Qu¨¦ pasa cuando te mueres el mismo d¨ªa que John Lennon: los artistas cuyo fallecimiento qued¨® eclipsado por otro
Se est¨¢n rindiendo sentidos homenajes a Kurt Cobain, de cuya p¨¦rdida se cumplen 30 a?os, pero ninguno a Lee Brilleaux, figura del rock brit¨¢nico que muri¨® unas horas antes de que hallasen el cad¨¢ver de Cobain y qued¨® relegado a una nota al pie de otro obituario
En ese mundo de aficionados al rock donde tanto importa la autenticidad, saberse m¨¢s canciones que nadie, ser m¨¢s purista que los dem¨¢s y presumir de conocer a un grupo desde sus inicios, ¡°antes de que se volvieran comerciales¡±, pocos sucesos sacuden m¨¢s el avispero que la muerte de una gran estrella. Est¨¢ el que exagera su cercan¨ªa con el fallecido y sobreact¨²a su tristeza, el que siempre hab¨ªa sido un apasionado de su m¨²sica pero nunca lo hab¨ªa mencionado y no falta el que acusa al resto de ser unos advenedizos. Tambi¨¦n, por otra parte, el que humildemente se acerca desde la curiosidad genuina a descubrir el legado de ese m¨²sico tan llorado y tan relevante al que nunca hab¨ªa tenido ocasi¨®n de escuchar. Es, por quedarse con algo positivo, la parte buena de cuando muere un artista: su obra se difunde, se comparten sus canciones (o extractos de sus libros, o escenas de sus pel¨ªculas) para homenajearle, se renueva la atenci¨®n hacia su trabajo y, a veces, hasta se hace m¨¢s popular.
Hay quien, sin embargo, ni siquiera goza de esos minutos de fama post mortem ni tiene oportunidad de reba?ar advenedizos en el tiempo de descuento. El 8 de abril de 1994 fue hallado el cad¨¢ver de Kurt Cobain, l¨ªder de Nirvana, que se hab¨ªa suicidado tres d¨ªas antes de un disparo en la cabeza. Su fallecimiento a los 27 a?os, al igual que otras figuras como Jimi Hendrix, Janis Joplin o Jim Morrison, y los elementos de la tragedia ¡ªla tristeza de un tipo famos¨ªsimo con terribles demonios que le torturaban, el nicho para el sensacionalismo que era su matrimonio con Courtney Love y su paternidad toxic¨®mana, las leyendas urbanas originadas al instante¡ª le rodearon de un halo m¨ªtico que a¨²n perdura con toda la fuerza: las conmemoraciones por los 30 a?os de su muerte no han faltado en las principales cabeceras culturales, como no lo hicieron en los anteriores aniversarios redondos, y Nirvana (sus canciones y sus camisetas) est¨¢ igual de presente o m¨¢s que hace tres d¨¦cadas. No se puede decir lo mismo del brit¨¢nico Lee Brilleaux, cantante de Dr. Feelgood, fallecido a causa de un linfoma a los 41 a?os el 7 de abril de 1994, un d¨ªa antes de que se informase de la muerte de Cobain.
La revista Uncut ¡ªcuyo n¨²mero de este mes de abril lleva en portada una entrevista a los supervivientes de Nirvana, Dave Grohl y Krist Novoselic¡ª lamentaba hace unos a?os, con motivo de la publicaci¨®n de la biograf¨ªa de Brilleaux, que su fallecimiento se convirtiese ¡°en una nota a pie de p¨¢gina, algo que solo se mencion¨® brevemente¡± por coincidir con ¡°el drama que se estaba desarrollando en Seattle¡±. En 2015, The Guardian iba m¨¢s all¨¢ y trazaba un antagonismo: ¡°Para los tipos de cierta ¨¦poca que tocaban en pubs, ¨¦l es lo que Cobain fue para la Generaci¨®n X. Visto hoy, Brilleaux es el anti-Cobain. Su actitud siempre fue la de un gran trabajador, una versi¨®n de dibujos animados de un viejo obrero bebedor de Canvey Island, frente al aura sard¨®nica y desinteresada que cre¨® Cobain y de la que se aliment¨® la cultura slacker¡±.
Comparaciones estramb¨®ticas aparte, Brilleaux fue durante m¨¢s de 20 a?os el vocalista de una banda que algunos llamaron ¡°el equivalente a Juan el Bautista¡± de entre los profetas del punk. Dr. Feelgood, fundada en 1971, represent¨®, en el contexto progresivo, la vuelta a las ra¨ªces del rock, a sonidos primitivos y a estructuras simples, que prendi¨® la mecha para la explosi¨®n del punk brit¨¢nico. Temas como Roxette (su mayor ¨¦xito), She Does It Right, Going Back Home o versiones como la de Boom Boom, de John Lee Hooker, conformaban un cancionero en¨¦rgico e intenso, con una puesta en escena no menos impactante. El director Julien Temple, que les dedic¨® el documental Oil City Confidential (2009), se sorprend¨ªa: ¡°Fueron la banda m¨¢s grande de Inglaterra durante 18 meses y es como si nunca hubieran existido¡±.
En la pel¨ªcula, el guitarrista Wilko Johnson (que falleci¨® en 2022 y que, en los titulares de muchos obituarios, fue antes identificado como actor de unos pocos cap¨ªtulos de Juego de tronos que como miembro de Dr. Feelgood) declaraba: ¡°En el rock & roll, las cosas son tan importantes como se perciben y hoy Dr. Feelgood no es percibido en absoluto¡±. Para quienes s¨ª percibieron el grupo ¡ªque sigue en activo sin ning¨²n miembro original¡ª en su encarnaci¨®n dorada de los setenta, por haberlo conocido entonces o haber rescatado sus actuaciones en YouTube, la agresiva estampa de Dr. Feelgood es memorable: un virtuoso guitarrista, Johnson, interpretando un blues acelerado e intenso y mirando amenazante al p¨²blico con ojos saltones, junto a un cantante, Brilleaux, siempre sudando la gota gorda y haciendo flexiones en directo embutido en un traje lleno de lamparones.
Josele Santiago, l¨ªder de Los Enemigos, no duda en calificar a Dr. Feelgood de ¡°banda fundamental¡± en sus a?os de formaci¨®n. ¡°Fue gracias a sus versiones que conoc¨ª la m¨²sica que amo, un amplio abanico desde el blues hasta el soul de la [compa?¨ªa discogr¨¢fica] Stax, pasando por Nueva Orleans. Entend¨ª la fuerza de lo sencillo, del feeling y de la pasi¨®n, del respeto a las ra¨ªces¡±, cuenta a ICON. ¡°Era capaz de acercarme a Francia haciendo autostop solo para verlos¡±. Preguntado por c¨®mo vivi¨® la muerte de Brilleaux en 1994, recuerda que se enter¨® ¡°en el bar de abajo¡± de su casa. ¡°La voz de Lee Brilleaux y su no menos prodigiosa arm¨®nica eran perfectas para este tipo de m¨²sica. La simbiosis con la muy marciana [guitarra] Telecaster de Wilko, una base r¨ªtmica contundente y concisa como pocas y su actitud, al mismo tiempo humilde y arrogante, era tambi¨¦n perfecta para enloquecer al p¨²blico¡±.
No obstante, Santiago cree que ¡°aunque no hubiera muerto Cobain, tampoco se hubiera comentado mucho lo de Lee¡±. ¡°Soy consciente, c¨®mo no serlo, de que no es muy probable que Dr. Feelgood sea considerado en una enciclopedia del rock y de que Nirvana no puede faltar¡±, razona. ¡°No s¨¦, Cobain cambi¨® la vida de mucha gente y la manera de entender la m¨²sica. Lee era un gran cantante, frontman y armonicista, pero era un rocker y solo pretend¨ªa entretener. No se pueden comparar a nivel de trascendencia. Kurt era un artista y Lee, un artesano¡±.
A un paso de la gloria
Si las misas negras de los satanistas se basan en la parodia y subversi¨®n de los s¨ªmbolos cristianos, el punk de los primeros tiempos tuvo tambi¨¦n mucho de impugnaci¨®n burlona del rock: gente fea y nihilista que se permit¨ªa el lujo de ocupar los escenarios y dar conciertos abiertamente desagradables ante un p¨²blico enfervorecido, en medio de un barullo de instrumentos ininteligible. De entre ellos, Jan Paul Beahm, cantante de Germs, ten¨ªa un plan para convertirse en su mes¨ªas. Bajo el nombre art¨ªstico de Darby Crash, con 17 a?os se dio un lustro para formar una banda de m¨²sica y suicidarse en la cima del ¨¦xito. Con Germs, consigui¨® atraer la atenci¨®n de la prensa especializada y de los incondicionales del g¨¦nero: era el grupo m¨¢s atractivo y escandaloso de la escena punk de Los ?ngeles, y tambi¨¦n fue, visiblemente, el que m¨¢s llam¨® la atenci¨®n a la directora Penelope Spheeris cuando realiz¨® el emblem¨¢tico documental The Decline of Western Civilization (1981).
Tras disolver la banda, a los 22 a?os, Crash hizo un pacto de muerte con su novia, Casey Cola, para inyectarse hero¨ªna por valor de 400 d¨®lares y morir como leyendas. A ¨²ltima hora, no est¨¢ claro si por amor o por egolatr¨ªa, el vocalista decidi¨® dar a su pareja una cantidad no letal de forma que solo muriese ¨¦l. El terreno estaba abonado para que el l¨ªder de Germs consumara p¨®stumamente su insulto final y ascendiese a m¨¢rtir del rock. Pero un s¨ªmbolo de esa cultura hegem¨®nica contra la que se revolv¨ªa fue quien, ir¨®nicamente, trunc¨® lo que hab¨ªa dise?ado. El d¨ªa que Darby Crash eligi¨® para morir fue el 7 de diciembre de 1980. Unas horas despu¨¦s, John Lennon era asesinado a la entrada del edificio Dakota de Nueva York, donde resid¨ªa, y el tiempo de propaganda de ultratumba que Crash esperaba obtener mengu¨® de manera significativa. Kurt Cobain, que s¨ª alcanz¨® ese estatus legendario despu¨¦s de quitarse la vida, fue admirador confeso de Germs y contrat¨® a su guitarrista Pat Smear como m¨²sico de apoyo en Nirvana.
Lejos del terreno entre luctuoso y fr¨ªvolo de las grandes tragedias del rock, los escritores Aldous Huxley, autor de Un mundo feliz (1932), y C.S. Lewis, padre de la saga Las cr¨®nicas de Narnia (1950-56), tampoco gozaron de mucho espacio en los noticiarios del d¨ªa: el 22 de noviembre de 1963 era dif¨ªcil que se hablara de otra cosa m¨¢s all¨¢ de un suceso hist¨®rico del siglo XX como fue el magnicidio del presidente de Estados Unidos, John Kennedy, en Dallas. Otro antiguo inquilino de la Casa Blanca, Ronald Reagan, opac¨® el 5 de junio de 2004 con su muerte y las conmemoraciones de Estado el fallecimiento d¨ªas despu¨¦s de otra relevante figura de su tiempo, Ray Charles. ¡°En la cola de la oficina de correos, alguien pregunt¨® por qu¨¦ la bandera estaba a media asta. Yo respond¨ª que era por Ray Charles. Ray fue, desde mi punto de vista, mejor estadounidense que Ronald¡±, recordaba un prol¨ªfico usuario de Quora en un debate sobre, precisamente, muertes m¨¢s y menos relevantes.
El 25 de junio de 2009, cuando la muerte de Michael Jackson desat¨® una tormenta medi¨¢tica con varios frentes (las luces y sombras del finado, los misterios sobre su vida, la investigaci¨®n sobre la responsabilidad de su m¨¦dico en la intoxicaci¨®n que le provoc¨® el paro card¨ªaco), muchos no llegaron a enterarse del fallecimiento de la actriz Farrah Fawcett, ocurrido poco antes que el del cantante. La noticia no debi¨® de llegar siquiera a la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematogr¨¢ficas, que en marzo de 2010 ni la incluy¨® en el homenaje de los Oscar a los fallecidos del a?o, a diferencia del int¨¦rprete de Thriller, que s¨ª figur¨®. Igual que la muerte de Cobain consolid¨® la idea del Club de los 27, el periodista Christopher Bonanos, del New York Magazine, propon¨ªa por la muerte de la estrella de Los ¨¢ngeles de Charlie otro concepto: el de ¡°Club de las Muertes de Famosos Eclipsadas¡±. Como ejemplo paradigm¨¢tico, citaba a Groucho Marx, que muri¨® la misma semana de agosto de 1977 que Elvis Presley, lo que evidentemente le rest¨® presencia en televisi¨®n y revistas. Para un c¨®mico que se jactaba de haber llegado ¡°de la nada a la m¨¢s absoluta miseria¡±, posiblemente aquel final le result¨® el m¨¢s consecuente.
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