Nostalgia e iconoclastia
El pasado siempre es mejor y si no lo es, se reinventa
En una de sus mejores pel¨ªculas, Medianoche en Par¨ªs, Woody Allen aborda la cuesti¨®n de la nostalgia. El protagonista, un escritor californiano, viaja a Par¨ªs y de forma m¨¢gica es transportado a los felices a?os veinte. El tipo disfruta en compa?¨ªa de Picasso, Hemingway, Fitzgerald y dem¨¢s. Para ¨¦l, se trata del mejor Par¨ªs. Pero se enamora de una chica, novia de Picasso y de Hemingway, convencida de que los felices veinte, su propia ¨¦poca, no ofrecen gran cosa. La belle ¨¦poque, Maxim¡¯s, los pintores impresionistas: eso era grandeza. Por supuesto, los impresionistas habr¨ªan preferido vivir en el Renacimiento. Y as¨ª sucesivamente.
La nostalgia, tan habitual hoy, es una constante en cualquier sociedad. El lema electoral de Ronald Reagan en 1980, Make America great again, le funcion¨® muy bien a Donald Trump casi 40 a?os despu¨¦s. El pasado siempre es mejor, y si no lo es se reinventa. Habr¨¢n reparado en que los dos partidos que m¨¢s se opusieron a la Constituci¨®n espa?ola de 1978, Alianza Popular y Fuerza Nueva, se presentan hoy bajo otros nombres (Partido Popular y Vox) como fervientes constitucionalistas. No pasa nada. La nostalgia y la reinvenci¨®n (un g¨¦nero en el que destacan tambi¨¦n los nacionalismos catal¨¢n y vasco y el PSOE cuando rememora su supuestamente feroz oposici¨®n al franquismo) forman parte del juego pol¨ªtico convencional.
Lo que mejor (y peor) caracteriza nuestros tiempos es la iconoclastia. La rebeli¨®n contra la autoridad y las ¡°¨¦lites¡±, contra la jerarqu¨ªa intelectual, contra el conocimiento. Personalmente, no tengo nada en contra. De seguir as¨ª la glorificaci¨®n de la ignorancia, cualquier d¨ªa me dan un Nobel. Pero ya he vivido una ¨¦poca similar, he visto sus consecuencias y tengo serias dudas sobre la iconoclastia.
Al m¨¢s grande fil¨®sofo de Francia en 1968, el fenomen¨®logo Paul Ricoeur, una persona digna y bondadosa, le volcaron un cubo de basura en la cabeza. Por ser catedr¨¢tico e inteligente. Y ¡°capitalista¡±. Cambien aquella tonter¨ªa y lo del ¡°capitalismo¡± por la tonter¨ªa de hoy y el ¡°comunismo¡± y estamos al cabo de la calle.
Las revueltas de Mayo del 68, tan mitificadas por una determinada generaci¨®n (m¨¢s o menos la m¨ªa), guardan relaci¨®n directa con el trumpismo, la nueva ultraderecha y los bulos. ¡°La realidad ha dejado de ser un principio¡±. ?Qui¨¦n dijo eso? Gilles Deleuze, uno de los ide¨®logos del Mayo Franc¨¦s. Si creen que la devoci¨®n de la nueva derecha populista por tipos como Putin u Orb¨¢n resulta incomprensible, piensen que la ¡°revuelta antiautoritaria¡± de 1968 contemplaba con embeleso la Revoluci¨®n Cultural china, impulsada por Mao Zedong (entonces conocido en Occidente como Mao Tse-Tung), ese liberal humanista.
Tras las revueltas de mayo, los estadounidenses llevaron a la presidencia a Richard Nixon y los franceses reeligieron con gran mayor¨ªa a Charles de Gaulle. Dos grandes reaccionarios.
Ahora, un iconoclasta de la nueva derecha, ?ric Z¨¦mmour, reivindica a De Gaulle. Y el impulsor de la candidatura presidencial de Trump, Roger Stone, lleva el rostro de Nixon tatuado en la espalda. Como en el f¨²tbol, las ¨¦pocas de exaltaci¨®n de las emociones y la ignorancia tienen partido de ida y partido de vuelta.
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