La dif¨ªcil b¨²squeda de la verdad
Los medios de comunicaci¨®n a¨²n desempe?an un papel importante en la formaci¨®n de la voluntad nacional, siempre que no se conviertan en puras marionetas del poder
Una antigua definici¨®n atribuida al magnate brit¨¢nico de la comunicaci¨®n lord Beaverbrook dice que es noticia todo lo que alguien poderoso quiere evitar que se publique. Cuando fui nombrado director de este peri¨®dico, en noviembre de 1993, tard¨¦ apenas tres semanas en verificar la exactitud de la sentencia. La comisi¨®n ejecutiva de Banesto hab¨ªa cancelado el dividendo a cuenta que repart¨ªa a modo de aguinaldo navide?o a su medio mill¨®n largo de accionistas, acuerdo que estaba obligado a comunicarles por escrito. En cuanto Miguel ?ngel Noceda confirm¨® la informaci¨®n, el presidente del banco, Mario Conde, tard¨® minutos en llamar a Jes¨²s Polanco para tratar de convencerle de que se trataba de un hecho irrelevante, apenas un corolario de la pol¨ªtica de austeridad anunciada en la junta general.
La gesti¨®n del tema fue compleja, pero despu¨¦s de m¨²ltiples intercambios telef¨®nicos un punto surrealistas, en los que el banquero pretend¨ªa establecer lo que era o no una noticia, EL PA?S la public¨®, aunque no con el relieve debido. Tres semanas despu¨¦s el Banco de Espa?a nacionalizaba Banesto y destitu¨ªa a Conde, sellando as¨ª una bancarrota fraudulenta que sancionaron los tribunales a?os despu¨¦s.
En abril de 2006, a punto de ceder la direcci¨®n del peri¨®dico a Javier Moreno, el entonces ministro del Interior, Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, se instal¨® en mi despacho durante horas para impedir que publicara un scoop de Luis R. Aizpeolea, magn¨ªficamente documentado, sobre los contactos que ven¨ªa manteniendo el Gobierno con ETA en Suiza, previos a la apertura formal de negociaciones y que acababan de fructificar en una tregua de la organizaci¨®n terrorista.
Argumentaba el ministro, con su reconocida habilidad dial¨¦ctica, que la publicaci¨®n de la historia, a cuya precisi¨®n no ten¨ªa nada que objetar, pon¨ªa en riesgo la propia tregua y pod¨ªa desatar una nueva oleada de atentados con v¨ªctimas mortales. Despu¨¦s de varias horas de discusi¨®n, con alguna llamada al presidente Zapatero, ced¨ª al fin al argumento tantas veces esgrimido gratuitamente por los pol¨ªticos de evitar informaciones que puedan poner en riesgo vidas humanas. Semanas m¨¢s tarde el nuevo director publicar¨ªa la informaci¨®n sin que se desataran los desastres anunciados.
En ese arco temporal de casi 13 a?os pude comprobar cientos de veces la exactitud del viejo dicho de lord Beaverbrook. El poder pol¨ªtico suele tratar primero de seducir mediante favores administrativos o concesiones graciosas de publicidad institucional que trata de cobrar mediante un trato ben¨¦volo, cuando no obsecuente en momentos de crisis. En caso contrario el Gobierno de turno dispone de m¨²ltiples recursos para torturar al medio d¨ªscolo.
Bajo el primer Gobierno de Aznar ¡ªsobre todo en sus dos primeros a?os¡ª asist¨ª a una persecuci¨®n implacable de PRISA en todos sus frentes, que tuvo su expresi¨®n m¨¢s soez en la fabricaci¨®n desde una secretar¨ªa de Estado de una causa criminal en la Audiencia Nacional que se saldar¨ªa con una condena por prevaricaci¨®n del juez instructor Javier G¨®mez de Lia?o, convenientemente indultado por Aznar, cuyo partido se escandaliza tanto ahora por otros hipot¨¦ticos indultos.
Aznar, que en sus memorias se ha vanagloriado de haber ganado las elecciones de 1996 en contra del grupo PRISA, pretend¨ªa doblegar a este peri¨®dico arruinando a su empresa y amenazando con la c¨¢rcel a su editor y al consejero delegado. Entre enero y mayo de 1997 cada Consejo de Ministros inclu¨ªa en su agenda alguna decisi¨®n encaminada a impedir el desarrollo de la plataforma audiovisual del grupo, que era a la saz¨®n su inversi¨®n m¨¢s cuantiosa, y a favorecer el proyecto paralelo que hab¨ªa puesto en marcha la Telef¨®nica presidida por su amigo Villalonga. Como agresi¨®n complementaria, la empresa de telecomunicaciones anul¨® durante meses todas sus campa?as de publicidad en el diario.
Tras ocho a?os de guerra abierta, con treguas breves y siempre tensas, el presidente Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar retom¨® contacto telef¨®nico el 11 de marzo de 2004 para endosarme, como lo hizo con otros directores de peri¨®dicos, su gran mentira de que ETA era la autora del atentado terrorista ocurrido aquella ma?ana en los trenes de Atocha, el m¨¢s grave de la historia de Espa?a. A esa hora la Guardia Civil ya ten¨ªa unos primeros indicios consistentes que exclu¨ªan a la organizaci¨®n terrorista vasca.
La mentira ha sido una herramienta secular en la vida pol¨ªtica. Y no le han faltado defensores te¨®ricos desde Maquiavelo a nuestros d¨ªas, incluso en aras del bien com¨²n, pero si los periodistas renunciamos a la b¨²squeda de la verdad como materia prima de nuestro oficio habremos sellado nuestra desaparici¨®n como especie. No faltar¨¢n narradores para esta realidad alternativa con la que los m¨¢s recientes titiriteros pol¨ªticos pretenden maquillar lo que siempre ha sido una mentira, pero no se podr¨¢n llamar periodistas.
Durante el siglo XX la prensa fue una formidable m¨¢quina industrial capaz de generar grandes beneficios, lo que la blind¨® en cierta medida ante las agresiones m¨¢s groseras de los distintos poderes. Desde su nacimiento PRISA tuvo muy claro que la mejor garant¨ªa de la excelencia profesional que busc¨¢bamos era una cuenta de resultados saneada. Ese ciclo se cerr¨® en la primera d¨¦cada de este siglo.
La universalizaci¨®n de Internet y la fulgurante irrupci¨®n de las redes sociales han roto las bases econ¨®micas de los medios tradicionales y al mismo tiempo los han marginalizado. Pero los cuatro a?os de mandato de Trump, con su ataque sistem¨¢tico a los medios, han venido a demostrar al fin que m¨¢s all¨¢ de su relevancia en el escenario a¨²n tienen un papel importante en la formaci¨®n de la voluntad nacional, siempre y cuando no se conviertan en puras marionetas del poder.
La prueba m¨¢s evidente de que la mentira tiene corto recorrido es que las redes sociales de alcance planetario se han visto compelidas a advertir a sus usuarios de que algunos (muchos) de los mensajes del presidente de Estados Unidos son de dudosa veracidad. Una batalla social que habr¨¢ que emprender m¨¢s pronto que tarde es c¨®mo evitar que algunos algoritmos supuestamente neutrales privilegien la expansi¨®n de terraplanismos y conspiranoias varias. Algo debemos hacer para evitar que la mentira tenga prevalencia en el mercado virtual. La b¨²squeda de la verdad es no solo nuestro trabajo, sino algo imprescindible para que la sociedad recupere el control de su destino. Tal vez a partir de ah¨ª se pueda incluso encontrar la senda de una nueva rentabilidad, menos cuantiosa que en el pasado pero m¨¢s s¨®lida.
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