A-ha: c¨®mo tres tipos que no se soportan sobrevivieron a la canci¨®n pop m¨¢s grande de los ochenta
El documental ¡®aha: La pel¨ªcula¡¯ explora el extra?o mundo del tr¨ªo noruego que en 1985 public¨® ¡®Take on me¡¯, una de las canciones m¨¢s populares de Spotify casi 40 a?os despu¨¦s
?C¨®mo se sobrevive al ¨¦xito prematuro de una canci¨®n excepcional? Mal que bien, a juzgar por lo que se afirma en a-ha: La pel¨ªcula, el documental sobre la banda noruega que se estrena en Espa?a el 8 de julio. Si algo tienen en com¨²n los miembros del grupo, adem¨¢s de una poco menos que risible tendencia a despotricar unos de otros, es que los tres detestan Take On Me.
La ven como el pozo que perforaron juntos cuando eran unos cr¨ªos. 37 a?os despu¨¦s, sigue dando petr¨®leo. Pero es un petr¨®leo nost¨¢lgico, de combusti¨®n cada vez m¨¢s tenue y que les hace sentirse sucios. Para el cantante, Morten Harket, se ha convertido en una discreta ¡°penitencia¡± que les pidan que toquen Take On Me noche tras noche. Se ven forzados a interpretarla una y otra vez, pero la sienten ¡°ajena¡±, uno de tantos recuerdos, ¡°y no necesariamente uno de los mejores¡±, de un tiempo muy remoto que ya no volver¨¢.
El guitarrista, Paul Waaktaar-Savoy, mucho m¨¢s resignado, entiende que la canci¨®n ¡°forma parte de la memoria sentimental de varias generaciones¡± y por tanto ya no pertenece a sus autores: ¡°Ni siquiera importa lo que pensemos de ella, tocarla es un tributo a nuestro p¨²blico, que nos lo ha dado todo y una de las cosas que nos pide a cambio es Take On Me¡±.
Orfebrer¨ªa pop eclipsada por una supernova
En cuanto a Magne Furuholmen, el teclista, un tipo mordaz con reputaci¨®n de l¨ªder en la sombra, tiene una raz¨®n de peso para aborrecer su canci¨®n fetiche: ¡°Es como un foco demasiado potente que ha eclipsado el resto de nuestro repertorio¡±. Furuholmen habla de temas que solo el reducto de incondicionales de la banda recuerda a estas alturas. Stay on These Roads, The Sun Always Shines on TV, The Blood that Moves the Body, Hunting High and Low o Cast in Steel. Magne los describe, con relajada inmodestia, como ¡°obras maestras de la orfebrer¨ªa pop¡± y le duele verlas opacadas por su hermana menor, una canci¨®n ¡°curiosa, tal vez brillante¡±, pero que proyecta una luz excesiva.
El teclista recuerda que a-ha tiene una trayectoria s¨®lida, con diez ¨¢lbumes de estudio, y que grandes del negocio como Kanye West, Radiohead, Noel Gallagher, Chris Martin e incluso Leonard Cohen les han expresado su respeto. No son flor de un d¨ªa. Pero la sombra que proyecta la m¨¢s singular de sus canciones es tan alargada que resulta imposible ignorarla.
Take On Me se edit¨® en el Reino Unido en octubre de 1984. Esa primera version (se puede escuchar aqu¨ª) pas¨® desapercibida y el grupo, consciente de su potencial, encarg¨® una remezcla a Alan Tarney, productor de cabecera del veterano Cliff Richard. La nueva versi¨®n apareci¨® en el ¨¢lbum de debut de a-ha, Hunting High and Low, y se lanz¨® como single en septiembre del 85 acompa?ada de un v¨ªdeo a cargo del realizador anglo-irland¨¦s Steve Barron.
Si el riff de teclado que serv¨ªa de base a la canci¨®n resultaba inolvidable desde la primera escucha, ?qu¨¦ decir del v¨ªdeo de Barron? Esta obra maestra de la animaci¨®n rotosc¨®pica (es decir, realizada calcando fotograma a fotograma las im¨¢genes de una filmaci¨®n real con una m¨¢quina, hoy en desuso, llamada rotoscopio) contaba una historia muy simple. Una mujer, interpretada por la modelo y actriz brit¨¢nica Bunty Bailey, se sent¨ªa atra¨ªda por la versi¨®n garabateada de Morten Harket, protagonista de un c¨®mic de est¨¦tica vintage. Morten, en una de las im¨¢genes m¨¢s ic¨®nicas de los primeros ochenta, la invitaba a entrar en su mundo tendi¨¦ndole la mano desde las profundidades de una vi?eta.
Tras apenas unos segundos de plenitud rom¨¢ntica, una camarera arrugaba el c¨®mic en que la pareja de amantes hab¨ªa encontrado refugio y aquel universo en blanco y negro empezaba a desmoronarse. Al final, en un desenlace inspirado en el de Viaje alucinante al fondo de la mente, pel¨ªcula de Ken Russell de 1980, Bunty y Morten consegu¨ªan escapar de su c¨¢rcel de papel arrugado y continuar su historia de amor como seres de carne y hueso.
Aquella fantas¨ªa de poco m¨¢s de tres minutos se film¨® en un caf¨¦ y en un estudio de sonido del sudoeste de Londres. El equipo de Barron dedic¨® cuatro meses a transformar m¨¢s de 3.000 fotogramas de imagen real en un universo alternativo de trazo minimalista. Visto hoy, sigue resultando una delicia.
El v¨ªdeo se convirti¨® en la principal apuesta de aquellos d¨ªas de oto?o de 1985 para la por entonces todopoderosa MTV. Por primera vez desde Wild Boys (Duran Duran, 1984), un videoclip producido en el Reino Unido pod¨ªa competir con Thriller o Billie Jean, los irresistibles pelotazos con que Michael Jackson estaba revolucionando el g¨¦nero. Contra la fastuosa opulencia de aquellas superproducciones cinematogr¨¢ficas de bolsillo, Take On Me triunfaba gracias a una idea simple ejecutada con precisi¨®n y buen gusto, recurriendo a una pulcra artesan¨ªa de efectos visuales.
M¨¢s all¨¢ del videoclip
Si le preguntan a Barron, ¨¦l les dir¨¢ que fue el v¨ªdeo el que hizo que de la canci¨®n (y, ya puestos, de la incipiente carrera de la banda) empezase a brotar petr¨®leo. Hay s¨®lidas razones que sustentar¨ªan esa tesis. 37 a?os despu¨¦s, el de Take On Me es uno de los videoclips m¨¢s vistos de la historia. Solo en YouTube, supera ya los 1.300 millones de reproducciones, lo que la consolida como una de las cuatro canciones m¨¢s reproducidas del siglo XX junto a Smells Like Teen Spirit, de Nirvana, Bohemian Rhapsody, de Queen, y Sweet Child o¡¯ Mine, de Guns N¡¯ Roses.
M¨¢s a¨²n, la canci¨®n lleg¨® al n¨²mero 1 en las listas de sencillos de los Estados Unidos coincidiendo con el estreno del v¨ªdeo. A medio plazo, alcanzar¨ªa la c¨²spide de las listas de ¨¦xito en 36 pa¨ªses, incluida toda la Europa occidental con las excepciones de Espa?a, Francia y, curiosamente, el Reino Unido, lugar de residencia de sus autores, donde toc¨® techo como n¨²mero 2 la semana del 28 de septiembre del 85, tras The Power of Love, de Jennifer Rush. ?C¨®mo explicar sin la MTV que Hunting High and Low, el ¨¢lbum de debut de un tr¨ªo de noruegos desconocidos, acabase vendiendo m¨¢s de diez millones de copias?
Sin embargo, tal y como recuerda la periodista cultural Jenny Valentish, ¡°ser¨ªa injusto atribuir todo el ¨¦xito de Take On Me al v¨ªdeo de Barron¡±. La canci¨®n ten¨ªa sus propias virtudes, empezando por esa l¨ªnea de teclado ¡°m¨¢gico¡± que habla de ¡°juventud, inocencia y entusiasmo por la vida¡±. Son apenas un par de notas, pero en ellas est¨¢ ¡°la esencia de todo lo que la banda tuvo de peculiar y de genuino¡±.
Furuholmen y Waaktaar-Savoy ya ten¨ªan ese riff en su repertorio a finales de los setenta, cuando empezaron a tocar juntos en una banda escolar bautizada como Bridges. Compa?eros de colegio en Oslo, Magne y Paul tocaban versiones de los Doors y hab¨ªan perge?ado ya una peque?a pieza instrumental, The Juicy Fruit Song, que inclu¨ªa esa brillante introducci¨®n de teclado. Furuholmen explica que Bridges fue una banda ¡°so?ada para triunfar y por la que pasaron todo tipo de individuos extravagantes, pero a la hora de la verdad siempre acab¨¢bamos siendo Paul y yo tocando en un garaje, con un par de canciones a medio cocinar, una guitarra, un bajo y sin cantante¡±.
El hombre con pintura Dulux en el pelo
Esta ¨²ltima carencia intentaron solucionarla ya en 1981, seg¨²n testimonio de Furuholmen, haciendo una oferta ¡°irrechazable¡± (¡°vente con nosotros y ser¨¢s el l¨ªder de nuestra banda¡±) al tipo m¨¢s cool que conoc¨ªan, otro noruego, Morten Harket, que, como ellos, frecuentaba Londres con la esperanza de abrirse paso en la industria musical: ¡°Ten¨ªa una gran voz, pero eso nos parec¨ªa lo de menos. Lo que nos fascinaba era aquel tup¨¦ te?ido de blanco con pintura Dulux y su conexi¨®n con la escena de los new romantics londinenses¡±. A Morten le dejaban entrar en locales tan exclusivos como el Camden Palace. Formaba parte de la escena, aunque no fuese m¨¢s que el escandinavo imberbe con blancos en el pelo. Ten¨ªa ya un cierto estatus, as¨ª que rechaz¨® la oferta de liderar una banda con un nombre espantoso, sin manager y sin repertorio.
Un a?o m¨¢s tarde, cuando, ya de vuelta en Oslo, Paul y Magne volvieron a ponerse en contacto con Morten, ten¨ªan ya alguna canci¨®n m¨¢s y hab¨ªan cambiado de nombre. Como a-ha sonaba bastante mejor que Bridges, el cantante accedi¨® por fin a ensayar con ellos. Juntos convirtieron The Juicy Fruit Song en un tema con letra, muy cerca ya de lo que acabar¨ªa siendo Take On Me.
Furuholmen explica que, como buenos vikingos, volvieron a cruzar el Atl¨¢ntico Norte en direcci¨®n a Gran Breta?a, decididos esta vez a triunfar en aquella escena de adictos a la extravagancia y el glamur a la que hab¨ªan asistido como simples espectadores: ¡°Nunca tuvimos vocaci¨®n de banda de garaje, aspir¨¢bamos al ¨¦xito¡±, reconoce el teclista.
El don de la oportunidad
El Londres que se encontraron en 1983 no era ya el de 1981. Los clubes punteros se alejaban de la ortodoxia new romantics una vez esta hab¨ªa irrumpido ya en el mainstream gracias a bandas como Spandau Ballet y Duran Duran. Una nueva hornada de bandas de pop con sintetizadores tomaba el relevo recuperando parte de la insolencia y la energ¨ªa vanguardista del punk.
A-ha encaj¨® como un guante en esta nueva mutaci¨®n de la poli¨¦drica new wave. Se hicieron con los servicios de un manager de la vieja escuela, Terry Slater, bajista en su d¨ªa de los Everly Brothers. Slater les consigui¨® un contrato con Warner y, sobre todo, ejerci¨® de incombustible perro de presa. Seg¨²n Furuholmen, ¡°preserv¨® nuestra inocencia, nos mantuvo a salvo de las drogas y las malas compa?¨ªas¡±.
A?os despu¨¦s, descubrieron que el avispado manager hab¨ªa prohibido al c¨ªrculo social y profesional de a-ha que se drogasen estando ellos presentes: ¡°Hab¨ªa representado a bandas de yonquis en los setenta, empezando por los Sex Pistols, y decidi¨® que eso no iba a pasarle con nosotros, que nos mantendr¨ªa limpios, saludables y centrados en la m¨²sica¡±.
La influencia de Slater y las propias inclinaciones del grupo explican en gran medida la considerable longevidad de la banda. Siguen juntos y en activo casi 40 a?os despu¨¦s de su segundo desembarco en Londres pese a que la convivencia en el seno del grupo empez¨® a enrarecerse ya a finales de los ochenta. Se han concedido largos par¨¦ntesis y han dado la banda por disuelta hasta en tres ocasiones. Pero siempre vuelven.
Tal como ¨¦ramos
Hoy, tal y como muestra el documental dedicado a su largo periplo, queda muy poco de la sana amistad de sus primeros a?os. En palabras de Morten son ¡°tres buenos profesionales condenados a entenderse¡±. El suyo debe de ser ya uno de los matrimonios de conveniencia m¨¢s largos de la historia del pop. Una banda concebida como veh¨ªculo ef¨ªmero para llegar lo antes posible al ¨¦xito ha sobrevivido contra viento y marea gracias a la obstinaci¨®n de sus miembros, que, tal y como explica Paul, viajan por separado, se re¨²nen en el estudio o sobre el escenario y apenas hablan de nada que no tenga que ver con el grupo. Se conocen bien, se entienden en lo fundamental y, hasta cierto punto, se respetan. Pero ya apenas se soportan.
Esa es una de las preguntas m¨¢s curiosas que plantea a-ha: La pel¨ªcula. ?Hasta qu¨¦ punto resulta l¨®gico y saludable que tres adultos con cuentas corrientes m¨¢s que saneadas se obstinen en mantener a flote un veh¨ªculo creativo com¨²n por el que parecen sentir tan poco apego?
La respuesta, tal y como insinuaba Furuholmen en una entrevista con Financial Times, es que han comprobado que fuera de a-ha hace mucho fr¨ªo. La fama resulta adictiva, ning¨²n proyecto alternativo tiene ni de lejos la repercusi¨®n que garantiza el grupo. Y Take On Me, junto con las decenas de canciones que vinieron despu¨¦s, resulta un legado que defender y un patrimonio (econ¨®mico y sentimental) que preservar. El pozo sigue dando petr¨®leo.
Furuholmen sintetiza lo principal que ha aprendido de la vida en la carretera en un pu?ado de frases en que conviven con naturalidad la sensatez y el m¨¢s descarnado cinismo: ¡°Hay una serie de clich¨¦s a los que no escapa casi ninguna estrella del rock. Con tu primer ¨¦xito, te compras un par de c¨¢maras japonesas ¨²ltimo modelo porque crees que lo que est¨¢ pasando es excepcional y necesitas documentarlo. Si el ¨¦xito contin¨²a, empiezas a comprarte casas en todas partes. Luego hay que llenar esas casas vac¨ªas, as¨ª que empiezas a coleccionar antig¨¹edades. El siguiente caso es llenar tus garajes de autom¨®viles de ¨¦poca. Y ya por ¨²ltimo te pones a coleccionar arte¡±.
Nada de eso hubiese sido posible sin Take On Me y todo lo que trajo consigo. Sin el riff m¨¢gico y el videoclip inolvidable, no habr¨ªa arte que coleccionar, giras para presentar en directo Hunting High and Low en su 35 aniversario ni un documental en que los tres miembros de a-ha exhiban, con una cierta dosis de impudicia, lo mal que se llevan.
El peaje a pagar por todo esto es compartir escenario con un par de tipos a los que te encantar¨ªa perder de vista y que te pidan que toques noche tras noche una canci¨®n que detestas. Tal vez no sea la m¨¢s edificante de las historias, pero es la que la banda noruega ha querido contarnos.
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