Bauman, la grandeza de abordar las ideas de forma sencilla
El soci¨®logo polaco procur¨® reducir al m¨¢ximo la distancia entre el pensador y el p¨²blico lector
Cuando en 2010 Zygmunt Bauman recibi¨® junto con Alain Touraine el Premio Pr¨ªncipe de Asturias, tuvo lugar en Oviedo un debate entre ambos que tuve la suerte de moderar. El tema era el papel p¨²blico de los intelectuales. Los acuerdos eran muchos y menos interesantes que los desacuerdos. Touraine insist¨ªa en la necesidad de elaborar una teor¨ªa si es que uno quer¨ªa aportar algo realmente significativo para la comprensi¨®n del mundo actual; Bauman estaba m¨¢s interesado en que una met¨¢fora captara poderosamente la atenci¨®n de la gente y sintiera expresada en ella el sentido o sinsentido de las cosas, de la vida y de sus propias experiencias. No sirve para nada dictaminar ahora qui¨¦n ten¨ªa raz¨®n porque ambos respond¨ªan a estrategias leg¨ªtimas y para las que hay espacio en una rep¨²blica intelectual donde hay trabajo de sobra y m¨¢s cosas in¨¦ditas esperando una explicaci¨®n que categor¨ªas y conceptos disponibles.
Hay una larga tradici¨®n de f¨®rmulas que han tratado de explicar en una sola expresi¨®n circunstancias muy complejas de la realidad social, como la idea de una ¡°sociedad disciplinaria¡± (Foucault), ¡°colonizaci¨®n del mundo de la vida¡± (Habermas) o ¡°burocratizaci¨®n del carisma¡± (Weber). Son expresiones en las que se pone de manifiesto que la buena teor¨ªa tiene un cierto parecido con la invenci¨®n po¨¦tica, con los vocabularios que inventan y descubren, en los que se contiene una interpretaci¨®n que hace visibles nuevos aspectos de la realidad. La idea de ¡°sociedad l¨ªquida¡± es la gran met¨¢fora que Bauman introdujo en el debate p¨²blico y que permiti¨® a muchos entender y entenderse en medio de tanta confusi¨®n. La liquidez pod¨ªa explicar la nueva situaci¨®n del capitalismo, del amor o del conocimiento. El problema de las formulaciones exitosas es doble: que su autor tiende a explicar con ella por encima de sus posibilidades, aplic¨¢ndola a las realidades m¨¢s dispares, y que su aceptaci¨®n p¨²blica termine banaliz¨¢ndolas. Si su inventor puede autolimitarse para evitar el primer riesgo, la popularizaci¨®n trivial no es algo de lo que sea posible protegerse.
Hay una grandeza en Bauman que pasa inadvertida tras su forma sencilla de abordar los asuntos y contarlo. Cuando alguien est¨¢ tan preocupado por hacerse entender hasta el punto de prescindir de todo artificio acad¨¦mico corre el riesgo de no ser tomado demasiado en serio. La gran talla de Bauman no est¨¢ conquistada a base de incrementar la distancia entre el intelectual y el p¨²blico lector sino en esforzarse denodadamente por disminuir al m¨¢ximo esa distancia. Resultar comprensible es una exigencia democr¨¢tica que no tiene que estar re?ida con la profundidad de lo que se quiere decir. Es una manera de ejercer como intelectual p¨²blico asumiendo siempre la exposici¨®n a ser contradicho por unos destinatarios que a veces llevan la contraria por encima de sus posibilidades. Es un equilibrio que no siempre resulta f¨¢cil y a veces puede uno optar por ser m¨¢s p¨²blico que intelectual, como a mi juicio fue el caso de Bauman, m¨¢s popular que autoridad indiscutible. Como intelectual, prefiri¨® explicar que mandar. Qui¨¦n sabe si al final la autoridad de quien es accesible termina siendo mayor que el prestigio ganado a base de explicarse poco y mal. Si organizamos m¨¢s horizontal y democr¨¢ticamente la rep¨²blica de los intelectuales, el primer principio deber¨ªa ser que quien no sabe decirlo es que no lo sabe.
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