¡°Van vestidas como unas golfas¡±: Bratz, las mu?ecas rebeldes que despertaron los celos de Barbie
Creadas en 2001, m¨¢s modernas y procaces que la rubia, su competencia fue tan fuerte que Mattel acudi¨® a los tribunales para intentar eliminarlas
Coca-Cola o Pepsi. McDonald¡¯s o Burger King. Android o Apple. Marvel o DC. A menudo el capitalismo consiste en elegir entre dos alternativas casi id¨¦nticas cuyas diferencias son a la vez sutiles y abismales. Este dudoso libre albedr¨ªo empieza desde muy temprana edad. Para las ni?as de los 2000, la elecci¨®n estaba entre dos mu?ecas muy distintas entre s¨ª: la Barbie o las Bratz. La pel¨ªcula del verano, Barbie, esa improbable adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica de una idea abstracta, ha dejado claro que la mujer de pl¨¢stico rubia y esbelta es la reina de las mu?ecas, y lo lleva siendo desde 1959, el a?o en que naci¨®. Pero en las ¨²ltimas dos d¨¦cadas Barbara Millicent Roberts (ese es su nombre completo) ha tenido por primera vez competencia a su altura en la estanter¨ªa de la tienda de juguetes: las Bratz. Ellas no son las reinas, pero porque nunca quisieron serlo: son como Bel¨¦n Esteban, las princesas del pueblo.
¡°La Barbie me parec¨ªa muy estirada, muy pija. No me identificaba con ella¡±, recuerda Andrea Compton. La creadora de contenido y copresentadora del podcast Cuarto Milenial naci¨® a principios de los a?os noventa, y la llegada de las Bratz en 2001 coincidi¨® con esa etapa final de su ni?ez en la que uno empieza a renegar de todo lo que ha acompa?ado los primeros a?os de su vida antes de llegar a la adolescencia. A diferencia de la maternal Barbie, el Bratz pack original (Yasmin, Cloe, Jade y Sasha) estaba formado por chicas j¨®venes y, en palabras de Compton, ¡°molonas, independientes y chulas¡±. Eran unas mu?ecas con proporciones imposibles (cuerpo delgado y peque?o, cabeza gigantesca) y facciones caricaturescas. Llevaban ropa moderna, urbana, holgada, reveladora y llena de detalles y complementos. Ten¨ªan los ojos entrecerrados sugiriendo una actitud rebelde y juguetona, y una capa de maquillaje que podr¨ªa haber sido aplicada por la escopeta de Homer Simpson. ¡°Eran como pandilleras, y a m¨ª siempre me ha gustado m¨¢s lo pandillero. La ropa era lo m¨¢s. La cara era mucho m¨¢s guay, ten¨ªan mucha m¨¢s personalidad que Barbie¡±, defiende Compton.
Muchas son las que han intentado destronar a Barbie, desde Tammy, Crissy o Blythe hasta Jem, que tuvo su propia serie de dibujos animados y protagoniz¨® una especie de vuelta con su propia pel¨ªcula, Jem y los Hologramas (2015). En Espa?a tuvimos la Nancy y los beb¨¦s Nenuco, ambos de Famosa, y otros ejemplos muy extendidos a pesar de ser completamente terror¨ªficos: las figuras de porcelana que coleccionaban las abuelas o esa mu?eca de comuni¨®n que cantaba una canci¨®n muy adorable hasta que se le empezaban a agotar las pilas y se convert¨ªa en la versi¨®n patria del mu?eco diab¨®lico. Pero ninguna consigui¨® jam¨¢s tener el ¨¦xito y el calado cultural y social de Barbie. Hasta que llegaron las Bratz.
En realidad, las Bratz se gestaron en la casa de Barbie. Su creador fue un empleado de Mattel, la empresa que fabrica la mu?eca rubia. Carter Bryant empez¨® a dise?ar los primeros bocetos con 31 a?os, en el verano del a?o 2000, cuando trabajaba ideando ropa para Barbie. Esos primeros dibujos mostraban unas adolescentes con grandes ojos y labios, pero una nariz diminuta, obsesionadas con la moda y con actitud de ni?as mimadas. Lleg¨® incluso a ¡°montar¡± un prototipo a partir de piezas desechadas que encontr¨® en el trabajo y en su colecci¨®n personal (las botas eran de Ken). Entonces fue a la competencia a venderles la idea. El presidente de MGA Entertainment, Isaac Larian, no estaba muy convencido de la viabilidad de los bocetos, pero cuenta la leyenda que justo ese d¨ªa estaba en la oficina la hija de Larian, la peque?a Jasmin. As¨ª lo relataba el empresario en el New Yorker: ¡°Sinceramente, a m¨ª me parec¨ªan raras y feas. Pero vi en mi hija esa chispa que a veces ves en los ojos de los ni?os. Hablan con su lenguaje corporal m¨¢s que con su voz. Dijo: ¡®S¨ª, son monas¡¯. Y entonces yo dije: ¡®Vale, cre¨¦moslas¡¯¡±.
Adem¨¢s de sus peculiares formas y sus detalladas vestimentas, las Bratz ten¨ªan otra caracter¨ªstica que las hac¨ªa ¨²nicas: representaban una diversidad ¨¦tnica que en la Estados Unidos de los 2000 ya era innegable, especialmente en las grandes ciudades. Mattel hab¨ªa creado algunos modelos de Barbie supuestamente negros o hispanos, pero su fabricaci¨®n era residual y eran criticados por tener las mismas facciones que la mu?eca original de aspecto cauc¨¢sico. Sin embargo, las cuatro Bratz originales abarcaban un amplio rango de colores de piel y luc¨ªan rasgos caracter¨ªsticos de las mujeres de color que habitaban el pa¨ªs, como el pelo rizado o los ojos rasgados. No era una decisi¨®n balad¨ª, como explicaba Larian, ¨¦l mismo un inmigrante iran¨ª: ¡°Cuando se nos ocurrieron estas mu?ecas no quisimos etiquetarlas. No las llames afroamericanas. No las llames hispanas. No las llames ¨¢rabes. No las llames blancas. Simplemente ten¨ªan que transmitir la diferencia¡±. La idea era tan novedosa que al principio algunas tiendas de juguetes quer¨ªan comprar ¨²nicamente a Cloe, la Bratz blanca, rubia y con ojos azules. En MGA Entertainment se negaron. ¡°Uno de los dogmas principales de la marca es que estas mu?ecas son un pack. En un principio se llamaban el Bratz Pack, y son amigas¡±, recuerda Jasmin Larian, la hija cuyo nombre lleva una de las mu?ecas originales, Yasmin, y que ahora ha pasado a supervisar la marca Bratz. ¡°Lo que les dijimos a esos vendedores fue: ¡®No, van en una caja que lleva todas las mu?ecas. Tienes que comprar todas o no te llevas ninguna¡¯¡±.
Cuando las Bratz salieron al mercado, su diversidad ¨¦tnica no fue lo m¨¢s comentado. Fue su sentido de la moda y las proporciones de sus cuerpos y rostros lo que se recibi¨® con cierta reticencia por parte de los adultos. La periodista Margaret Talbot las describi¨® como ¡°unas bailarinas de pole dance de camino a su trabajo en un club de striptease¡±. ¡°Van vestidas como unas golfas¡±, resum¨ªa m¨¢s escuetamente una madre citada en el New York Times. Las Bratz formaban parte de un momento cultural que preocup¨® a los padres de Estados Unidos, que ve¨ªan una sexualizaci¨®n demasiado expl¨ªcita y temprana en los productos orientados a las ni?as: maquillaje, ropa dise?ada para ensalzar y mostrar ciertos atributos, o fiestas de cumplea?os que se celebraban en salones de pedicura. La Asociaci¨®n Estadounidense de Psicolog¨ªa public¨® un estudio se?alando esta problem¨¢tica en el que describ¨ªa las Bratz como mu?ecas ¡°vestidas con ropa sexualizada como minifaldas y medias de rejilla¡±. Las madres miraban con recelo los juguetes preferidos de sus hijas, aunque olvidaban que Barbie protagoniz¨® exactamente la misma controversia 40 a?os antes.
Toda cr¨ªtica ca¨ªa en saco roto porque las ni?as (y probablemente muchos ni?os, aunque no estuviera socialmente aceptado) ansiaban tener esas nuevas mu?ecas que vest¨ªan como las protagonistas de los videoclips de la MTV y transmit¨ªan la actitud de una chica que pasea a sus anchas por un barrio de Nueva York. Las ventas as¨ª lo atestiguaron. Aunque la llegada al mercado de las Bratz en el verano de 2001 fue m¨¢s bien decepcionante, MGA invirti¨® mucho dinero en publicidad y aquellas navidades las mu?ecas cabezonas acabaron siendo un peque?o fen¨®meno en las jugueter¨ªas. En sus primeros cinco a?os de vida se vendieron 125 millones de Bratz en todo el mundo, generando 2.000 millones de d¨®lares y convirti¨¦ndose en la mu?eca preferida en varios mercados como Australia y Reino Unido. Por primera vez alguien le plantaba cara a Barbie. Sus ventas a¨²n eran mayores que las de Bratz, y en 2004 Mattel gener¨® 3.600 d¨®lares anuales, pero al a?o siguiente la mu?eca cay¨® un 30% en Estados Unidos y un 18% en todo el mundo, causando un desplome en las acciones de la compa?¨ªa.
La respuesta de Mattel fue parecida a la de un ni?o al que le han quitado sus juguetes. En 2002 comercializaron una l¨ªnea de Barbie llamada My Scene, que ten¨ªa el cuerpo tradicional de la mu?eca pero unos ojos m¨¢s grandes, labios con gloss y ropa juvenil. La l¨ªnea consist¨ªa en varios personajes, adem¨¢s de la mu?eca original, como Madison, Chelsea o Delancey; juntas formaban un grupo de estudiantes cuyas principales ocupaciones eran ir de fiesta o de compras y hablar con las amigas. La mayor¨ªa, eso s¨ª, eran cauc¨¢sicas. Aun as¨ª, el imparable ascenso de las Bratz fue gan¨¢ndole terreno en el mercado a Mattel, y en 2006 las mu?ecas de MGA Entertainment equival¨ªan al 40% de las ventas de dicho juguete, generando 3.000 millones, mientras que Barbie ten¨ªa que ¡°conformarse¡± con el 60%.
La mu?eca rubia sol¨ªa ser el primer regalo de las ni?as estadounidenses, pero a partir de cierta edad llegaban a cogerle tirria. Un estudio de la Universidad de Bath revel¨® que las ni?as de entre 7 y 11 a?os disfrutaban destruyendo las Barbies de su infancia, como le ocurr¨ªa a la mu?eca interpretada por Kate McKinnon en Barbie. Ante este panorama, Mattel hizo lo mismo que toda empresa estadounidense que siente que le est¨¢n comiendo la tostada: recurrir a la justicia.
En 2004 demand¨® a Carter Bryant, acus¨¢ndole de desarrollar los dise?os de las Bratz mientras trabajaba para ellos y despu¨¦s vend¨¦rselos a la competencia. Bryant respondi¨® alegando que la idea de las Bratz le hab¨ªa venido durante los siete meses que estuvo parado entre dos contratos distintos para Mattel, y les puso una contrademanda. Era el principio de una serie de procesos judiciales que durar¨ªan una d¨¦cada y costar¨ªan millones de d¨®lares tanto a Mattel como a MGA, que demand¨® a la compa?¨ªa de Barbie en 2005 por competencia desleal. Describiendo su situaci¨®n como una especie de lucha de David contra Goliat, alegaban que Mattel, que ya hab¨ªa incluido a la compa?¨ªa y su presidente en su demanda original, estaba intentando retirarles del mercado ahog¨¢ndoles con gastos en procesos legales, mientras copiaban sus productos con la l¨ªnea My Scene. ¡°Barbie no juega limpio con otros (particularmente su competencia)¡±, declararon los abogados de MGA. ¡°Y necesita que le ense?en a compartir (al menos en el mercado de las mu?ecas)¡±.
Primero un jurado fall¨® a favor de Mattel, estableciendo que ten¨ªan los derechos de las Bratz y ordenando a MGA a pagar una indemnizaci¨®n de 100 millones por da?os y perjuicios. MGA apel¨® y consigui¨® finalmente anular ese veredicto. En 2011, otro jurado se posicion¨® a favor de ellos y estipul¨® que Mattel deb¨ªa pagar un total de 309 millones de d¨®lares en da?os y perjuicios y tasas legales. Esa decisi¨®n tambi¨¦n se revoc¨®. Finalmente Mattel consigui¨® su objetivo y las Bratz desaparecieron del mercado durante dos a?os. Entre 2013 y 2015, MGA Entertainment retir¨® las mu?ecas de las tiendas por los problemas financieros que surgieron no solo a partir de la batalla legal, sino tambi¨¦n por una ca¨ªda en ventas de las Bratz. Los dise?os de las mu?ecas eran criticados por los fans y la calidad de sus materiales hab¨ªa descendido, algo que Larian achacaba a una distracci¨®n por culpa del proceso judicial. ¡°Barbie nos tuvo en juicios durante muchos a?os¡±, dijo en 2015. ¡°Apartamos nuestra mirada de la compa?¨ªa y de la marca, desafortunadamente¡±.
En el verano de ese a?o las Bratz volvieron a las jugueter¨ªas y ah¨ª se han mantenido desde entonces con ventas m¨¢s o menos estables; la reedici¨®n del pack original comercializada en 2021 para celebrar el 20? aniversario fue todo un ¨¦xito. Mientras tanto MGA ha logrado desarrollar otros ¨¦xitos, como las l¨ªneas llamadas L.O.L. Surprise, unos paquetes de mu?ecas y complementos cuyo contenido es un misterio hasta que se abre. Todo un fen¨®meno en las navidades recientes, es un juguete dise?ado para la era del unboxing en las redes sociales.
Pero las Bratz sobreviven m¨¢s all¨¢ de sus ventas. Yasmin, Cloe, Jade, Sasha y las dem¨¢s protagonizaron numerosas pel¨ªculas de animaci¨®n y una de acci¨®n real que, a diferencia de la que acaba de estrenar su rival, fue odiada por la cr¨ªtica y el p¨²blico, adem¨¢s de un fracaso en taquilla. Bratz: La pel¨ªcula, cuyos t¨ªtulos de cr¨¦dito iniciales estaban escritos en tipograf¨ªa Comic Sans rosa, solo tuvo algo de ¨¦xito en los premios Razzie, donde recibi¨® cinco nominaciones (aunque no se hizo con ninguno de los premios). La compa?¨ªa ha tenido mucho m¨¢s atino desplegando la marca en las redes sociales: Bratz tiene actualmente 2,4 millones de seguidores en TikTok, donde se pueden ver recreaciones de escenas ic¨®nicas de pel¨ªculas y series protagonizadas por las mu?ecas (Barbie tiene 1,9 millones de seguidores en esa misma red social). Bajo la batuta de Mar Cantos, una influencer que MGA fich¨® por su creatividad y su amor a las Bratz, las mu?ecas triunfan tambi¨¦n en Twitter o en Instagram, donde se ha podido ver hasta a Cristina Ortiz La Veneno convertida en Bratz. El compromiso con la diversidad que las mu?ecas ten¨ªan en 2001 se ha convertido hoy en d¨ªa en una voz en redes sociales mucho m¨¢s pol¨ªtica que en la mayor¨ªa de marcas comerciales: las Bratz no solo celebran a menudo el colectivo LGTBIQ+ y la identidad trans, tambi¨¦n denunciaron el asesinato de George Floyd y condenaron los ataques racistas contra la comunidad asi¨¢tica durante la pandemia.
Aunque quiz¨¢ el mayor ¨¦xito de esta pandilla antibarbie sea algo m¨¢s dif¨ªcil de medir y cuantificar. Las Bratz consiguieron instalarse de forma contundente e irrevocable en la cultura popular y el imaginario colectivo. Al menos para la generaci¨®n que creci¨® jugando con ellas, su influencia es innegable. Incluso han marcado a la propia Barbie: las cuatro ni?as que, al principio de Barbie, la pel¨ªcula, manifiestan estar en contra de la mu?eca rubia, se ven y se llaman igual que las Bratz. Y por no hablar de su vigencia en el estilo contempor¨¢nea. Con el regreso de la moda Y2K y la proliferaci¨®n de retoques faciales y operaciones est¨¦ticas para agrandar labios y rasgar ojos, las Bratz han acabado como Pinocho, convirti¨¦ndose en mujeres de verdad. Desde las Kardashian hasta Jedet, pasando por Rosal¨ªa, Bad Gyal o las chicas de Euphoria: ser una Bratz est¨¢ m¨¢s de moda que nunca, tanto que, en agosto, Kylie Jenner sac¨® su propia Bratz en edici¨®n limitada. Algo que casi puede entenderse como una reacci¨®n a la omnipresencia de Barbie en los medios por el estreno de la pel¨ªcula. Porque puede que Barbie sea un icono, pero fuera de Barbielandia vivimos en el mundo de las Bratz.
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