Ese es mi bistec, Valance
C¨®mo no recordar esa pel¨ªcula en estas madrugadas. Te desvelabas, mirabas el m¨®vil y ya no pod¨ªas dormir al ver esos energ¨²menos que se presentaban con sus rifles en colegios electorales
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
El choque entre la ley del m¨¢s fuerte y la ley a secas es el tema de grandes westerns. Se suelen definir como crepusculares aquellos en que un mundo primitivo retrocede ante la civilizaci¨®n. El primero fue El hombre que mat¨® a Liberty Valance, de John Ford, de 1962. No hace falta que les diga que es una obra maestra, eso ya lo sabr¨¢n ustedes si son gente seria. Es su pel¨ªcula m¨¢s compleja, con muchas lecturas, donde fuerzas contrarias acaban cristalizando en un nuevo pa¨ªs, Estados Unidos. Su base es una frase que escribe en la pizarra el personaje de James Stewart, un joven idealista que llega a un pueblo donde un b¨¢rbaro, Liberty Valance, campa por sus respetos. ?l da clases a los vecinos y escribe: ¡°La educaci¨®n es la base de la ley y el orden¡±. Para David Gistau, a quien seguimos a?orando, era una escena clave porque en esa escuela Stewart ¡°consigue que la gente del pueblo se descubra como nunca se hab¨ªa visto, como electores, como ciudadanos con derechos pol¨ªticos, toman conciencia de la naci¨®n que se est¨¢ levantando sobre ellos¡±. Tambi¨¦n contribuye el peri¨®dico del pueblo, el Shinbone Star, donde Liberty Valance y sus matones dan una paliza al director por contar su derrota en las elecciones. Porque, aunque parezca incre¨ªble, este individuo brutal y siniestro, un terror¨ªfico Lee Marvin, se presentaba como candidato, representando los intereses de los ricos de la zona.
C¨®mo no recordar esa pel¨ªcula en estas madrugadas. Te desvelabas, mirabas el m¨®vil y ya no pod¨ªas dormir al ver esos energ¨²menos que se presentaban con sus rifles en colegios electorales. Y a Steve Bannon, cerebro propagand¨ªstico de Trump, que ha asesorado a Vox y la ultraderecha europea, diciendo sobre el epidemi¨®logo Anthony Fauci, la voz de la raz¨®n ante las mentiras de Trump en la pandemia, y sobre el director del FBI, Christopher Wray: ¡°Pondr¨ªa sus cabezas en picas en las dos esquinas de la Casa Blanca como advertencia a los bur¨®cratas federales. O aceptas el programa o te vas, es hora de dejar de jugar¡±.
En la pel¨ªcula al mat¨®n no le derrotan tanto las buenas palabras como Tom, John Wayne, el ¨²nico capaz de pararle los pies. Cuando Liberty Valance atropella a Stewart, que trabaja de camarero y al que hace caer con su bandeja de platos, Tom se levanta y le dice: ¡°Ese es mi bistec, Valance¡±. A los matones hay que plantarles cara con la ley y la fuerza de la ley. Lo que est¨¢ en juego es el bistec de todos, cosas que no se tocan. De todos, tambi¨¦n de los que le r¨ªen las gracias al monstruo, porque le invitas a cenar y luego ya no lo echas, te echa ¨¦l de casa. Miren el partido republicano, vampirizado por este individuo que ha sacado seis millones de votos m¨¢s. A ver c¨®mo les dicen ahora que el chico ha exagerado, que les ha mentido un poco, que vuelvan a aquella aula del siglo XIX a repasar nociones de democracia. Callar o jugar ante la obscenidad intelectual con la esperanza de que le favorezca para llegar al poder ha sido, y es, un dram¨¢tico pecado de la derecha actual, all¨ª y aqu¨ª, y por tanto un grave problema de todos. Tom, John Wayne, es del mismo mundo que el villano, pero de buena pasta: como otros h¨¦roes de las pel¨ªculas de Ford, sacrifica su inter¨¦s personal por el bien de otros o el com¨²n (y no hay mayor inter¨¦s personal que tu novia, que es el caso de Tom). Oyendo las comparecencias de Trump, despu¨¦s de escandalizarme me qued¨¦ pensando si todos en Espa?a se escandalizar¨ªan como yo. Ya nos gustar¨ªa. Y eso que Biden podr¨ªa ser perfectamente un se?or del PP. Recuerdas ahora a Sarah Palin y parece moderada; Berlusconi, un estadista; Le Pen padre, un simple cascarrabias. ?Qu¨¦ ser¨¢ lo pr¨®ximo? Porque va muy r¨¢pido, todos copi¨¢ndose a toda velocidad superando l¨ªmites. El de lo aceptable y el de las formas ya est¨¢ por el suelo. Como el bistec.
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