El virus que destruye la ilusi¨®n de ser (todav¨ªa) joven a los sesenta
La pandemia cae como un jarro de agua fr¨ªa entre quienes ahora tienen que asumir que son poblaci¨®n de riesgo
Haga la prueba. Escriba en Google ¡°mayores de 60¡±. Seguro que le aparecen en pantalla multitud de ofertas como estas: ¡°Diez viajes para mayores de 60 a?os que jam¨¢s olvidar¨¢s¡±; ¡°Grandes destinos para viajeros mayores¡±. Y, por supuesto, tambi¨¦n webs de contactos. El mundo nunca hab¨ªa sido m¨¢s propicio para los que llegan a esa edad. Prejubilados o jubilados con tiempo, una pensi¨®n segura, ganas de disfrutar y un mont¨®n de a?os por delante, a tenor del aumento constante de la esperanza de vida. Hombres y, sobre todo, mujeres, en excelente forma f¨ªsica que llenan los teatros, los gimnasios, que acuden a conferencias, paseos literarios, que practican senderismo, que aprenden idiomas o escritura japonesa, y viajan. Sobre todo, viajan. A cualquier rinc¨®n del mundo. A tenor de la oferta de Club de Vacaciones, un turoperador dedicado expresamente a los mayores de 60 a?os, no hay destinos vedados. Ah¨ª est¨¢ el norte de Noruega, Jap¨®n, o Argentina, junto a experiencias m¨¢s cercana en Asturias, las R¨ªas Bajas o Bilbao. Por no hablar de los cruceros, que atraen a ese colectivo sin edad que exhibe en la vida un entusiasmo casi juvenil.
La crisis del coronavirus ha irrumpido de golpe en ese panorama feliz y de la noche a la ma?ana todo eso se ha derrumbado. Ahora, ese ampl¨ªsimo grupo de los que tienen m¨¢s de 60 a?os es poblaci¨®n de riesgo. Un riesgo mortal si se tienen en cuenta los datos de Sanidad que hablan de que el 95% de las vidas que arrebata la Covid-19 son de mayores de 60 a?os. Un verdadero jarro de agua fr¨ªa para un segmento de la poblaci¨®n que hasta ahora parec¨ªa vivir una edad dorada.
Personas que se mantienen activas y con una intensa vida social, como Juana Canto Guzm¨¢n, de 67 a?os. Antigua profesora, Canto preside la Asociaci¨®n Gaditana de Jubilados Docentes con 600 miembros de edades similares a la suya, que organiza talleres de gastronom¨ªa, de lectura, de baile, de senderismo y de patrimonio, adem¨¢s de infinidad de viajes. La crisis del coronavirus pill¨® precisamente a Canto en Egipto con otros 80 asociados. El regreso, el d¨ªa que en Espa?a se inauguraba el estado de alarma, no lo olvidar¨¢ f¨¢cilmente. ¡°Volvimos de El Cairo todos con mascarilla y guantes¡±. Y eso que ellos son conscientes de que viajar a esas edades exige contar con un seguro para prever cualquier problema sanitario. Pero esta pandemia ha sido un verdadero mazazo que ha abierto un par¨¦ntesis en sus vidas. Aunque no le importa estar confinada, Juana Canto admite un cierto des¨¢nimo que comparten muchos de sus contactos ante un virus que le hace temer por ¡°el futuro de la Humanidad¡±.
Canto pertenece a una franja de edad que es la que m¨¢s aumenta en el mundo. Si en 2015 hab¨ªa 900 millones de personas mayores de 60 a?os, en 2050, calcula la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, habr¨¢ 2000 millones. Aunque a efectos estad¨ªsticos el dato tenga un sentido, lo cierto es que engloba realidades distintas. Dentro de ese amplio grupo caben padres e hijos, como bien subraya Isabel Aranda, del Colegio de Psic¨®logos Madrid. Gente que acaba de prejubilarse o que, incluso, sigue todav¨ªa activa y se siente ¡°en plenitud de capacidades¡±. Por eso, para Aranda est¨¢ claro que los m¨¢s afectados psicol¨®gicamente por la pandemia ser¨ªan precisamente los m¨¢s j¨®venes de los mayores. Los que se encuentran entre los 60 y los 75 a?os y que suman al temor de que puedan infectarse sus padres o familiares ancianos, el choque brutal de saberse ellos mismos poblaci¨®n de riesgo, cuando, como ella dice, ¡°no se percib¨ªan a s¨ª mismos como mayores¡±.
Un impacto doble que puede desestabilizar a una persona. Lo saben los psic¨®logos que han visto aumentar las consultas por esta causa. Y lo subraya Aranda. ¡°Sentirnos vulnerables y fr¨¢giles de forma tan abrupta afecta a nuestro equilibrio psicol¨®gico, se nos quiebra el mapa que tenemos de nuestra vida. Hay un conflicto entre c¨®mo te estabas viendo y lo que la realidad del virus te ha tra¨ªdo¡±.
Progreso generacional
Ese no verse mayores, y mucho menos, viejos, no era un espejismo. Una mera ilusi¨®n fabricada por los mercados para estimular el consumo de ese sector de la poblaci¨®n. Los setenta a?os de hoy nada tienen que ver con los setenta a?os de la generaci¨®n anterior. Alimentaci¨®n y costumbres saludables, ejercicio y una excelente sanidad p¨²blica han permitido que la experiencia de envejecer sea m¨¢s lenta y m¨¢s suave.
Pero, a la vista de los estragos que est¨¢ causando el coronavirus entre los mayores cabe preguntarse si la hiperactividad de esa edad dorada, no nos ha llevado a barrer bajo la alfombra la realidad de la vejez y la muerte. ¡°En absoluto¡±, cree el doctor Manuel Castillo, catedr¨¢tico de Fisiolog¨ªa M¨¦dica en la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada, que preside el comit¨¦ cient¨ªfico de la Sociedad Espa?ola de Medicina Anti-envejecimiento y Longevidad (Semal). Envejecer, asegura, es un proceso estable que experimentamos los humanos de manera m¨¢s o menos est¨¢ndar. Pero la buena alimentaci¨®n, las buenas costumbres, el hecho de que nos cuidemos, tiene un impacto en nuestro cuerpo y en nuestro esp¨ªritu. Y ese sentirse m¨¢s j¨®venes y din¨¢micos puede representar que en el transcurso de 10 a?os, nuestro organismo haya envejecido solo siete. ¡°Ese enlentecimiento del declive lo hemos aprovechado. ?Eso estaba mal? No¡±. Sobre todo, porque preservar un esp¨ªritu joven y mantener un razonable grado de optimismo, es esencial, coincide Isabel Aranda. ¡°Vivir pensando en que a uno le queda poca vida o que se va a morir pronto, puede, precisamente, deteriorar su bienestar, limitando su mundo y sus posibilidades, en definitiva perdiendo calidad de vida¡±.
Como en casi todo, aconseja, habr¨ªa que buscar el t¨¦rmino medio. No empe?arse en la persecuci¨®n imposible de una eterna juventud, ni acomodarse en el declive por mucho que sea insoslayable. Hacer lo necesario por estar en forma sin olvidar que nuestra vida es pura contingencia. Porque, como se?alaba el escritor Jordi Soler en un art¨ªculo publicado hace unos meses en este diario: ¡°Argumentar en contra de la vida saludable ser¨ªa una insensatez, como es tambi¨¦n insensato confiar la longitud de nuestra vida a un r¨¦gimen y a unos h¨¢bitos, sin tomar en cuenta a Tique [diosa griega del azar], esa ni?a irresponsable que, como bien sab¨ªan los antiguos griegos, tiene la ¨²ltima palabra¡±.
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