Ansiedad, desigualdad y depresi¨®n: los peligros de idealizar la adicci¨®n al trabajo
La sobrecarga de tareas se celebra y se premia, pero cada vez m¨¢s especialistas y formaciones pol¨ªticas advierten de sus peligros
La misma semana en la que se estrenaba Cry Macho, la pel¨ªcula dirigida y protagonizada por un Clint Eastwood de 91 a?os, el expresidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar afirmaba que ni estaba jubilado ni se pensaba jubilar jam¨¢s. Casi al mismo tiempo, Maluma se defin¨ªa en una entrevista como un orgulloso adicto al trabajo, igual que hab¨ªa hecho poco antes Armin Laschet, el candidato a las elecciones alemanas que sustituy¨® a Angela Merkel al frente de la CDU.
Aunque parece el principio de un chiste malo y un poco boomer, esta colecci¨®n de muestras exageradas de amor por el trabajo es muy sintom¨¢tica de la relaci¨®n que como sociedad mantenemos con lo laboral. No miramos igual a alguien que nos dice que es adicto al trabajo que alguien que dice que es adicto al CBD, al alcohol o las apuestas online. De hecho, al margen de cualquier valoraci¨®n cl¨ªnica, ni tan solo se considera un verdadero problema: al contrario, nos identificamos con el malestar de Maluma durante el confinamiento ante la imposibilidad de sentirse ¨²til y productivo, igual que celebramos que Clint Eastwood siga en plena forma, aportando su arte al mundo.
Esta prevalencia de los discursos celebratorios en torno a la figura del adicto al trabajo es sintom¨¢tica no solo por el sesgo de g¨¦nero, edad y clase social, sino tambi¨¦n por el hecho que esta misma semana llegaba a las librer¨ªas espa?olas el ensayo de Anne Helen Petersen titulado No puedo m¨¢s, donde se narra la epidemia de depresi¨®n y fatiga que cada vez afecta a un mayor n¨²mero de personas. El agotamiento generalizado del que habla Petersen parece indisociable de esa movilizaci¨®n medi¨¢tica del amor por el trabajo en el contexto de capitalismo salvaje, donde se ha disuelto la barrera que separaba la vida privada de la p¨²blica ¨Cespecialmente con el teletrabajo¨C y se nos anima a ser ¡°empresarios de nosotros mismos¡±.
Del trabajo dependen no solo nuestros ingresos y la posibilidad de acceder a una vivienda y llevar una vida digna, sino tambi¨¦n nuestra felicidad y nuestra identidad. Todo es trabajo, independientemente del horario laboral, si es que tenemos alguno: tambi¨¦n a las personas en situaci¨®n de desempleo se las anima a trabajar en s¨ª mismas, a invertir en aumentar su empleabilidad, ya sea acumulando capital educativo, cultural o social. Adem¨¢s, cualquier error, fracaso o muestra de debilidad pasa a ser considerado como una falta de voluntad o de compromiso: ?te has marchado de la oficina a tu hora sin haber terminado el proyecto? ?No has trabajado durante el fin de semana? ?Has dejado de formarte en tus ratos libres? ?Seguro que no quieres participar de las actividades de team building? ?C¨®mo vas a encontrar trabajo si no tienes el nivel B1 de ingl¨¦s?
A pesar de la ubicuidad de estos discursos, incluso la posibilidad de ser un adicto al trabajo est¨¢ desigualmente repartida. La romantizaci¨®n del sujeto productivo no solo genera una serie de malestares intr¨ªnsecos a la esfera laboral ¨Ccansancio, ansiedad, depresi¨®n y todo tipo de problemas de salud f¨ªsica y mental relacionados con una situaci¨®n de explotaci¨®n¨C, sino que adem¨¢s tiene graves implicaciones en la divisi¨®n sexual del mercado de trabajo ¨Cmenospreciando el trabajo dom¨¦stico y los cuidados como trabajo no productivo y no remunerado¨C as¨ª como sobre la crisis clim¨¢tica ¨Cfavoreciendo el aumento de las emisiones y el establecimiento de patrones de desplazamiento y consumo no sostenibles.
¡°Elige un trabajo que te guste y no tendr¨¢s que trabajar jam¨¢s¡±
Quiz¨¢ en el mundo del emprendimiento es donde esta presi¨®n es m¨¢s evidente, y la romantizaci¨®n del adicto al trabajo forma parte del credo que se imparte en m¨¢sters, talleres y mentor¨ªas. Diana Ballart lo ha vivido en primera persona como CEO de The Smart Lollipop, una startup que est¨¢ desarrollando un dispositivo m¨¦dico no invasivo, pensado especialmente para ni?os, que consiste en un caramelo inteligente que analiza la saliva para detectar enfermedades. ¡°Ser workaholic en el mundo emprendedor est¨¢ muy bien visto: es mejor ser workaholic que trabajar solo ocho horas, porque significa que tienes un rol importante o que eres imprescindible dentro de la empresa. Pero eso es mentira, no es cuesti¨®n de trabajar m¨¢s horas, sino de lo productivo que puedas ser las horas que trabajas. A largo plazo, el trabajar por trabajar es contraproducente, porque acabas agotado y pierdes el foco¡±.
Ballart trabaja a jornada completa en The Smart Lollipop, es profesora de creatividad en la UOC y est¨¢ haciendo un doctorado sobre comunicaci¨®n digital emprendedora. ¡°Trabajo poco para la cantidad de cosas que hago: una media de diez horas al d¨ªa y solo un d¨ªa de fiesta a la semana¡±. Reconoce que a pesar de su dedicaci¨®n al trabajo sigue sintiendo la presi¨®n por demostrar una entrega completa a su empresa. ¡°En LinkedIn no digo que estoy haciendo un doctorado o que doy clases en la UOC¡±, explica, ¡°porque est¨¢ mal visto ser emprendedor y hacer otras cosas¡±. Considera que esta presi¨®n se traduce en una serie de din¨¢micas t¨®xicas que van contra la libertad y el esp¨ªritu creativo: ¡°En el mundo del emprendimiento te dicen que seas t¨² mismo, pero en la pr¨¢ctica todos debemos estar cortados por un mismo patr¨®n, y acabamos adoptando unas conductas que pensamos que son propias y no lo son¡±.
A pesar de todo, Ballart desear¨ªa que todo el mundo pudiese implicarse emocionalmente con su trabajo. ¡°Si hay implicaci¨®n emocional, significa que est¨¢s trabajando con un prop¨®sito. Me siento muy afortunada de haber encontrado un trabajo que me permita crecer como persona y que est¨¦ vinculado a mi prop¨®sito¡±. En consecuencia, no cree que sea viable reducir su dedicaci¨®n, ni tampoco lo desea: ¡°Cuando eres consejero delegado o est¨¢s en una posici¨®n de direcci¨®n, trabajar menos horas no es viable. Especialmente en las fases iniciales de un proyecto. Pero tampoco querr¨ªa estar tres d¨ªas a la semana intentando no pensar en Smart Lollipop¡±.
Acabar con la centralidad cultural del trabajo
Precisamente, la propuesta de trabajar menos d¨ªas a la semana (o menos horas al d¨ªa) es una de las que ha agitado el panorama pol¨ªtico con m¨¢s fuerza, especialmente en el ¨²ltimo a?o, despu¨¦s del replanteamiento de la relaciones laborales que implic¨® el confinamiento. H¨¦ctor Tejero es diputado, coordinador pol¨ªtico de M¨¢s Pa¨ªs y uno de los encargados de impulsar el plan para una semana laboral de cuatro d¨ªas, que originalmente figuraba en el programa del partido como una medida frente a la emergencia clim¨¢tica, pero que ante la epidemia de fatiga y ansiedad se ha convertido en un campo de batalla cultural sobre la centralidad cultural del trabajo productivo.
¡°Trabajamos demasiado. Creo que es una sensaci¨®n socialmente compartida, que se traduce en el uso habitual de frases como ¡®no tengo tiempo¡¯ o ¡®no me da la vida¡¯, pero tambi¨¦n hay bastantes datos que lo muestran¡±. Tejero se?ala que el n¨²mero de horas trabajadas al a?o disminuy¨® a lo largo de todo el siglo XX por impulso del movimiento obrero, pero que en las ¨²ltimas d¨¦cadas se ha estancado. ¡°En Espa?a pr¨¢cticamente no ha cambiado desde los ochenta y los noventa, mientras seguimos avanzando en niveles de productividad. De hecho una de las grandes cuestiones es el desacople entre la productividad y los salarios: somos capaces de producir mucho m¨¢s, pero trabajamos lo mismo.¡±
Pero m¨¢s all¨¢ de la contradicci¨®n entre horas trabajadas y productividad, que tambi¨¦n se?alaba Ballart, el diputado advierte que la cultura del adicto al trabajo est¨¢ asociada a otras problem¨¢ticas sociales, muy marcadas por la desigualdad. ¡°Un tercio de los accidentes de trabajo en nuestro pa¨ªs se producen por sobresfuerzo f¨ªsico y mental¡±, apunta, ¡°y adem¨¢s este tiempo de trabajo est¨¢ cada vez m¨¢s desigualmente repartido. Por supuesto, por temas de g¨¦nero, si tenemos en cuenta no solo el trabajo asalariado, sino tambi¨¦n los cuidados no remunerados, que seg¨²n el INE son bastante escandalosos: las mujeres [europeas] trabajan 15 horas m¨¢s por semana [en el cuidado de los hijos] si contamos los cuidados y los desplazamientos. Pero tambi¨¦n socialmente, el problema con los trabajadores m¨¢s pobres no es solo que tengan salarios bajos, sino que trabajan menos de lo que quisieran. Es gente que no trabaja suficientes horas al mes o suficientes meses al a?o, sobre todo j¨®venes, y eso genera enorme incertidumbre que redunda en problemas de ansiedad y de salud mental.¡±
En consecuencia, Tejero cree que para poder avanzar en la mejora de los derechos de los trabajadores, y remediar estas desigualdades, resulta imprescindible cuestionar tambi¨¦n el orden simb¨®lico, empezando por todos aquellos discursos que romantizan la adicci¨®n al trabajo y organizan el tiempo de vida en torno a las labores productivas. ¡°Es importante no caer en esos discursos toscos y banales que desprecian el concepto de cultura como algo menor, como una cosa en la cual perder¨ªamos el tiempo las fuerzas progresistas en vez de en batallas materiales. Creo que no hay avance social sin avance cultural, y en este caso es clar¨ªsimo: la centralidad del trabajo en nuestras sociedades es tan importante que para que existan avances generalizados en el orden material debes avanzar en ganar esas disputas en lo cultural, intentando mover esa centralidad que tiene el trabajo en la conformaci¨®n del tiempo de nuestras vidas¡±.
C¨®mo empezar a cambiar las cosas: emergencia clim¨¢tica y perspectiva de g¨¦nero
Prueba de que existe un problema es que la propuesta de una semana laboral de cuatro d¨ªas figure en la agenda internacional de la lucha contra la emergencia clim¨¢tica. ¡°La huella de carbono de las personas que tienen menos tiempo libre es mayor: trabajar menos hace que contamines menos¡±, explica Tejero, que se?ala que los estudios demuestran no solo el efecto directo de reducir las emisiones de los desplazamientos, las emisiones de las empresas y el ahorro energ¨¦tico, sino tambi¨¦n que el tiempo libre favorece ¡°patrones de consumo m¨¢s sostenibles. Por ejemplo, la gente que trabaja muchas horas acaba recurriendo m¨¢s al coche que al transporte p¨²blico, acaba recurriendo m¨¢s a comprarlo todo en el supermercado el fin de semana y no hacer compra de cercan¨ªa; o acabar consumiendo muchos productos precocinados¡±.
Tejero est¨¢ convencido que el factor m¨¢s importante tiene que ver con la transformaci¨®n del modelo productivo, donde la desmaterializaci¨®n de la riqueza obtenga prevalencia: ¡°La idea es que no eres m¨¢s rico porque tengas m¨¢s cosas, sino porque tengas m¨¢s tiempo para estar con los tuyos. Creo que ese desplazamiento en el orden cultural es m¨¢s importante que el efecto directo que tendr¨¢ la reducci¨®n de emisiones: el principal aspecto es el replanteamiento profundo que ha de tener sobre el papel del tiempo libre y los modelos de buena vida¡±.
Desde una perspectiva empresarial, Diana Ballart tambi¨¦n sostiene que un vector de cambio est¨¢ en la transici¨®n hacia unas empresas que se centren en el ¡°impacto que generas tanto en las personas como en el planeta, teniendo muy en cuenta la huella de carbono. Poner en valor el impacto que tiene tu empresa va m¨¢s all¨¢ de la productividad¡±. Para Ballart, la transici¨®n hacia un modelo laboral m¨¢s sostenible est¨¢ directamente relacionada con un cambio en la cultura empresarial hipermasculinizada que fomenta esta obsesi¨®n con la productividad, los resultados cuantitativos y las jerarqu¨ªas r¨ªgidas: ¡°El liderazgo femenino ayuda a romper con el dispositivo del adicto al trabajo. El cambio tiene que empezar tambi¨¦n desde arriba: el liderazgo femenino, que no es solo cosa de mujeres, es fundamental para que se valore la conciliaci¨®n, el impacto y se establezcan relaciones de empat¨ªa¡±.
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