El fantasma de las Navidades futuras
Nada nos convencer¨ªa m¨¢s de que aqu¨ª no ha pasado nada como reencontrarnos en cat¨¢rticas cenas de empresa, fundirnos la tarjeta de cr¨¦dito y comer jam¨®n del bueno
Encuentro formidable que en Estados Unidos haya gente que deja Twitter porque intenta frenar la difusi¨®n de bulos y emigran a otra plataforma, llamada Parler, con la bandera de la libertad de expresi¨®n. Ah¨ª puedes decir todas las trolas que quieras, no hay censura, as¨ª lo entienden ellos. Es una red, explica, sin prejuicios, centrada en proteger los derechos del usuario y ¡°trata a todos como iguales¡±. Lo fascinante es esta multitud que reclama su derecho a recibir noticias falsas, y es que, no nos enga?emos, a menudo son mucho mejores que las verdaderas. Optan a sabiendas por vivir en un mundo de colores, qui¨¦n demonios prefiere la realidad, tal como est¨¢ el mundo. A todos nos encanta cuando nos responden en un mensaje ¡°s¨ª a todo¡±.
En ese mundo paralelo Trump ha ganado las elecciones. Una secta de zumbados llamada QAnon est¨¢ convencida de que hay una conspiraci¨®n de ped¨®filos sat¨¢nicos de izquierda para apoderarse del mundo, y ya tienen una diputada republicana. Pero aqu¨ª, seg¨²n la encuesta de 40dB para EL PA?S, el 64% de los espa?oles cree que el virus sali¨® de un laboratorio y un 40%, que detr¨¢s hay una conspiraci¨®n. Un estudio publicado por la Complutense dice que nueve de cada diez influencers de moda, algunas con un mill¨®n de seguidores, hacen publicidad enga?osa. Luego un Nobel de la Paz ha declarado la guerra en Etiop¨ªa, a los once meses de que le dieran el premio, es que ya no te puedes fiar de nadie. En los huracanes del Caribe han agotado las letras del abecedario para darles nombre y han empezado con el alfabeto griego, pero eso del cambio clim¨¢tico es una chorrada, lo o¨ª el otro d¨ªa en el bar. Y lo mejor es que este viernes vuelve a haber Black Friday, en serio. Como dicen los botones de compra: ¡°Lo quiero¡±.
Por eso yo estoy preocupad¨ªsimo con salvar la Navidad. No los negocios y los empleos, que tambi¨¦n, sino el esp¨ªritu de la Navidad. Nada nos convencer¨ªa de que aqu¨ª no ha pasado nada como reencontrarnos en cat¨¢rticas cenas de empresa, fundirnos la tarjeta de cr¨¦dito y comer jam¨®n del bueno. Viviendo en Madrid tengo grandes esperanzas de presenciar tan gloriosa epifan¨ªa. ?Salvar la Navidad! se podr¨ªa hacer una pel¨ªcula de zombis con ese t¨ªtulo, miles de ellos caminando con los brazos extendidos hacia unos grandes almacenes, vestidos de Pap¨¢ Noel. Estoy ya tan mal que se me aparece en sue?os Isabel D¨ªaz Ayuso, como el fantasma de las Navidades futuras, y me lleva de paseo entre la niebla por los hospitales de Madrid en la pr¨®xima Nochebuena, y est¨¢n vac¨ªos, se ha curado todo el mundo, y vamos a divertirnos a un atasco soplando matasuegras.
Dickens podr¨ªa escribir ahora una historia de muchas ciudades, no solo de dos, porque aqu¨ª cada municipio, qu¨¦ digo, cada hogar, vive su propia pel¨ªcula. El c¨¦lebre arranque de Historia de dos ciudades se titula ¡®La ¨¦poca¡¯: ¡°Era el mejor de los tiempos y el peor; la edad de la sabidur¨ªa y la de la tonter¨ªa; la ¨¦poca de la fe y la ¨¦poca de la incredulidad; la estaci¨®n de la luz y la de las tinieblas; era la primavera de la esperanza y el invierno de la desesperaci¨®n¡±. Ya vivimos en esta mezcla indistinguible de verdad y mentira como dentro de una alb¨®ndiga gigante. Yo mismo utilic¨¦ el otro d¨ªa el virus como excusa, al tercer d¨ªa que no vino el Ratoncito P¨¦rez. No hombre, argument¨¦, no se le ha olvidado, es que con el l¨ªo de la pandemia. No fui cre¨ªdo. Me consol¨¦ al resolver unos acertijos visuales para acceder a una web, cuando el ordenador me dijo: ¡°Ha demostrado que es un ser humano, siga con su acci¨®n¡±. Hac¨ªa tiempo que nadie me lo reconoc¨ªa. Vaya, que me emocion¨¦.
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