Sujetos infractores y sujetas infractoras
?ltimamente las leyes hacen malabares para cumplir con los ¡°manuales de lenguaje inclusivo¡±
La palabra ¡°sujeto¡± funciona como sustantivo, adjetivo y verbo. Eso puede crear algunas paradojas ling¨¹¨ªsticas. Por ejemplo, si alguien grita ¡°?sujeten a ese sujeto!¡±.
Cuando el t¨¦rmino funciona como adjetivo, incorpora la flexi¨®n de g¨¦nero: ¡°Tiene una socia sujeta a un contrato leonino¡±, ¡°contrat¨® a un directivo sujeto a investigaci¨®n¡±. Pero cuando ejerce como sustantivo, no var¨ªa. En esos casos equivale a ¡°persona¡±, ya sea f¨ªsica, jur¨ªdica o gramatical. Y, como sucede con la propia palabra ¡°persona¡±, abarca los dos sexos biol¨®gicos. En la oraci¨®n ¡°Edelmiro compra melocotones¡±, Edelmiro es el sujeto. Y en ¡°Gertrudis vende su casa¡±, Gertrudis tambi¨¦n es el sujeto, no ¡°la sujeta¡±. Y adem¨¢s, Gertrudis es sujeto de derechos constitucionales, del mismo modo que Edelmiro. Y Gertrudis puede ser objeto de un robo, pero no ¡°objeta¡± de un ascenso.
Tanto ¡°sujeto¡± (en masculino) como ¡°persona¡± (en femenino) son sustantivos epicenos: con un solo g¨¦nero abarcan los dos sexos; y por tanto no decimos ¡°una sujeta y un sujeto¡±; ni ¡°una persona y un persono¡±. Y adem¨¢s, el valor despectivo de ¡°sujeto¡± se restringe a los varones: ¡°?Menudo sujeto!¡±, decimos. ¡°M¨¢s te valiera no pensar m¨¢s en ese sujeto¡±, escribi¨® Gald¨®s (Rosal¨ªa, 1872).
Usamos sujetos agentes (en la oraci¨®n activa) o pacientes (en las pasivas). Y, siguiendo con paradojas, podr¨ªamos leer: ¡°El sujeto agente dej¨® al agente sujeto¡±; y ¡°El fiscal dijo que el sujeto pasivo se mostraba muy activo¡±.
Por su parte, el ¡°sujeto pasivo¡± es una persona obligada a algo por la ley (por ejemplo, al pago de un tributo); tambi¨¦n sin marca de sexo en la palabra.
Pese a todo esto, la reciente Ley 11/2021, de 9 de julio, sobre lucha contra el fraude fiscal, se?ala en su pre¨¢mbulo que se dar¨¢ ¡°un tratamiento homog¨¦neo a los sujetos infractores y las sujetas infractoras¡±.
?ltimamente las leyes hacen verdaderos malabares para cumplir con los ¡°manuales de lenguaje inclusivo¡±. Por ejemplo, en la legislaci¨®n laboral abunda ahora la locuci¨®n ¡°las personas trabajadoras¡±, para evitar ¡°los trabajadores¡±; con lo cual, al pasar del sustantivo ¡°trabajadores¡± al adjetivo ¡°trabajadoras¡±, se puede interpretar que algunos de sus preceptos s¨®lo afectan a las personas especialmente aplicadas en sus tareas.
Ya hemos reiterado aqu¨ª y en otros lugares que el llamado lenguaje igualitario es bueno como pr¨¢ctica, como denuncia, como bandera identitaria de una causa justa. Pero tambi¨¦n innecesario para la comprensi¨®n del idioma. Cualquier psicoling¨¹ista puede demostrar que aquello que no se nombra s¨ª existe. Ah¨ª est¨¢, para empezar, la locuci¨®n ¡°violencia de g¨¦nero¡±, mediante la cual todo el mundo sabe qu¨¦ sexo la ejerce aunque ¨¦ste no se mencione.
La duplicaci¨®n de ¡°sujetos infractores¡± y ¡°sujetas infractoras¡± llama la atenci¨®n, sin duda, sobre todo porque una l¨ªnea antes se ha mencionado correctamente a ¡°los posibles infractores e infractoras¡±.
Ahora bien, los manuales sobre ¡°lenguaje incluyente¡± han sido aplicados a rajatabla en el pre¨¢mbulo de esa ley (por otra parte, un aut¨¦ntico cat¨¢logo de horrores ling¨¹¨ªsticos y de estilo), pero no en el articulado. En este, por ejemplo, ¡°las entidades¡± (femenino) son ¡°sujetos pasivos¡± (y no ¡°sujetas pasivas¡±); y se lee otras 22 veces ¡°sujeto¡± sin duplicaci¨®n.
Cabe suponer que no por ello las mujeres se van a librar de cumplir las normas tributarias, aunque en esto, desde luego, muchos de los contribuyentes no tendr¨ªan gran problema en sentirse excluidos.
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