La democracia sin atributos
La extrema derecha hoy se ajusta en general a los principios de la democracia, si entendemos por ella al gobierno de la mayor¨ªa
No temo al fascismo. Lo que m¨¢s me inquieta es la democracia.
Permitan que me explique.
Creo que nos equivocamos al llamar fascistas a los nuevos movimientos de extrema derecha. El propio origen del nombre (los Fascios de Combate italianos) define lo que fue una ideolog¨ªa militarista cuyo objetivo consist¨ªa en tomar el poder de forma violenta y acabar con el ¡°parlamentarismo¡± y evidentemente el comunismo, irradiado desde la Uni¨®n Sovi¨¦tica. Ni Mussolini, ni Hitler (cuyo partido lleg¨® a ser el m¨¢s votado), ni Franco dispusieron de una mayor¨ªa electoral que les permitiera gobernar hasta que, consumados sus respectivos golpes de Estado, aniquilaron a sus opositores. A diferencia de lo de ahora, el fascismo se identificaba con el imperialismo y exig¨ªa a los individuos que se transformaran en el ¡°hombre nuevo¡±. Lo de ahora no espera ning¨²n cambio en el individuo: lo considera perfecto, por ignorante y torpe que sea. Son ¨¦pocas muy distintas.
La extrema derecha de hoy se ajusta en general a los principios de la democracia, si entendemos por ella al gobierno de la mayor¨ªa. Manda cuando gana elecciones. La evoluci¨®n de la democracia liberal desde su nacimiento con la Ilustraci¨®n, la Revoluci¨®n Francesa y la independencia de Estados Unidos ha sido tan profunda (al principio era compatible con el esclavismo, el voto restringido y la persecuci¨®n de las minor¨ªas, por ejemplo) que hemos acabado atribuy¨¦ndole un valor moral del que carece. Alguien dec¨ªa el otro d¨ªa que el salvamento de los emigrantes n¨¢ufragos en el Mediterr¨¢neo era ¡°una obligaci¨®n democr¨¢tica¡±. Y no. Ser¨ªa un imperativo ¨¦tico, si acaso.
No parece que la democracia, en su sentido estricto, padezca de mala salud. El enfermo es el viejo liberalismo, apegado a una serie de normas (como el respeto a los hechos o al pr¨®jimo) que entre todos hemos devaluado. Putin y Erdogan ganan elecciones con relativa limpieza. Igual que Trump, cuyo pat¨¦tico intento por remedar el fascismo cl¨¢sico con el asalto al Capitolio demostr¨® que las cosas ya no se hacen as¨ª. Polonia o Hungr¨ªa son democracias no liberales en nombre de la libertad, es decir, el derecho a actuar por voluntad propia. Asimilado en este caso a la voluntad de la mayor¨ªa.
Quiz¨¢ las democracias m¨¢s liberales, las que cuentan con Constituciones y sistemas de autocontrol (como la separaci¨®n de poderes) m¨¢s efectivos y atentos a las minor¨ªas, han perdido de vista esa condici¨®n b¨¢sica que solemos exigir como condici¨®n indispensable a los pa¨ªses pobres con reg¨ªmenes m¨¢s o menos tir¨¢nicos: para que una democracia liberal sea viable necesita de unas clases medias robustas, pr¨®speras y optimistas. ?De verdad las clases medias de las sociedades que consideramos ¡°avanzadas¡±, como por ejemplo la espa?ola, disfrutan de esos atributos?
Otra condici¨®n necesaria para el liberalismo es una cierta idea positiva del futuro. Pero hemos sustituido el futuro por el progreso t¨¦cnico y cient¨ªfico. Puestos a a?adir condiciones, tambi¨¦n lo es la cohesi¨®n social, deteriorada desde hace d¨¦cadas por unos sistemas fiscales y educativos brutalmente injustos.
La democracia puede ser xen¨®foba, racista, hom¨®foba, autoritaria e injusta. No contra la libertad, como los fascismos de hace un siglo, sino en su nombre. Lo hemos experimentado ya, en las democracias liberales, con las leyes antiterroristas y ciertas medidas adoptadas durante la pandemia. Eso, no los fascios, es lo que a m¨ª me preocupa.
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