La desigualdad de oportunidades
La cuesti¨®n de cu¨¢nta desigualdad es aceptable en una democracia sigue vigente
Casi la mitad (el 44%) de las diferencias de renta entre personas en Espa?a es explicable directamente por las desigualdades de origen de los ciudadanos y por factores que nada tienen que ver con los esfuerzos que hagan en la vida: la posici¨®n social y econ¨®mica de los padres, el entorno cultural, el tipo de educaci¨®n, etc¨¦tera. Son causas que no se eligen ni se pueden evitar. La otra mitad (el 56%) es un residuo heterog¨¦neo en el que entran otros elementos m¨¢s dif¨ªciles de determinar, entre ellos el empe?o personal o la suerte. Con estos porcentajes es dif¨ªcil hablar de igualdad de oportunidades en nuestro pa¨ªs.
Son datos correspondientes al estudio Desigualdad de oportunidades. Nuevas visiones a partir de nuevos datos, de cuatro profesores de la Universidad Complutense y de La Laguna (Salas-Rojo, Rodr¨ªguez, Cabrera y Marrero), hecho p¨²blico hace unos meses. Ahora que se incorpora de nuevo la desigualdad al frontispicio de la pol¨ªtica, conviene recordar que la igualdad de oportunidades es el principio fundamental en las sociedades inclusivas. Significa que los logros de cualquiera no deben depender de la situaci¨®n socioecon¨®mica de los antecesores ni de razones de g¨¦nero, raza, etc¨¦tera. Es la posibilidad de que los ciudadanos puedan ocupar cualquier posici¨®n social en funci¨®n del principio meritocr¨¢tico, evitando las discriminaciones que lo obstaculizan. Se est¨¢ hablando de movilidad social.
El gran economista experto en la econom¨ªa pol¨ªtica de la desigualdad, Anthony Atkinson, lamentablemente fallecido (el que se hizo la pregunta trascendental de cu¨¢nta desigualdad es aceptable), distingui¨® entre la desigualdad de oportunidades y la desigualdad de resultados, y las relacion¨®. La primera es un concepto ex ante (todas las personas deben tener un punto de partida igual) mientras que gran parte de la actividad redistributiva (impuestos y gasto p¨²blico) se ocupa de los resultados ex post. Quienes consideran que la preocupaci¨®n por la desigualdad de resultados es ileg¨ªtima y creen que una vez que se ha establecido la igualdad de oportunidades para el curso de la vida se ha acabado el problema, se olvidan, por ejemplo, de que la desigualdad de resultados afecta directamente a la desigualdad de oportunidades de la siguiente generaci¨®n. Los beneficiarios de la desigualdad de resultados de hoy pueden transmitir una ventaja injusta a sus hijos en el futuro (para corregir esto naci¨® el impuesto de sucesiones). Seg¨²n esta tesis de Atkinson y tantos otros de sus disc¨ªpulos, si se reduce la desigualdad de resultados, ello contribuir¨ªa a mejorar la igualdad de oportunidades. Scott Fitzgerald dijo que ¡°los ricos no son como t¨² y yo¡±. Y tampoco sus hijos.
Dar credibilidad a la idea de que vivimos en una sociedad meritocr¨¢tica por excelencia, que recompensa el esfuerzo y el talento natural, no solo supone faltar a la realidad, sino que refuerza una ideolog¨ªa que legitima el privilegio y bloquea la nivelaci¨®n social. Alan Krueger, presidente del Consejo de Asesores Econ¨®micos de la Casa Blanca con Obama, populariz¨® la ¡°curva del Gran Gatsby¡± (denominada as¨ª por Jay Gatsby, el personaje de Scott Fitzgerald, que pas¨® de ser contrabandista a l¨ªder de la sociedad de Long Island), que explica la probabilidad de que alguien herede la posici¨®n relativa de sus padres. Krueger predijo as¨ª que ¡°la persistencia de las ventajas y desventajas de los ingresos pasar¨¢ de padres a hijos¡±. Ello sucede de diferente modo en cada sociedad: los pa¨ªses n¨®rdicos son los que presentan menores desigualdades de origen y mayor movilidad social, mientras que en el caso de EE UU significa el fin del sue?o americano. En Dinamarca, s¨®lo el 15% de los ingresos de un adulto joven dependen de los ingresos de sus padres, mientras que en Per¨² dos terceras partes de lo que gana una persona se relaciona con lo que sus padres lograron en el pasado.
El chiste final: un ejecutivo editorial detr¨¢s de la mesa de su despacho llama a su asistente: ¡°Se?orita ?Smith, compre los derechos de la Biblia y haga que cambien la parte donde habla de los ricos y el ojo de la aguja¡±.
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