Una velada con Jean-Paul Gaultier
No puedo ver los anuncios de Le Male de Gaultier sin pensar en Brad Davis con su camisa de rayas

La cita con Jean-Paul Gaultier y su Fashion Freak Show me coincidi¨® con el hallazgo en los altos de la biblioteca de casa de un viejo p¨®ster de 1979 de Flowers, de Lindsay Kemp, lo que me pareci¨® una de esas casualidades junguianas que no lo son. Es dif¨ªcil no pensar en Gaultier al acordarte del bueno de Kemp, que tanto influy¨® en David Bowie, y en m¨ª, ya que estamos: despu¨¦s de ver Flowers, particip¨¦ en una clase magistral que imparti¨® en Barcelona y me hubiera marchado encantado con su circo si me hubieran aceptado; de haberlo hecho, hoy a lo mejor yo ser¨ªa Miguel Bos¨¦ ¡ªdel que fue mentor Lindsay Kemp¡ª y habr¨ªa cantado y bailado Linda y hablar¨ªa ronco e hiperventilado.
Flowers, donde participaba el inefable Azufre del Pozo, que ya es nombre art¨ªstico, se subtitulaba ¡°una pantomima para Jean Genet¡± y adaptaba, con Kemp en el papel del travestido Divine echando sangre por la boca como un derviche tuberculoso, Notre dame des fleurs, la primera novela del escritor. Genet, mauvais gar?on de la literatura francesa, es el creador, en su novela Querelle de Brest (1947), de Querelle, la gran figura del marinero cr¨¢pula. Querelle, el matelot de Brest, traficante, asesino, guapito y viril, es lo peor que nos ha llegado del mar despu¨¦s de Ahab y el Olon¨¦s (y el Megalodonte). El malogrado Brad Davis lo encarn¨® en la adaptaci¨®n de Fassbinder de 1982, y yo no puedo ver los anuncios de la colonia Le Male de Gaultier y la ic¨®nica marini¨¨re, la camiseta rayada del dise?ador, sin pensar en Davis con su propia camisa de rayas, su gorro con pomp¨®n y su petate.
Cuando me invitaron al estreno en el teatro Coliseum de Barcelona del Fashion freak show, el espect¨¢culo del que es autor, director y responsable del vestuario Jean-Paul Gaultier, mi primera opci¨®n fue ir de Brad Davis-Querelle. Pero luego record¨¦ a Davis en El expreso de medianoche, un filme que me traumatiz¨® tanto que tard¨¦ veinte a?os en poder viajar a Estambul, y me dio yuyu. As¨ª que me inclin¨¦ por ir de Querelle-Le Male en discreto, con mi peacoat, mi chaquet¨®n marinero de doble botonadura, de IKKS. Parec¨ªa una mezcla de Corto Malt¨¦s, Ned Land y Rafael Alberti. No me ten¨ªa que haber contenido tanto porque hay que ver c¨®mo se visti¨® el personal para la ocasi¨®n. Hasta el cr¨ªtico de La Vanguardia llevaba camiseta a rayas. Un must fue el vestido estampado de desnudo, con el que era f¨¢cil abrirse paso entre la gente, y otro la falda que luci¨® un espectador con aplomo de Rob Roy. La fila delante de la m¨ªa, en la que estaba el propio Gaultier, parec¨ªa la tripulaci¨®n del vapor de Le Male al completo, toda m¨²sculos y masculinidad exultante.
El show es un auto biopic musical que recorre la vida de Gaultier desde ni?o, cuando le hizo unos sujetadores c¨®nicos pre-Madonna a su osito de peluche Nana. Retengo algunas frases del show como ¡°hay que sufrir para ser bella y ser bella para hacer sufrir¡± o ¡°le freak, c¡¯est chic¡±. Al acabar coincid¨ª con Gaultier en el pasillo y cuando me observ¨® de arriba abajo compar¨¢ndome desfavorablemente con sus acompa?antes, le salud¨¦ en mi franc¨¦s de fr¨¨re Jacques dormez vous. Y en un arranque de inspiraci¨®n a?ad¨ª: ¡°De la meg el m¨¦gou y de Le Male el maginegou¡± (de la mar el mero y de Le Male el marinero). Pareci¨® perplejo, pero luego asinti¨® y me dedic¨® una amplia sonrisa. Si ven el lema en su pr¨®xima campa?a, ya saben.
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