La religi¨®n, la filosof¨ªa y la verdad
Para elegir a Jesucristo, debo dejar perderse la verdad. Es lo que escribe Gianni Vattimo, el ¨²ltimo gran fil¨®sofo italiano vivo, en ¡®Alrededores del ser¡¯, que ahora se edita en Espa?a. Aqu¨ª, sus reflexiones sobre las creencias
Si debiera elegir entre Jesucristo y la verdad, elegir¨ªa a Jesucristo¡±. Estamos habituados a tomarnos a broma esta frase de un personaje de Dostoievski (Los demonios) como si su paradoja disyuntiva supusiera s¨®lo una irrealidad hipot¨¦tica. Un poco como cuando nos conmovemos con la experiencia del Abraham llamado, tambi¨¦n ¨¦l parad¨®jicamente, a sacrificar a Isaac. En cambio, desde el punto de vista de la filosof¨ªa que ha atravesado toda la historia del pensamiento occidental cristiano, esa frase debe tomarse hoy seriamente y en un sentido mucho m¨¢s vinculante. Para elegir a Jesucristo, debo dejar perderse la verdad, al menos en el sentido en que este t¨¦rmino se ha aplicado en el lenguaje filos¨®fico que hemos heredado de esa misma tradici¨®n. No sabemos si Dostoievski tom¨® como modelo el dicho, atribuido a Arist¨®teles, amicus Plato sed magis amica veritas [amigo Plat¨®n, pero m¨¢s amiga la verdad], justamente invirti¨¦ndolo con la conciencia de los muchos delitos que se han cometido en la historia de la metaf¨ªsica, en nombre de la verdad, cuando su valor se impuso m¨¢s all¨¢ de cualquier amistad. Como herederos y v¨ªctimas de esta historia, podemos ser cristianos, adherirnos al mensaje de Cristo, s¨®lo si dejamos perderse a la verdad. No es la verdad lo que nos hace libres, es Jesucristo con su mensaje quien precisamente, a trav¨¦s de la historia de la cultura que ¨¦l ha querido inspirarnos, nos liber¨® de la verdad. No mostr¨¢ndonos, de una vez por todas, la verdad eterna distinta de la no verdad, sino haci¨¦ndonos imposible, en las condiciones hist¨®ricas que se dan al final ¡ªpor ahora¡ª de aquella tradici¨®n metaf¨ªsica, el poder creer todav¨ªa en que haya alguna cosa como la verdad en el sentido que la metaf¨ªsica ha querido conferirle. Es la encarnaci¨®n, es decir, el hacerse historia del Hijo de Dios, lo que nos libera de la verdad, determinando las condiciones en las que ya no podemos pensar la verdad como dato metaf¨ªsico, como representaci¨®n fiel y por lo tanto autorizada del modo en el que est¨¢n las cosas. Ya que estas son condiciones, ?son precisamente lo que tenemos bajo nuestros ojos: como un ¡°dato-dado¡± verdadero? Por supuesto que no, no podemos confundir la condici¨®n de posibilidad, es decir, la especificidad de nuestra ¨¦poca, con algo que pueda aparecer como un fen¨®meno ante nosotros; ser¨ªa una manera singular de olvidar la lecci¨®n de Kant. La condici¨®n de posibilidad es nuestra propia existencia dentro de un mundo que nos interpela, requiriendo de nosotros no una mera descripci¨®n objetiva, sino una respuesta interpretativa, que s¨®lo podemos ofrecer como participantes activos e interesados en el mismo.
¡°Seg¨²n Nietzsche, la conciencia de s¨ª es necesaria para la relaci¨®n ¡°entre el que manda y el que obedece¡±
Podr¨ªamos resumir todo esto tambi¨¦n diciendo que la historia de la metaf¨ªsica occidental ¡ªes decir, la historia de nuestra cultura judeogrecocristiana¡ª es la historia de la (disoluci¨®n de la) verdad. De este modo, cobran pleno sentido los aspectos apocal¨ªpticos de la historia de la cual provenimos, la Shoah y las masacres de las guerras de religi¨®n, pero tambi¨¦n, y sobre todo ahora, la humillaci¨®n de lo humano a causa de la globalizaci¨®n capitalista, la masacre de los animales no humanos, la destrucci¨®n de la ¡°naturaleza¡±, reducida a recursos disponibles para la explotaci¨®n econ¨®mica ilimitada. Estamos en esa disposici¨®n de ¨¢nimo de la que hablaba Derrida cuando constataba ¡°el tono apocal¨ªptico de la filosof¨ªa contempor¨¢nea¡± (?Sobre un tono apocal¨ªptico recientemente adoptado en filosof¨ªa?). Pero la reflexi¨®n sobre el hecho de que estamos agotando los recursos del planeta no obedece a puras fantas¨ªas catastrofistas, especialmente cuando se las vincula con la deshumanizaci¨®n progresiva que tiene lugar en el mundo de la integraci¨®n tecnol¨®gica, donde resulta cada vez m¨¢s factible ¡ªt¨¦cnicamente¡ª y cada vez m¨¢s necesario ¡ªpol¨ªticamente¡ª: un control total sobre la vida y las libres opciones individuales.
Ahora bien, ?c¨®mo ha podido suceder que la creencia en la verdad haya determinado nuestra historia? Esta es la cuesti¨®n de la metaf¨ªsica, de su nacimiento y su posible superaci¨®n. Cuando escribe Ser y tiempo (1927), Heidegger es todav¨ªa ¡°existencialista¡±, al menos si lo comparamos con el Heidegger posterior a la Kehre: el Heidegger que abandona la centralidad de la Eigentlichkeit [autenticidad] por una meditaci¨®n sobre el Ereignis [acontecer (ex)apropiador] de la historia del ser. Algo parad¨®jicamente, este Heidegger que piensa precisamente en la historia del ser tambi¨¦n ha dejado de lado todo discurso sobre el porqu¨¦ de la metaf¨ªsica. Mientras que en Ser y tiempo todav¨ªa se puede pensar que la metaf¨ªsica sea una especie de pecado original del ser-ah¨ª ¡ªsimilar al pecado original b¨ªblico, puesto que no podemos quit¨¢rnoslo de encima como un error sin m¨¢s superado, sino que se trata de un ¡°pecado¡± que siempre es cometido por el ser-ah¨ª¡ª, despu¨¦s de la Kehre, con la desaparici¨®n de la noci¨®n de autenticidad parece desaparecer tambi¨¦n esta posible ¡°explicaci¨®n¡± del porqu¨¦ de la metaf¨ªsica, que deviene a todos los efectos un ¡°destino¡± del ser. Para entender c¨®mo la noci¨®n de la verdad como datidad se puede considerar ¡°responsable¡± de la afirmaci¨®n de la metaf¨ªsica y del triunfo de la t¨¦cnica deshumanizante es importante recordar precisamente la cuesti¨®n de la autenticidad en Ser y tiempo. El estado ¡°deyecto¡± del ser-ah¨ª, su ser ya-siempre en la condici¨®n de quien piensa el ser, y tambi¨¦n a s¨ª mismo, sobre el modelo de lo simplemente presente, se conecta directamente con su tendencia a abandonarse al man [el ¡°uno de tantos¡±, el an¨®nimo masa] y al comercio intramundano con los propios similares. La metaf¨ªsica misma, por lo tanto, con su privilegiar la simple presencia y la ¡°objetividad¡± de la verdad, es un ¡°producto¡± del ser social propio del ser-ah¨ª. Un paso m¨¢s all¨¢ de Heidegger puede llevarnos a ver m¨¢s espec¨ªficamente la relaci¨®n entre ¡°objetivaci¨®n¡± de s¨ª y del otro, y concepci¨®n de la verdad como datidad. La inautenticidad cotidiana de Ser y tiempo no es ulteriormente indagada por Heidegger, quien parece asumirla con algo de excesiva simplificaci¨®n como un mal h¨¢bito que se sigue ¡°naturalmente¡± del comercio intramundano. Pero ?por qu¨¦, preguntamos nosotros, en este comercio intramundano se afirma la idea de verdad como datidad factual? Hay una p¨¢gina de Nietzsche que viene aqu¨ª a la mente, aunque s¨®lo sea para sugerir una analog¨ªa: en La gaya ciencia, Nietzsche sugiere la idea de que la conciencia de s¨ª no es una dotaci¨®n original indispensable para la vida del individuo, sino que es necesaria para la relaci¨®n ¡°entre el que manda y el que obedece¡±. Este ¨²ltimo, de hecho, est¨¢ obligado a dar cuenta de s¨ª a quien le da ¨®rdenes. La relaci¨®n en la que el ser-ah¨ª est¨¢ ya siempre arrojado con sus propios similares en el comercio intramundano no es nunca una relaci¨®n neutra, siempre configura jerarqu¨ªas o, de todos modos, relaciones conflictuales. Es, por otra parte, lo que Heidegger mismo dice en el par¨¢grafo 37 de Ser y tiempo: ¡°Unter der Maske des F¨¹reinander spielt ein Gegeneinander¡± (¡°Bajo la m¨¢scara del ser-uno-para-el-otro, domina el ser-uno-contra-el-otro¡±)¡ (¡) En la idea de verdad como objetividad que ¡°se impone¡± y sirve para ¡°dar raz¨®n¡± hay un germen de violencia, precisamente aquel que infecta a la metaf¨ªsica desde su ra¨ªz m¨¢s profunda.
Gianni Vattimo (Tur¨ªn, 1936) es un reconocido fil¨®sofo. Entre 1999 y 2014 fue eurodiputado por distintos partidos de izquierdas. Este extracto es un adelanto de su libro ¡®Alrededores del ser¡¯, de la editorial Galaxia Gutenberg, que se publica el pr¨®ximo 18 de marzo.
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