El pacto del miedo
Hace falta un plan que dure varias legislaturas de modo que la deuda no aplaste a las pr¨®ximas generaciones
Es imposible abordar la situaci¨®n de hoy con los esquemas y las propuestas pol¨ªticas de hace seis meses, cuando se celebraron las elecciones generales. Por ello ha chirriado tanto la vuelta al primer t¨¦rmino de la pol¨¦mica sobre la derogaci¨®n de la reforma laboral, cuando la ministra de Trabajo, Yolanda D¨ªaz (sensibilidad Podemos), acababa de declarar: ¡°Los dogmas y apriorismos econ¨®micos se han truncado (¡). La gravedad de la crisis ha cambiado a todos¡±.
Las organizaciones multilaterales, servicios de estudios, economistas de referencia coinciden en la descripci¨®n de la coyuntura que, ¨¦sta s¨ª, est¨¢ en estado de excepci¨®n. El gobernador del Banco de Espa?a, Pablo Hern¨¢ndez de Cos, lo ha resumido (en esta ocasi¨®n, sin utilizar el lenguaje vaticanista tan tradicional en esa casa) en el Congreso de los Diputados: este a?o se registrar¨¢n los retrocesos del producto interior bruto (PIB) m¨¢s abultados desde la II Guerra Mundial, y en el caso de Espa?a, desde la Guerra Civil. Y no se ha olvidado, como tantas veces ocurre, del colectivo que resultar¨¢ m¨¢s afectado, los j¨®venes, m¨¢s vulnerables que el resto porque poseen menos colchones para afrontar una ca¨ªda de ingresos inesperada, y porque los mecanismos de aseguramiento p¨²blico de los que disponen son muy limitados en comparaci¨®n con otros colectivos. Adem¨¢s, los j¨®venes no hab¨ªan recuperado todav¨ªa los niveles de renta y riqueza anteriores a la Gran Recesi¨®n.
En su intervenci¨®n ante los diputados, Hern¨¢ndez de Cos present¨® un procedimiento de salida a la catastr¨®fica coyuntura de dos fases: la primera, en la que estamos instalados, con la utilizaci¨®n de todos los instrumentos keynesianos para la recuperaci¨®n (inversi¨®n p¨²blica, gasto social, estabilizadores autom¨¢ticos¡), liderados por la pol¨ªtica fiscal, m¨¢s la ayuda generosa del club al que pertenecemos, Europa: la reacci¨®n exclusivamente individual de los distintos pa¨ªses del ¨¢rea del euro no es la respuesta m¨¢s eficaz; algunas de las razones para que los pa¨ªses europeos act¨²en conjuntamente transcienden el terreno econ¨®mico, ya que Europa encarna en el mundo los ideales de libertad y progreso, y en una situaci¨®n de crisis tan aguda resulta esencial que los ciudadanos perciban que sus Gobiernos son capaces de actuar de forma com¨²n, si se quiere consolidar el apoyo popular al proyecto europeo.
La segunda fase consiste en un plan pol¨ªtico que ha de durar varias legislaturas, respaldado por los partidos de gobierno sea cual sea su ideolog¨ªa (y por los sindicatos y la patronal), detallado en sus objetivos a?o a a?o, con el objeto de que la deuda no aniquile a las pr¨®ximas generaciones, toda vez que el esfuerzo que ahora se est¨¢ haciendo puede llevar el endeudamiento p¨²blico a un 120% del PIB (las reglas de juego establecidas en Maastricht para formar parte del club del euro establec¨ªan una deuda m¨¢xima del 60%). Se tratar¨ªa de un acuerdo pol¨ªtico acorde con la magnitud del reto.
Si cupiese alguna equivalencia, este pacto ag¨®nico recuerda en parte al pacto del miedo, puesto en marcha apenas unos meses despu¨¦s (junio de 1981) del golpe de Estado del 23-F de ese a?o. El Acuerdo Nacional sobre el Empleo (ANE) fue firmado, por primera vez en la historia de Espa?a, por el Gobierno (UCD), la patronal (CEOE) y los dos grandes sindicatos (CC OO y UGT). Hasta entonces hab¨ªa habido otros pactos sociales como el Acuerdo B¨¢sico Interconfederal (UGT y CEOE, 1979) o el Acuerdo Marco Interconfederal (UGT y CEOE, 1980), pero nunca hab¨ªa aparecido el Gobierno como garante expl¨ªcito de lo acordado. Ante una situaci¨®n pol¨ªtica excepcional que quer¨ªa acabar con la democracia, por primera vez el Gobierno se comprometi¨® con los agentes sociales y econ¨®micos reconoci¨¦ndolos como interlocutores en un plano de igualdad; se lleg¨® a hablar de un ¡°Gobierno en la sombra¡± en referencia a los poderes que se otorgaron a las distintas comisiones de seguimiento creadas al amparo del ANE. Posiblemente nunca se ha reconocido a sindicatos y patronal tal poder de control sobre las decisiones del Gobierno como el que fijaba el ANE a sus firmantes.
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