El estado de la naci¨®n
Uno de los mejores instrumentos de control parlamentario parece ins¨®litamente olvidado
Uno de los grandes momentos de la vida pol¨ªtica espa?ola ha sido durante muchos a?os el debate en el Congreso de los Diputados sobre el estado de la naci¨®n, en el que el Gobierno de turno hac¨ªa balance de lo realizado en los ¨²ltimos 12 meses y marcaba las pautas de lo que ser¨ªa su actividad en los 12 siguientes. El hecho de que ese momento estelar de la vida parlamentaria no tenga lugar desde hace nada menos que seis a?os (el ¨²ltimo tuvo lugar en 2015) es uno de los s¨ªntomas m¨¢s evidentes de la an¨®mala manera en la que discurre la vida pol¨ªtica y la persistente falta de debate en el Parlamento, reducido a encontronazos de pocos minutos, lo m¨¢s desprovistos de contenido que se pueda imaginar. El debate sobre el estado de la naci¨®n, uno de los mejores instrumentos de control parlamentario de que se dispon¨ªa, parece ins¨®litamente olvidado.
Es cierto que desde 2015 la vida pol¨ªtica del pa¨ªs se ha visto sacudida por hechos an¨®malos (cuatro elecciones generales consecutivas, una moci¨®n de censura exitosa, la pandemia), pero tambi¨¦n, que hoy se cumplen tres a?os del primer Gobierno de Pedro S¨¢nchez (junio 2018), que no hay motivos para pensar que la actual legislatura no pueda llegar a cumplir ¨ªntegramente su mandato y que, sin embargo, la vida pol¨ªtica parlamentaria sigue peligrosamente desestabilizada.
Los debates sobre el estado de la naci¨®n no est¨¢n regulados ni en la Constituci¨®n ni en el reglamento del Congreso, pero se inauguraron en 1983, con el primer Gobierno socialista, y se celebraron a?o tras a?o, salvo cuando coincid¨ªan con elecciones generales. Aunque, de hecho, se puede decir que el primer debate parlamentario de ese tipo lo estableci¨® el presidente Adolfo Su¨¢rez, de UCD, en 1980, cuando envi¨® al Parlamento una ¡°comunicaci¨®n del Gobierno sobre la situaci¨®n del pa¨ªs tras el periodo de tres a?os transcurridos de convivencia democr¨¢tica y otros temas, como el imperio de la ley, la construcci¨®n del Estado de las autonom¨ªas, la situaci¨®n energ¨¦tica nacional y el desempleo¡±. ¡°Deseo sinceramente que este debate sirva con car¨¢cter general a fijar y contraponer las posiciones del Gobierno y de los grupos parlamentarios sobre los principales problemas del pa¨ªs y para ejercer rigurosamente la cr¨ªtica de las respectivas posturas, actitudes y decisiones¡±, explic¨® Su¨¢rez. Casi da envidia comprobar la ausencia de palabrer¨ªa in¨²til y la muy actual lista de problemas concretos que enumeraba Su¨¢rez.
No ser¨ªa mala idea tampoco que los portavoces de la oposici¨®n (y del PSOE) leyeran la intervenci¨®n de Adolfo Su¨¢rez cuando ya estaba en la oposici¨®n, en 1987, al frente de un ef¨ªmero partido centrista: ¡°Tengo la obligaci¨®n, como representante de la oposici¨®n, de decirles lo que pienso, c¨®mo lo pienso, sin ofender a nadie, de los problemas que percibo que tiene la sociedad espa?ola. Tenemos dos percepciones distintas de la misma realidad y usted, se?or Gonz¨¢lez, encerrado en La Moncloa, se est¨¢ alejando de los problemas reales de los ciudadanos¡±. No hay datos distintos, sino percepciones diferentes, algo casi imposible de aceptar en el Parlamento de hoy.
La principal dificultad para recuperar lo que deber¨ªa ser el normal control del Gobierno estriba en que todas las fuerzas pol¨ªticas presentes en el Congreso asuman que ese debate tiene que tratar sobre problemas concretos del pa¨ªs y no convertirse en un escaparate de agresiones. De nada sirve que Pablo Casado exija que se convoque el debate sobre el estado de la naci¨®n, como ha hecho, si el l¨ªder del Partido Popular no est¨¢ dispuesto a admitir algo que es imprescindible, no solo para normalizar la vida pol¨ªtica del pa¨ªs, sino tambi¨¦n su propio liderazgo al frente del PP: que su antecesor, Mariano Rajoy, sufri¨® una moci¨®n de censura justificada a causa de la corrupci¨®n instalada en su partido y que el Gobierno que le sucedi¨®, con Pedro S¨¢nchez a la cabeza, es plenamente leg¨ªtimo. Quiz¨¢s en ese momento sea posible recuperar el debate parlamentario que este pa¨ªs necesita con mucha urgencia, un debate en el que el presidente rinda cuentas y los grupos de oposici¨®n ejerzan la cr¨ªtica. Todo lo dem¨¢s es esperpento: la presentaci¨®n de una realidad deformada y grotesca.
Suscr¨ªbete aqu¨ª a la newsletter semanal de Ideas.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.