Arthur Brand, el ¡®detective¡¯ de cuadros robados que es amigo de ladrones de arte
El investigador holand¨¦s ha rescatado cuadros de Picasso o las esculturas favoritas de Hitler. Hace un mes vendi¨® los derechos de la historia de una de sus pesquisas a la productora de cine MGM

El pasado y sus misterios es el territorio, casi la patria espiritual, de Arthur Brand, el rastreador holand¨¦s de tesoros robados que lleva con una sonrisa apodos tan llamativos como ¡°el Indiana Jones del arte¡±. A los 51 a?os, acumula dos d¨¦cadas de b¨²squedas, traducidas en la recuperaci¨®n de las esculturas favoritas de Hitler, cuadros de Picasso, de Dal¨ª y de Tamara de Lempicka, bustos romanos, relieves visigodos o mosaicos bizantinos. Ahora, con el confinamiento de la pandemia, ha reflexionado acerca de la ¡°hipocres¨ªa del mercado art¨ªstico¡±, un lugar edificado sobre algo tan noble como el talento, pero enfangado en un juego multimillonario.
La pasi¨®n de Brand, nacido en Deventer (al este de Pa¨ªses Bajos) y formado en Relaciones Internacionales e Historia, surgi¨® de manera inesperada en Granada, donde vivi¨® cuando ten¨ªa 19 a?os. La idea era estudiar, pero acab¨® pasando una de las mejores temporadas de su vida, seg¨²n cuenta por videoconferencia. Ten¨ªa mucho ¨¦xito entre las chicas. All¨ª acompa?¨® una noche a unos desconocidos que buscaban metales con un detector. Para su sorpresa, encontraron unas monedas romanas de plata, y de vuelta a su tierra, empez¨® a coleccionar monedas griegas. Un d¨ªa ley¨® que hasta el 30% de arte vendido en el mercado es falso y se puso a investigar. Eran los a?os noventa y dio con un compatriota, Michel van Rijn, al que Scotland Yard atribuye el 90% de los mayores robos de obras de arte del mundo. Para cuando hablaron, el ladr¨®n se hab¨ªa reformado y colaboraba con sus antiguos perseguidores. Lo considera hoy su mentor y dice sin reparos que se lo ha ense?ado todo.
El detective del arte ¡ªotro de sus alias¡ª tiene m¨¢s amigos singulares. Como Octave Durham, que en 2002 se llev¨® dos cuadros de Van Gogh del museo del artista en ?msterdam. Las obras estuvieron en manos del mafioso napolitano Raffaele Imperiale, hasta que la polic¨ªa italiana los rescat¨® en 2016. Durham, por su parte, pas¨® a?os en la c¨¢rcel y ya no delinque. A Brand le gustar¨ªa saber qu¨¦ piensa el exladr¨®n de ¨¦l, y cree que en c¨ªrculos policiales se aprecia su trabajo de recuperaci¨®n de arte. Harrie Sijm, un investigador de la polic¨ªa, ha expresado as¨ª su estima por ¨¦l: ¡°Hay que dejar trabajar a Arthur porque tiene contactos de los que nosotros carecemos¡±. Este agente estuvo adscrito a la b¨²squeda de 24 cuadros del Siglo de Oro robados en 2005 en el Museo Westfries, al noroeste del pa¨ªs, y Brand particip¨® en la devoluci¨®n de cinco de las obras en 2016. Denunci¨® que estaban en manos de los servicios secretos de Ucrania, y lo mantiene.
Con el tiempo, sin embargo, Arthur Brand ha comprobado lo poco que cuenta a veces el arte para los que presumen de amarlo. Recobr¨® varias pinturas robadas a un coleccionista holand¨¦s, que fue compensado por la compa?¨ªa aseguradora. El due?o llamaba a los cuadros ¡°mis hijos¡±, pero cuando los tuvo de vuelta los rechaz¨®: hab¨ªan bajado de precio, y el lloroso padre no quer¨ªa perder dinero.
Brand se gana la vida como asesor art¨ªstico a trav¨¦s de una empresa, Artiaz, que tiene desde 2011 dos socios. Sus b¨²squedas no le reportan beneficios porque casi nunca le pagan por rastrear el arte robado. Es m¨¢s, se pone en marcha cuando la polic¨ªa deja el caso o bien el delito ha prescrito. Este tipo de obras son muy dif¨ªciles de colocar en el mercado, y los ladrones originales suelen venderlas o darlas por alg¨²n favor a otros delincuentes ajenos al robo. Es un bot¨ªn valioso que puede ofrecerse a cambio de rebajar una condena si son detenidos por otros delitos. Brand conoce esa especie de protocolo, y aunque sus valiosos contactos le permiten adentrarse en terrenos movedizos, no trata con los que se llevaron un cuadro, sino con su tercer o cuarto ¡°guardi¨¢n¡±. De modo que no se apea de dos principios: la palabra dada a los delincuentes de que no tiene intereses personales y colaborar con la polic¨ªa.
En ocasiones, eso s¨ª, el detective del arte ha obtenido una recompensa moral. Como cuando encontr¨® los caballos de Josef Thorak ¡ªun artista austriaco al que Hitler encarg¨® un conjunto escult¨®rico que mostrara la fortaleza del r¨¦gimen nazi¡ª. Las esculturas, escondidas en Berl¨ªn en 1944 y transportadas por los rusos en 1945 a la antigua Alemania Oriental (RDA), estaban supuestamente perdidas, pero una familia alemana trat¨® de venderlas a trav¨¦s de Brand. Cuando confirm¨® que se trataba de los aut¨¦nticos caballos, este alert¨® a la polic¨ªa germana. Ha sido su mayor satisfacci¨®n y su gesto tuvo eco mundial. Hace un mes cerr¨® la venta de los derechos de autor de la aventura a la productora cinematogr¨¢fica estadounidense MGM.
El recuerdo de Espa?a no le ha abandonado y le ha servido para mantener una relaci¨®n cercana con el equipo de agentes de la Guardia Civil espa?ola dedicado a restituir el patrimonio cultural, ¡°uno de los mejores del mundo¡±, en su opini¨®n. Con ellos rescat¨® en 2019 dos relieves visigodos procedentes de la iglesia de Santa Mar¨ªa de Quintanilla de las Vi?as (Burgos). Para sorpresa general, estaban en los jardines de un noble ingl¨¦s que ignoraba su procedencia. En enero, Brand volvi¨® a intervenir en el circuito ilegal de arte espa?ol, al difundir im¨¢genes de dos retratos supuestamente originales de Francis Bacon para facilitar su recuperaci¨®n. Los cuadros formaban parte de un grupo de cinco robados en 2015 en Madrid, valorados en conjunto en unos 30 millones de euros. Pero el mayor enojo de este rescatador fue causado por un anillo de Oscar Wilde, su escritor favorito. Robado en 2002 en la Universidad de Oxford, cuando lo hall¨® sus responsables no le creyeron. Tuvo que demostrar que era el aut¨¦ntico, y como la universidad no se disculp¨®, declin¨® asistir en 2019 a la ceremonia de devoluci¨®n de la joya. Sobre su mesa se acumulan ya nuevos casos
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