Eres el amor de mi vida, prenda
El encuentro en Formentera con unos Levi¡¯s de pana de los setentas cortados desata una oleada de nostalgia
Hasta qu¨¦ punto soy prescriptor de moda no me lo creo ni yo. Fue afirmar pretenciosamente el a?o pasado que hab¨ªa creado tendencia en Formentera con mis pantalones cortos de pana BDG/Urban Outfiters (v¨¦ase mi columna de Septiembre de 2021, no tiene p¨¦rdida: fue el ¨²nico art¨ªculo de la revista de aquel mes ilustrado con la foto de un macizo reparador de botas del Afrika Korps) y encontrarme este a?o con que ?es verdad!
Una amiga me dijo que hab¨ªa visto eso, pantalones cortos de pana, en una tienda de San Francesc. ¡°Parecen hechos para ti, no se me ocurre qui¨¦n m¨¢s podr¨ªa llevar pana en verano en Formentera¡±. Me lo tom¨¦ como un cumplido y para all¨ª que fui, a confirmar mi ¨¦xito. La indicaci¨®n era que los ten¨ªan en un comercio con un sill¨®n en la calle y dado que hab¨ªa hasta tres con ese mueble afuera en la arteria mayor de la localidad (avenida des Pla del Rei) hube de preguntar en cada uno: ¡°?Tienen pantalones de pana?¡±. En los dos primeros me miraron como si me hubiera dado demasiado sol en la cabeza (y eso que me tocaba con mi inseparable gorra, la que encontr¨¦ en una playa de Nantucket y cre¨ªa que era de un pescador y ha resultado ser de un exclusivo resort de las Maldivas, el One & Only de Reethi Rah: con ella seguro que me dan mesa en el Beso sin reserva, sobre todo si s¨®lo me ven de cuello para arriba); hasta que al tercero la respuesta fue: ¡°Por supuesto¡±.
Era Pepi, la tienda. Ten¨ªan cosas estupendas como un mono de aviador costumizado para ir a la playa. Y los pantalones. No eran modernos como los m¨ªos, que a la saz¨®n llevaba puestos, algo sudados (prueben a ir con pantalones de pana en bicicleta en Formentera en agosto), sino de pana fina y vintage, puros Levi¡¯s Strauss rectos de los a?os setenta cortados justo por encima de la rodilla. Me emocion¨¦, y no s¨®lo por confirmar que la pana cortada est¨¢ de moda: ?Yo hab¨ªa llevado esos pantalones! Se amontonaban en dos pilas y mirarlos, con sus viejas etiquetas de cuero (original jeans, quality clothing, since 1850) y la tirilla blanca en el bolsillo trasero, era como regresar por la puerta grande a mi adolescencia. Entonces los ¨ªbamos a buscar a Andorra, en verdaderas expediciones: en una en 1973 con Tato, Luis S¨¢nchez de la Fuente y mi hermano Carlos acabamos durmiendo en una borda abandonada; eso s¨ª, vestidos como para para ir a La Oca. Recuerdo que no se pod¨ªan pasar a Espa?a sin pagar un impuesto, y una vez, para evitarlo, atraves¨¦ la frontera con tres puestos uno encima de otro.
Eran prenda obligada que vest¨ªamos entonces con polos Lacoste, mocasines Sebago y jers¨¦is Shetland; los que se cre¨ªan que estaban m¨¢s buenos (y lo estaban), como mi hermano Carlos, precisamente, ten¨ªan los Levi¡¯s en azul celeste. Los dem¨¢s opt¨¢bamos por colores m¨¢s discretos. Yo a¨²n tengo unos gris claro que, por supuesto, no me pasan de las rodillas, pero conservo por pura nostalgia. Y a eso voy: ?qu¨¦ prenda de las que hemos llevado a lo largo de nuestras vidas recordamos con m¨¢s emoci¨®n o cari?o? Hubo un su¨¦ter con coderas que quise como a un primer amor y que alargu¨¦ hasta lo indecible. Una chaqueta de pana de mi abuelo. Mi primera americana de Groc (la tienda de Toni Mir¨®, no el payaso Grock). Y aquellos pantalones de peto beige comprados en la tienda James Dean del mercadillo de la Diagonal.
Me cuesta tirar la ropa porque es como deshacerme de m¨ª mismo y de mis recuerdos. Mi fondo de armario es un museo de la indumentaria. A veces pienso que suerte que no existe la reencarnaci¨®n, porque me faltar¨ªan perchas. As¨ª que ah¨ª estaba ante los Levi¡¯s Straigth Leg que me apelaban y me turbaban m¨¢s que un encuentro con Kate Moss en la pasarela de Migjorn. Qu¨¦ importa que sean cortos, me dije echando mano de la tarjeta, se ver¨¢n m¨¢s los Sebago.
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