La compleja paradoja econ¨®mica argentina: el ¨²nico pa¨ªs americano m¨¢s pobre que hace un siglo
La calificadora de riesgos MSCI considera a Argentina un ¡°caso ¨²nico¡± junto a L¨ªbano, Palestina o Botsuana
La expresidenta Cristina Fern¨¢ndez de Kirchner, actual vicepresidenta, dijo hace unos meses una frase con la que resulta dif¨ªcil no estar de acuerdo: ¡°Argentina es el lugar donde mueren todas las teor¨ªas econ¨®micas¡±.
En efecto, Argentina funciona (o no funciona) con reglas propias o, seg¨²n se mire, con reglas que cambian de un d¨ªa para otro. Cuesta imaginar c¨®mo se desenvuelven los actores econ¨®micos en un pa¨ªs con 10 tipos de cambio distintos respecto al d¨®lar, desde el oficial (100 pesos por d¨®lar) al blue (180 pesos por d¨®lar), pasando por el contado con liqui (165 pesos por d¨®lar), y con sever¨ªsimos controles cambiarios (los ciudadanos pueden comprar un m¨¢ximo de 200 d¨®lares al mes), con una inflaci¨®n anual cercana al 50%, con una moneda que se deval¨²a continuamente y sin acceso al cr¨¦dito internacional.
El mes pasado, la entidad calificadora de riesgos MSCI (antigua Morgan Stanley Capital International) dej¨® de considerar a Argentina como ¡°mercado emergente¡± y no la rebaj¨® a la categor¨ªa inferior, la de ¡°mercado fronterizo¡±, donde estaba hasta 2016, sino que la introdujo en un grupo heterog¨¦neo de pa¨ªses econ¨®micamente exc¨¦ntricos y cerrados en s¨ª mismos: los llamados standalone, o casos ¨²nicos. Ah¨ª est¨¢n, junto a Argentina, L¨ªbano, Palestina, Botsuana, Bosnia, Trinidad-Tobago, Panam¨¢, Jamaica, Bulgaria, Malta y Ucrania. La MSCI explic¨® que la severidad de los controles sobre el movimiento de capitales exclu¨ªa a Argentina de los circuitos financieros convencionales, y de ah¨ª su clasificaci¨®n como standalone.
Argentina ha suspendido el pago de sus deudas en nueve ocasiones, entre las que se incluye el mayor default de la historia mundial (2001). Tambi¨¦n es el ¨²nico pa¨ªs americano m¨¢s pobre que hace un siglo, comparado consigo mismo en d¨®lares constantes. En 1913 era el d¨¦cimo pa¨ªs m¨¢s rico del mundo en renta per capita; ahora ocupa el puesto 75?. No existe una explicaci¨®n clara para este fen¨®meno, conocido como ¡°la paradoja argentina¡±.
Hay explicaciones parciales. La inestabilidad pol¨ªtica (el siglo XX fue casi una sucesi¨®n de golpes militares, con algunos intervalos de poder civil bajo supervisi¨®n de los cuarteles), una fort¨ªsima inflaci¨®n hist¨®rica con picos de hiperinflaci¨®n (3.079% anual en 1989) y una paralela devaluaci¨®n del peso (100 pesos de 1999 equivalen a unos 8.800 pesos actuales), una cr¨®nica falta de d¨®lares y una clara propensi¨®n gubernamental al endeudamiento han contribuido a distorsionar la evoluci¨®n del cuadro macroecon¨®mico.
Otra explicaci¨®n que suscita inflamadas pol¨¦micas se refiere al peronismo. Unos dicen que el populismo peronista, hegem¨®nico desde 1945 pese a permanecer proscrito entre 1955 y 1973, est¨¢ en la ra¨ªz de todos los males. Otros dicen que la estructura capilar del peronismo y su generosidad con los subsidios han evitado que Argentina sufriera m¨¢s colapsos como el de 2001. Tal vez resulte razonable suponer que el peronismo es a la vez problema y soluci¨®n.
Tambi¨¦n pesan los factores psicol¨®gicos. En la mente de los argentinos a¨²n rebota el eco de aquella frase que se dec¨ªa en el Par¨ªs de principios del siglo XX para referirse a alguien colosalmente rico: ¡°Riche comme un argentin¡±. Aunque aquella fuera una verdad a medias. En la ¨¦poca, la renta per capita era elevada porque unas cuantas familias ten¨ªan dinero suficiente como para compensar el hecho de que muchos apenas ten¨ªan nada. En cualquier caso, el argentino medio sigue consider¨¢ndose rico o, al menos, merecedor de serlo. Aunque un tercio de la poblaci¨®n viva en una pobreza extrema.
En cuanto a recursos naturales, Argentina era y es un pa¨ªs rico. En agricultura y ganader¨ªa, en energ¨ªa (el yacimiento patag¨®nico de Vaca Muerta es uno de los mayores del mundo en petr¨®leo y gas de extracci¨®n no convencional), en tecnolog¨ªa (firmas como Globant o Mercado Libre son internacionalmente competitivas) e incluso en bienestar. Ning¨²n pa¨ªs de su entorno, ni siquiera el reputado Uruguay o el din¨¢mico Chile, tienen ni de lejos su sistema sanitario o su abundante red de subsidios.
Dicho esto, vayamos con los inconvenientes. La fertilidad agr¨ªcola se traduce en una dependencia extrema de las exportaciones de soja para ingresar d¨®lares. La exportaci¨®n de ganado vacuno tiende a igualar los precios del mercado interno con los del externo, y ese encarecimiento resulta insoportable para una sociedad adicta al bife: en cuanto se conoci¨® que el consumo de carne hab¨ªa descendido a ¡°s¨®lo¡± 45,2 kilos por persona y a?o, la cantidad m¨¢s baja en un siglo, el Gobierno prohibi¨® casi totalmente las exportaciones.
Los precios bajaron. Siguen siendo relativamente caros para los salarios argentinos, pero traducidos a euros asombran: un kilo de bife de chorizo, un sabroso corte del lomo vacuno, se compraba esta semana por menos de cuatro euros en cualquier supermercado de Buenos Aires. El problema radica en que con el cepo sobre la exportaci¨®n de carne se perjudica a un sector que representa casi el 10% del comercio exterior argentino.
En cuanto a la energ¨ªa, el yacimiento de Vaca Muerta permanece casi paralizado desde el colapso financiero de 2018.
Y la mayor¨ªa de los propietarios y directivos de las empresas tecnol¨®gicas han trasladado su residencia a otros pa¨ªses, principalmente Uruguay.
Volvamos a la pregunta del principio: ?c¨®mo es posible que funcione Argentina con tanta distorsi¨®n? El economista Carlos Melconian, que fue asesor del expresidente Mauricio Macri y dirigi¨® la entidad p¨²blica Banco Naci¨®n, lanz¨® hace d¨ªas una idea provocadora: el Estado argentino necesita una inflaci¨®n muy alta para no quebrar.
Hay una cierta dosis de verdad en esa tesis. Para evitar un ajuste que habr¨ªa resultado socialmente insufrible tras tres a?os de recesi¨®n y en plena crisis pand¨¦mica, el ministro de Econom¨ªa, Mart¨ªn Guzm¨¢n, y el presidente del Banco Central, Miguel Pesce, han recurrido a la emisi¨®n masiva de pesos, en buena parte recolocados de inmediato en deuda para moderar el efecto inflacionario. En este momento hay 1,3 billones de pesos almacenados en deuda a un inter¨¦s que oscila entre el 37% y el 39% anual. La inflaci¨®n ya ha subido un 23,7% en los seis primeros meses de 2021 y las empresas financieras calculan que llegar¨¢ al 48% a fin de a?o. Como la tasa de inter¨¦s real equivale a la tasa nominal menos la inflaci¨®n, el Estado argentino no s¨®lo no paga intereses por su deuda en pesos, sino que ve c¨®mo ¨¦sta va licu¨¢ndose poco a poco.
De todas formas, pese al acuerdo conseguido con los acreedores privados del extranjero y a falta de negociar con el FMI c¨®mo se devuelven los 45.000 millones prestados durante el mandato de Macri, la deuda global es alt¨ªsima: unos 355.000 millones de d¨®lares. De esa cantidad, el 60% est¨¢ nominado en divisa estadounidense. Y esa divisa, a diferencia del peso, no se lic¨²a con la inflaci¨®n.
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