?Qu¨¦ pasa cuando tu psic¨®logo se convierte en una estrella de TikTok?
Los profesionales de la salud mental parecen haber encontrado libertad, dinero y satisfacci¨®n haciendo de ¡®influencers¡¯. Aunque muchos de los que publican contenido son terapeutas con t¨ªtulo, otros son ¡°life coaches¡± o autodenominados expertos, pero sin credenciales fiables
Hace unos d¨ªas me cruc¨¦ con una entrevista que me hicieron en un n¨²mero antiguo de la revista Buffalo. Era 2013 y por entonces ten¨ªa un proyecto art¨ªstico muy vinculado a internet que, supongo, despertaba inter¨¦s. Una de las preguntas era: ¡°?Te gustan las redes sociales?¡±. A lo que yo respond¨ª: ¡°M¨¢s que gustarme, las encuentro extra?amente ¨²tiles para conocerme a m¨ª mismo. Creo que me he ahorrado mucho dinero en terapia con ellas¡±. El sonrojo al leer mi respuesta fue inmediato. Vista ahora, me resulta imposible reconocerme en esa mezcla de ingenuidad, posiron¨ªa y, todo hay que decirlo, una superficialidad algo irresponsable. A mi favor, dir¨¦ que en ese momento los algoritmos de las plataformas no estaban tan refinados y su potencial de ser una herramienta para la concienciaci¨®n y la autoayuda no estaba tan contaminado. El contexto era otro, claro. Y hay algo valioso en ser v¨ªctima de tu tiempo, ?no?
Mucho ha llovido desde entonces. La salud mental ha pasado de tab¨² a hashtag. Conceptos como el trastorno por d¨¦ficit de atenci¨®n con hiperactividad, depresi¨®n de alta funcionalidad o ansiedad son manejados por creadores de contenido con total naturalidad. Lo que no est¨¢ claro es que el acceso a m¨¢s informaci¨®n sobre salud mental haya aumentado el tratamiento y reducido los problemas. Los datos apuntan a todo lo contrario: un informe de la OMS alertaba de un aumento de un 25% de los trastornos por ansiedad y depresi¨®n. Y es en esta ambigua paradoja donde se ha dado un caso curioso: la tiktoktizaci¨®n de los terapeutas. O, traducido en jerga de la red, el fen¨®meno tambi¨¦n conocido como Therapy Tok.
En TikTok, los profesionales de la salud mental parecen haber encontrado libertad, dinero y satisfacci¨®n haciendo de influencers de la salud mental. Aunque muchos de los que publican contenido son terapeutas con t¨ªtulo, otros son ¡°life coaches¡± o autodenominados expertos en salud mental pero sin credenciales fiables. Todos tienen en com¨²n ofrecer consejos r¨¢pidos, buscando que su efectividad vaya de la mano de la ansiada viralidad. Un batiburrillo con el que uno no sabe muy bien qu¨¦ hacer, sobre todo cuando surge mientras ves v¨ªdeos de mapaches. Qui¨¦n sabe, a lo mejor tu pr¨®ximo diagn¨®stico llega con un filtro de perrito.
Jeff Guenther, por ejemplo, es un terapeuta con una comunidad de casi tres millones de seguidores que ha construido hablando de responsabilidad afectiva o los pros y los contras de la fraysexualidad, es decir, cuando solo te atrae gente que no conoces. Una cosa que llama la atenci¨®n es qu¨¦ pasa cuando ves a tu terapeuta en redes. La idea de poder comprar merchandising de tu psic¨®logo me produce cierto desasosiego, la verdad. Y tambi¨¦n imaginar salir de una sesi¨®n y, al volver a casa, hacer scroll y verle hablar con sus seguidores sobre el caso de un paciente al que, sospechosamente, te pareces mucho. O, peor a¨²n, ?c¨®mo ser el follower/paciente perfecto para que tu terapeuta no pierda posicionamiento online o no sufra de agotamiento como creador de contenido?
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