland y Disney World. Facturaba 126 millones de d¨®lares al a?o. Es una historia fascinante¡±. Tambi¨¦n incluye un cap¨ªtulo sobre Varosha, en Chipre, en su momento una de las ciudades tur¨ªsticas m¨¢s populares del mundo que fue s¨²bitamente abandonada cuando se puso en marcha la Operaci¨®n Atila y el ej¨¦rcito turco la invadi¨® como parte de la ocupaci¨®n militar de la isla en 1974. ¡°Una noche llegaron los carros blindados y paracaidistas turcos, por lo que sus 6.000 habitantes y 20.000 turistas tuvieron que salir huyendo. Se vaci¨®, literalmente, de la noche a la ma?ana. Y 40 a?os despu¨¦s, sigue deshabitada. Parece un escenario postapocal¨ªptico. Es como si hubieran tirado una bomba nuclear en Torremolinos¡±, concluye Torrijos.
Adem¨¢s de escribir historias, Torrijos tambi¨¦n las relata. As¨ª lo hace en C¨®mo suena un edificio, la experiencia ambis¨®nica del Museo ICO de la que es director. ¡°Comentar arquitectura sin im¨¢genes es un reto¡±. Porque claro, la arquitectura se ve, se toca, pero ?c¨®mo suena? ¡°Un edificio suena con su historia, y suena literalmente a c¨®mo es¡±, explica. ¡°De nuevo se trata de contar una historia, pero incluimos un paisaje sonoro que creamos utilizando un micr¨®fono cuatridireccional¡±. Perd¨®n, ?un qu¨¦? ¡°Un cacharro con micros por todos los lados que recoge el sonido en tres dimensiones, con lo que podemos recrear una atm¨®sfera arquitect¨®nica que permite al oyente adentrarse en el edificio¡±.
Hay edificios muy silenciosos, como un auditorio o una iglesia, y los hay muy ruidosos, como un colegio. Pero a Torrijos le gusta c¨®mo suenan las piscinas, ¡°espec¨ªficamente las de competiciones de salto¡±, matiza. ¡°Hay un silencio muy respetuoso cuando el saltador est¨¢ encima del trampol¨ªn; un silencio total cuando est¨¢ haciendo la pirueta en el aire, hasta que suena el chof y, finalmente, el aplauso. Me parece una liturgia sonora muy bonita¡±.
Aunque no es lo mismo contar una historia en la radio que escribirla en las p¨¢ginas de un libro o que desmenuzarla en paquetitos de 280 caracteres para su consumo a trav¨¦s de la pantalla de un m¨®vil, los golpes de humor y el tono sencillo y desenfadado son caracter¨ªsticas de la forma en la que Torrijos comunica con independencia del canal empleado. ¡°Yo soy fan del entretenimiento, y estoy muy en contra del lenguaje acad¨¦mico arquitect¨®nico. Creo que es un c¨¢ncer terrible cuando se utiliza fuera de la universidad. Esa obsesi¨®n constante por montar una niebla impenetrable de conceptos para que parezca que somos muy listos... Con esa palabrer¨ªa hueca lo ¨²nico que consigues es limitar tu alcance. Dispositivos de transducci¨®n espacial¡ No, mira, t¨ªo, eso es una puerta. ?Vale ya de chorradas!¡±.
¡°Si la comunicaci¨®n de arquitectura sigue dirigi¨¦ndose ¨²nicamente a los arquitectos, estamos perdidos¡±, se lamenta Torrijos. ¡°?Arquitectos hablando para arquitectos? Puro onanismo corporativo. Se llama MAS-TUR-BA-CI?N¡±, sentencia. En este sentido, Torrijos entiende que, como divulgador, tiene la responsabilidad de hacer pedagog¨ªa para acercar la buena arquitectura a toda la sociedad.
¡°El Museo Jud¨ªo de Berl¨ªn, por ejemplo. Es un edificio inc¨®modo. Pero es que tiene que serlo. La gente que vaya a visitar este museo tiene que entender por qu¨¦¡±. M¨¢s cerca, en Madrid, el entrevistado tambi¨¦n detecta ejemplos de arquitectura muy interesante que parece que, todav¨ªa hoy, no se acaban de entender. El Edificio Mirador en Sanchinarro, de MVRDV y Blanca Lle¨®, ¡°es un edificio estupendo y adem¨¢s tiene problemas. Las dos cosas. La gente sigue diciendo ¡®?qu¨¦ feo es!¡¯, pero es que nadie se lo ha contado en condiciones¡±. En opini¨®n del arquitecto, lo mismo sucede con El Ruedo de la M-30, de Francisco Javier S¨¢enz de O¨ªza, o con Torres Blancas, su obra m¨¢s popular, no exenta de pol¨¦mica. ¡°Est¨¢ categorizado por toda la profesi¨®n como uno de los mejores edificios de Espa?a y del mundo. ?Y lo es! Pero macho¡ que tiene circulitos por todos lados, que no hay qui¨¦n ponga un mueble ah¨ª dentro¡±.
Por supuesto, tambi¨¦n ocurre lo mismo al rev¨¦s: hay muchas construcciones que gozan de gran aceptaci¨®n cuya calidad arquitect¨®nica es, cuando menos, cuestionable. ¡°Esto ya se ha dicho muchas veces, pero Santiago Calatrava¡ o la Catedral de la Almudena. La Almudena es una cosa horrorosa. Los arquitectos estamos cansados de decirlo: es un pastiche infame, un falso hist¨®rico lamentable¡ ?Y encima, fea! Ni siquiera es como el Sagrado Coraz¨®n de Par¨ªs, que tambi¨¦n es un pastiche, pero por lo menos es bonito¡±. ?Qu¨¦ hacemos con ellos? ?Los derribamos? ¡°Eso ser¨ªa una gilipollez¡±, contesta Torrijos. ¡°Pero la gente tiene que entender que adem¨¢s de ser una horterada, son de mentira. Puestos a hacer algo de mentira, hazlo a lo grande. Disneylandia, por ejemplo. Es horrible, pero es el lugar m¨¢s feliz del mundo¡±. Y Pedro Torrijos se r¨ªe. Se r¨ªe muy fuerte.
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